Un libro plasma el nuevo rumbo que tomó la pintura sevillana desde finales del siglo XIX

La pintura sevillana cambió de forma esencial hacia finales del siglo XIX, despojándose de los ropajes románticos de décadas anteriores y adentrándose en una estética más moderna y realista , próxima a lo que se hacía en aquella época en Europa, sobre todo en centros como Roma y París, que marcaban las tendencias. Nombres de grandes artistas como los de Eduardo Cano , José Jiménez Aranda , José García Ramos , Emilio Sánchez Perrier , José Chaves , Gonzalo Bilbao o José Villegas , entre otros, son fundamentales para entender este cambio generacional. Sabedor de la importancia de este periodo, Enrique Valdivieso ha preparado el libro ‘Pintura sevillana en el tránsito del siglo XIX al XX: de los asuntos históricos a las escenas costumbristas’ , que edita la Fundación Caja Rural del Sur y que se presentará en las próximas semanas.Comenta Valdivieso que en este trabajo -que analiza las últimas tres décadas del siglo XIX y las tres primeras del siglo XX- ha seleccionado a un total de 49 pintores que «representan el espíritu de una época» . Asimismo, afirma que este estudio refleja «cómo era la Sevilla de aquella época y qué era lo que quería ser». Añade este catedrático emérito de Arte que «en nombre del progreso, se destruyó la vieja ciudad, derribándose puertas, murallas, así como conventos e iglesias. De forma voluntaria se demolió parte de la vieja ciudad histórica para acomodarse a lo que hoy llaman el progreso». Este estudio ahonda pues en lo que fue el tránsito histórico, sociológico, político, religioso y económico de la Sevilla de finales del siglo XIX hasta los inicios del XX.’Un lance en la plaza de toros’ (1870), lienzo de José Jiménez Aranda ABCDice este experto en arte que a esa Sevilla de las últimas décadas del XIX fueron muchos viajeros españoles y extranjeros, pero esos visitantes ya no pudieron ver monumentos que fueron un emblema de la ciudad en el pasado, como las puertas de Carmona y de la Carne, «que era una de las más bellas de todas». Además, según Valdivieso, en este periodo « se olvidó el pintoresquismo del mundo romántico , que siempre era un poco exagerado, ya que los sentimientos y emociones se llevaban al límite. Eso dio paso a una época más concreta y equilibrada de lo que era la realidad ». Ese nuevo gusto lo ponen de manifiesto pinturas como ‘Azotea sevillana’, de Manuel García Rodríguez , que ofrece una escena cotidiana de tres mujeres jóvenes asomándose al río Guadalquivir desde Triana y con la Torre del Oro al fondo.Otro de los principales valores de este libro -en el que también participa la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, de la que este profesor es académico numerario- es que está profusamente ilustrado, ya que cuenta con 780 fotografías . Muchas de estas proceden del archivo personal de Enrique Valdivieso, además de otras colecciones privadas y organismos. Se reproducen cuadros que están en los fondos de distintos museos o instituciones, como el Bellas Artes de Sevilla, Cádiz y Bilbao, el Prado, el Real Alcázar de Sevilla, la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, el Museo Alberto y Victoria de Londres o el Museo de Arte de Trieste, entre otros muchos. Destaca este catedrático que hubo un grupo de intelectuales, literatos y poetas sevillanos que criticaron «el exceso de optimismo que se había creado sobre la ciudad y señalaron que había que evitar la grandilocuencia y la exageración de los tópicos, al mismo tiempo que había que subrayar que el casticismo y el popularismo terminaban muchas veces en desviaciones y vicios». En esa época se apostó por promocionar una mejor enseñanza ya oficializada. «Intelectuales como Gestoso , Cascales , Tubino , Mas y Prat , y luego José María Izquierdo , Muñoz y Pavón y el regionalista Blas Infante incluso intentaron cambiar esa visión de Sevilla». También contribuyeron a «elevar la condición cultural de la ciudad» instituciones que tomaron mucho protagonismo en ese cambio de siglo, como el Ateneo. ‘La muerte del maestro’, de José Villegas ABCEn una ciudad donde se había recuperado en décadas anteriores la Semana Santa de Sevilla gracias a los Montpensier y en la que el Corpus y la Feria también estaban viviendo su auge, el arte y la pintura vinieron a reflejar este periodo de mutación y de cambio, introduciéndose ya «una cierta racionalidad frente al tremendismo arrebatado de los románticos» , dice este académico. Igualmente, en aquellos años desapareció casi por completo el ‘murillismo’ -tan habitual en el romanticismo- y se introdujo el gusto por retratar bellos paisajes de la naturaleza. En ese sentido, se plasman escenas cotidianas del viejo caserío de Triana, las huertas y jardines sevillanos y también se puso de moda Alcalá de Guadaír a . Destacados pintores hispalenses y de fuera reflejaron distintos paisajes de aquella zona, como el río Guadaíra, así como los molinos y los pinares de Oromana. Importancia de Roma y ParísAunque los artistas son conscientes de la tradición de la pintura sevillana, se dieron cuenta de que « hay tendencias que hay que conocer y casi todos los pintores viajaron a Roma y a París . Algunos se quedaron allí, pero otros volvieron haciendo hermosas representaciones, incorporando lo que habían aprendido en el extranjero», dice Valdivieso. Estos creadores aparecen en este libro en orden cronológico y se introducen autorretratos o fotografías de ellos en la mayoría de los casos. En sus obras reflejaron diversos asuntos como los temas históricos, escenas costumbristas y paisajes. En menor medida abordaron bodegones, que eran requeridos por algunas familias burguesas. Además, tras la desamortización de la Iglesia en 1836, las pinturas de temática religiosa para los templos fueron menores, siguiendo aún dentro de este ámbito la influencia del ‘murillismo’. Entre los pintores que componen este libro destacan algunos de la talla de José Jiménez Aranda (Sevilla, 1837-1903), de quien se incluyen cuadros esenciales como ‘Un lance en la plaza de toros’ (1870), que pertenece a la colección Thyssen y que muestra una corrida en la plaza sevillana. Este óleo lo presentó en la Exposición Nacional de Madrid, donde fue premiado con medalla de tercera clase. También este creador tiene interesantes cuadros de temática social como ‘Una desgracia’ , que fue enviado a la Exposición Nacional de 1890 y que retrata a un grupo de transeúntes que contemplan el cuerpo de un albañil que acaba de caerse del andamio en el que trabajaba. ‘Las cigarreras’ (1915), de Gonzalo Bilbao abcUno de los artistas que son esenciales para entender la evolución de la pintura hispalense en esa transición del siglo XIX al XX es José Villegas (Sevilla, 1844-Madrid, 1941). Este tuvo una formación en diversas academias de Roma, donde terminó de perfilar su estilo y adquirió una clientela internacional, llegando a ser uno de los pintores más cotizados de su época. Fue director de la Academia de España en Roma y también dirigió el Museo del Prado, institución que debe mucho al sevillano por todo lo que este aportó. En su pintura fue esencial la inspiración que le causó una ciudad como Venecia, realizando cuadros de temas históricos tan imprescindibles como ‘El triunfo de la Dogaresa Foscari’ (1892). Pero, sin lugar a dudas, una de las obras que más fama en vida le dio a este pintor fue ‘La muerte del maestro’ , del cual hizo una primera versión en 1882 y otra segunda en 1909. La escena muestra a los componentes de una cuadrilla agrupados en la capilla de una plaza de toros y sobrecogidos ante el cadáver del maestro, que ha sido cogido durante la lidia. Este gran cuadro se encuentra en el Museo de Bellas Artes de sevilla.Cubierta del libro ABCEntre los pintores más sobresalientes de ese cambio de siglo se encuentra José García Ramos (Sevilla, 1852-1912), que fue discípulo de Jiménez Aranda, a quien acompañó cuando este viajó a Roma, ciudad que al igual que al primero le influyó de forma decisiva en su evolución artística. Fue nombrado en 1893 académico de Bellas Artes , circunstancia que «lo enraizó más en su ciudad natal y que acentuó el sevillanismo de su pintura», según indica Valdivieso en su libro. Aparte de su gusto por retratar escenas taurinas o algunas inspiradas en la Semana Santa hispalense (‘Procesión en la Campana’ y ‘Conversación de un nazareno con unas muchachas, ambas en el Museo Bellver), una de sus obras más recordadas es ‘Salida del baile del concurso de trajes de máscara’ (1905), celebrado en época de carnaval y donde un grupo de personas enmascaradas y con disfraces se apelotona ante la puerta de un teatro a causa del temporal. Idéntico tema tiene el cuadro ‘Salida del baile de máscaras’.No podía faltar para completar este gran póquer de pintores hispalenses Gonzalo Bilbao (Sevilla, 1860-Madrid, 1938). En Roma frecuentó el taller de Villegas y también se formó en París y en Marruecos. Valdivieso destaca en su ensayo la «personalidad pictórica» de este maestro, que dominó el dibujo y un «colorido rico y brillante». Aparte de retratar escenas en Marruecos, también mostró en sus óleos las labores del campo, la Semana Santa y el mundo taurino. Dentro de la pintura costumbrista destaca ‘Las cigarreras’, que se encuentra en el Bellas Artes de Sevilla. Este catedrático subraya la influencia de ‘Las hilanderas’ de Velázquez en este gran óleo.

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