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Hay quien está predestinado a seguir la estela familiar en su profesión. Y cuando esta aparece siempre bajo el foco de la exposición pública, además hay que acompañarla con buenos resultados para que la fama de los mayores no les oscurezca. Es el caso de Andoni Cedrún , que a pesar de contar con un palmarés de lo más interesante (dos Ligas, tres Copas y una Recopa ) todavía tiene que luchar contra la sombra de su padre. «Tengo 64 años y aún me reconocen como el hijo de Carmelo (un clásico cancerbero del Athletic de los años 50 y 60) cuando paseo por la Gran Vía de Bilbao«, comenta orgulloso porque »es un honor para mí que todavía se acuerden de él«.Fue precisamente la posterior profesión de entrenador de su progenitor la que le llevó a León a los 14 años. Allí coincidió con otra estrella en ciernes del deporte español, Javier Cabanas . «Era su compañero de pupitre en los Maristas y, aunque yo también intenté jugar al balonmano, me decanté por el fútbol como había hecho antes en la Cultural Durango. Posteriormente fiché por los juveniles del Bilbao Athletic y ya tuve claro que ese iba a ser mi futuro», recuerda.Debutó con los Leones en 1980, con Javier Clemente en el banquillo, pero tuvo en Zubizarreta un freno para su continuidad en el equipo de las dos Ligas y la Copa. Así, tras medio curso cedido en el Cádiz, acabó recalando en el Zaragoza en 1984. Y ahí comenzó una nueva vida. «Le debo mucho a mi etapa gaditana, aunque sólo disputé con ellos 15 partidos, porque me abrió los ojos para ver que había más esperanza fuera de Bilbao y cuando me llegó la oportunidad de ir a Zaragoza, no me lo pensé. A la postre fueron los mejores años de mi vida», explica. De hecho, después de doce temporadas a la ribera del Ebro y de hacerse con otras dos Copas y una Recopa, todavía mantiene la marca de ser el portero con más partidos jugados en el club maño (340). «Me siento como un aragonés más, pues de hecho me afinqué aquí después de retirarme hace 23 años y siento que la gente me quiere mucho, igual que yo a ellos», reconoce.Noticias Relacionadas estandar No Después del… Tenis: Emilio Sánchez Vicario El compromiso de mejorar vidas con una raqueta Sergi Font estandar Si DESPUÉS DEL… FÚTBOL El inesperado viaje de Eneko: del Barça a los fogones Sergi FontSin embargo, su caso no es el de alguien que viva de la fama, sino que se fue labrando su porvenir con gran previsión. «Siempre me gustó estudiar y, aunque me matriculé en Económicas terminé haciendo Historia. De todos modos, acabé decantándome por los seguros y la Dirección de Empresas. »Mi último año profesional lo jugué en el Logroñés, pero acudía a Zaragoza a menudo a cursar ese Máster y al final de temporada me decanté por dejar el fútbol. Lo tuve claro y empecé a trabajar en Adidas de inmediato, por lo que no me dio tiempo a sufrir ese problema de desubicación que tienen algunos deportistas al retirarse«, indica el ahora directivo de una importante empresa aseguradora.MÁS DESPUÉS DE… noticia Si Patricia Castro: De campeona en la piscina a maquinista de Renfe noticia No Jota Peleteiro, de los campos de fútbol a líder del negocio agrícola noticia Si Dani Ballart, del bañador al ‘paleotraining’ noticia Si Jordi Villacampa, de la Penya a salvar refugiados noticia Si Duane da Rocha: nadar, ganar medallas, sentirse sola, deprimirse… dejarlo todo para ser azafata noticia Si Javier Moracho: de pasar vallas a vender ciclismo«Después de una etapa en Porcelanosa, opté a una plaza en Willis Towers Watson, una multinacional del sector de los seguros, y pasé a dirigir la delegación de Aragón. Es un puesto muy entretenido, porque cada día estamos hablando de un producto distinto, desde asegurar conciertos o eventos deportivos a productos aeronáuticos. Estoy muy contento aquí y, aunque ya tengo 64 años, no pienso en jubilarme en absoluto. Voy día a día y mientras tenga ilusión cada mañana, seguiré al pie del cañón». Porque motivos para estimularse no le faltan. «Juego al tenis, al pádel y al golf y me encanta disfrutar de mi familia y de mis nietos. Soy de lo más activo y no tengo tiempo para aburrirme», finaliza.