Oughourlian hasta la Costa Brava y Javier Godó hasta el final

Prisa se portó y a pesar de llevar cinco años sin repartir dividendos pagó un precio justo para adquirir el 20% del capital de la división de Radio que mantenía el Grupo Godó. Javier quedó muy agradecido por la pulcritud y por la rapidez en el pago y cuando se enteró de que Prisa quería posicionarse en Cataluña organizando unas jornadas económicas parecidas a las del Cercle de Economía se ofreció para organizarlas a través de su empresa de eventos. Como siempre Javier, con una mano agradecía y con la otra controlaba, y a la vez que facilitaba el aterrizaje de Prisa en la sociedad catalana, lo supervisaba y ataba en corto al que no deja de ser, pese a la gratitud y a una larga historia compartida, un competidor directo. Las jornadas iban a durar dos días, entre el 14 y el 15 de octubre, bajo el título de World In Progress, e iban a celebrarse un año en Barcelona y otro en Madrid. Era la primera vez que Prisa y Godó se unían para organizar un acto de estas características y las reacciones no se hicieron esperar. El primer enfado fue el de Pedro J. Ramírez, editor del Español, que organiza unas jornadas parecidas bajo el nombre de Wake Up Spain. El primer rumor fue que esta operación conjunta era el primer paso de algo más y tambores de fusión –y de compra– empezaron a sonar. Para entender a Javier Godó Muntañola, Tercer Conde de Godó y Grande de España (Barcelona, 1941) hay que entender su gratitud y su mano tendida, fraternal y empresarial a la vez, facilitadora y vigilante, y también que una persona de su trayectoria –y de su sentido del humor– está por encima de las maledicencias y de los rumores. Le gusta saberlos, y jugar a que se los cree para mantener a raya a su entorno, pero los sobrevuela siempre. El presidente de Prisa, Joseph Oughourlian, de otra edad, de otra cultura empresarial y sobre todo de otros modales, pasó parte de sus vacaciones veraniegas en Cataluña y explicó a quien quiso escucharle que las jornadas del World in Progress eran efectivamente la puerta abierta a quedarse con el Grupo Godó, y lo que eran rumores se convirtieron en mensajes directos que llegaron al director de La Vanguardia, Jordi Juan, que los trasladó inmediatamente a su editor, alertando del peligro que la independencia empresarial del Grupo quedara comprometida o en entredicho.La fantasía de hacerse con ‘La Vanguardia’ es una constante en la historia de España. El Opus Dei y los tecnócratas de Laureano López Rodó, el banquero Mario Conde a través de Antena 3, y algunos empresarios independentistas a través de José Antich, director de La Vanguardia entre 2000 y 2013, precedieron a Oughourlian en el intento. La respuesta de Javier a las bravuconadas veraniegas de Oughourlian ha sido suspender las jornadas de octubre para mandar el mensaje inequívoco de que el Grupo Godó no está en venta. La determinación de Jordi Juan ha sido decisiva para el golpe de timón del editor, como lo fue en su día la del entonces director Juan Tapia, y su director adjunto, Lluís Foix, para parar los pies a Mario Conde.Los Godó conservan siempre y por encima de cualquier otra cosa su instinto de propiedad, y cada vez que se especula con que el editor heredero se desentenderá del negocio y lo venderá, tales profecías quedan desmentidas por una realidad más que centenaria. Javier Godó continúa al mando de su grupo, asistiendo cada día a su despacho y ocupándose del día a día de la empresa, con la colaboración de su hijo Carlos. En tiempos de incertidumbre económica, política y social, y de confusión acerca de cómo el negocio de los medios de comunicación tendría que ser, el Grupo Godó se mantiene fiel a su idea, la propiedad no ha cambiado nunca de familia y los que se han enfrentado tanto a ‘La Vanguardia’ como a su editor han perdido siempre y no han sido capaces de hacer nada mejor. Hay pocos periódicos generalistas en el mundo que conserven el grado de influencia que ‘La Vanguardia’ tiene entre el público al que se dirige, y es el único periódico –junto a ‘El País’, otra vez de vuelta a Prisa– que el Gobierno se toma en serio, en todas las dimensiones que esto implica, que son muchas. Noticia Relacionada todo irá bien opinion Si Los pómulos de Pablo Motos Salvador Sostres Cuando dejamos de conocer el mundo dejamos de merecerloLa obra empresarial de Joseph Oughourlian tiene un gran mérito y sería absurdo negarlo. Su gusto por los deportes guarda relación con sus reflejos, su capacidad competitiva y la prontitud con que sabe adaptarse a lo nuevo. Pero por remarcable que sea su éxito tendría que respetar a los que llevan mucho más tiempo, y muchos más sobresaltos, y muchos más aciertos abriendo espacios de libertad, de creatividad y de riqueza. Todos fuimos jóvenes alguna vez y todos cometimos los mismos errores de arrogancia y de imprudencia, pero los retos que tienen por delante el señor Oughourlian son demasiado importantes para que los pierda de entrada por la que fin de cuentas es una burda palabrería incontinente. Además, a la hora de plantear fusiones o compras, tendría que partir del sentido de realidad y todo el mundo sabe que Prisa es una empresa con deudas millonarias –y cuando digo millonarias no me refiero a millones sino a cientos de millones de euros– y en cambio el Grupo Godó tiene sus cuentas perfectamente saneadas y no debe absolutamente nada a nadie. ¿Quién podría comprar a quién? Ya sé que Cataluña es una tierra propicia a la fantasmada, aunque las cosas hayan mejorado, pero hasta cuando estás en bermudas en la Costa Brava has de procurar que las olas que tú provocas no acaben hundiendo tu propio barco. Desde que Javier Godó se convirtió en el editor de ‘La Vanguardia’ ha habido por lo menos cuatro generaciones de políticos catalanes que se sintieron muy importantes, casi omnipotentes, y que lo único que no pudieron controlar del todo fue ‘La Vanguardia’. Todos ellos, desde Prenafeta hasta David Madí, desde José Zaragoza a Jaume Giró, creyeron que podrían hacerse con el control del periódico. La realidad es que estos políticos ya no existen ni son nada en el imaginario de nadie y Javier Godó continúa siendo el editor de ‘La Vanguardia’.

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