Por fin, una función social
Respeto mucho a la alcaldesa de Lugo. Y le tengo afecto personal. Pero no la creo cuando dice que el auditorio estará listo para San Froilán. Alguien que parece saberlo con certeza me asegura que la nonata construcción cumple al fin una función social: acoge a varios okupas. ¡Loado sea Dios! Ya iba siendo hora. Por fin, esta alocada e inane gobernanza municipal hace algo útil. Por fin, su superlativa (aunque costosísima) incompetencia cristaliza en un servicio de atención a los sin techo. El problema que no solucionan ni una ministra ni una conselleira lo resuelve un auditorio sin desvirgar.A falta de pisos sociales (nuestro homenaje de recuerdo y admiración a los planes del ministro Arrese, a aquel Instituto Nacional de la Vivienda, a aquella Obra Social del Hogar), démosle utilidad de una puñetera vez a los auditorios inservibles, a los templos cerrados, a los cuarteles decaídos, a los chalés de los ricos y a los locales públicos agrietados por la falta de uso.Esperemos que entre los okupantes del auditorio lucense haya menores de edad que refuercen a los nuevos inquilinos en su condición de familias vulnerables, es decir, intocables y beneficiarias de la gratuidad universal: agua, luz, alimentación, recogida de basuras, renta de inserción social (vulgo, Risga), escolarización preferente, etcétera. Y confiemos también en que la policía local cumpla con estos okupas la labor de protección que, por lo visto, les garantizan las leyes del régimen sanchista. Y que jueces y fuerza pública los amparen en su derecho a una vivienda digna y libre de gastos e impidan cualquier tentativa de desalojo por la fuerza.El auditorio ha encontrado por fin su razón de existencia, su utilidad benéfica y sentido social. Frente a la ineptitud de las administraciones, jarabe democrático aplicado al estreñimiento inmobiliario. ¿No era eso lo que querían los gilipollas de Galapagar?