Las acusaciones contra la saliente cónsul de Colombia en Cancún
Cuando Carmen intenta hacer memoria de las veces en las que se sintió humillada por María Soledad Garzón, entonces cónsul de Colombia en la ciudad de Cancún, su malestar es inmediato. “Recordar esos momentos es difícil. Aún tengo ansiedad, no ha sido fácil”, dice en una conversación en la turística capital del Estado de Quintana Roo. La mujer había trabajado en esa misma delegación en la anterior administración. Su labor no era nueva para ella, pero sí lo eran los comentarios de su jefa sobre su peso, sobre su forma de coger las cosas, sobre el tiempo que se tomaba para almorzar. Carmen, quien tenía funciones de servicios generales de la sede de la Cancillería, por petición de Garzón, se encargó hasta de hacerle mercado y almuerzos especiales por su dieta. Relatos similares, de constantes malos tratos a empleados, los narran Marta, Lucia y Ana, quienes comparten sus testimonios en exclusiva con este periódico, pero piden proteger sus identidades por miedo a represalias legales de Garzón. Todas han interpuesto quejas disciplinarias en contra de la mujer.