En las entrañas del true crime español que sacude Netflix
En una de las escenas más impactantes de la segunda temporada de ‘La chica de nieve: El juego del alma’, una joven estudiante, menor de edad, aparece desnuda, crucificada y llena de sangre en un edificio abandonado. Hay otras, aunque duele más lo que no se ve de forma explícita pero se intuye en la adaptación de Netflix de la novela de Javier Castillo, como el recurrente ‘flashback’ que desvela a su protagonista, interpretada por Milena Smit: la arena húmeda, las olas del mar y la playa de noche nunca volverán a tener el mismo sentido después del trauma que atormenta a su Miren, una joven periodista de ‘Diario Sur’ que fue drogada y violada.Noticia Relacionada estandar No ‘La chica de nieve’, en las entrañas del nuevo fenómeno español de Netflix Lucía M. Cabanelas La serie, adaptación del ‘best-seller’ de Javier Castillo, está protagonizada por Milena Smit y José Coronado. ABC asistió al rodaje madrileño de la ficción, sobre la desaparición de una niña en la Cabalgata de ReyesSacudirse los fantasmas del trabajo puede parecer difícil cuando uno está tan metido en los horrores del personaje, pero no lo fue para los protagonistas del fenómeno de Netflix. Aunque ‘El juego del alma’, más macabra que ‘La chica de nieve’, sube el nivel de oscuridad, cuando sonaba «¡Corten!», el reparto, por salud mental, olvidaba las angustias de la trama. «Hay momentos de tanta intensidad y de trama tan profunda que necesitas un poquito de mecanismos de distensión. El nuestro era el parchís, literalmente, jugábamos al parchís entre secuencias, en descansillos, dejábamos partidas a medias», confiesa Miki Esparbé, sin el chupa chups que apura su personaje, un redactor comprometido con la trama Gürtel que vuelve a Málaga. –Me hacía un montón de trucos de magia –revela Smit, riéndose.–Sé hacer tres memeces –interrumpe él, con modestia. –Que no, que es verdad. Se lo curraba un montón y llegaba y me decía, en el momento en el que menos me lo esperaba: ‘A ver, vamos a hacer una cosa. Me hacía ahí un truco. A mí el que más me flipaba era el de los números en el móvil –dice ella, imitándolo con un teléfono imaginario. –Bueno…–Ah, y hacíamos luego algún plan cuando no teníamos que empezar muy pronto y acabábamos derruidos –sigue Smit.Lo que hiciera falta para que la actriz, en su primer gran papel protagónico, no se quedara atrapada en la ficción y en sus infamias. «El encargo más duro a nivel de intensidad lo tenía Milena. De hecho, hay parte de la trama que no compartimos y cuando pude ver el trabajo que hizo, le dije: ‘Hostia, amiga, lo que te has llevado ahí’. Tenía mucho mérito. Es muy difícil lo que hace en la recta final. Es muy loco, te obliga a tener los pies en el suelo y a dosificar mucho la energía», concede Esparbé. No hay resistencia entre ambos, que ríen, se abrazan, se buscan e incluso descansan sobre el hombro del otro, todo lo contrario que sus personajes, tirantes en un principio por la alianza forzosa que les encomienda el director del ‘Sur’ de Málaga. Será que todo lo acalla el ruido de las rotativas de Rotomadrid, donde se tiran sin descanso folletos, revistas y periódicos y el lugar donde les cita ABC no para jugar, como la inquietante dinámica que deja un rastro de víctimas en la serie, sino para hablar, de ‘La chica de nieve’ pero también de abusos, dentro y fuera de pantalla. —Ha sido de las peores experiencias de mi vida –bromea el actor, de 41 años. Ella le da una palmada, riendo.–Siempre aspiras a encontrar ese punto de conexión con el compañero que te toque trabajar, y en este caso ese vínculo se forjó muy rápido y era supernatural. Teníamos muchos amigos en común, siempre nos decían: ‘Ah, que vais a trabajar juntos’ y tal… Nos conocíamos de ‘hola, qué tal’ y poco más, por la profesión, pero ha sido muy fácil –señala Esparbé.La complicidad es evidente. Y no estorba, todo lo contrario, la alargada sombra de Jose Coronado, mentor en la primera temporada de ‘La chica de nieve’ y fugaz ‘cameo’ en ‘El juego del alma’… Los protagonistas de la segunda temporada de ‘La chica de nieve’, en Rotomadrid Belén DíazBromas aparte fuera de cámaras, hay poco lugar para el respiro en la trepidante segunda temporada de la adaptación de Castillo, pero Milena Smit , a sus 28 años, admite tener más claves que en la primera para enfrentarse a ello. Su Miren sigue incapaz de separar lo personal de lo profesional, condenada por su propio sufrimiento a revivir en cada caso que investiga su pasado, empujada inevitablemente a desobedecer cuando, por intuición, considera primero a la víctima, luego el reportaje. «En la primera temporada me sentía muy atada. Llegaba a casa y me derrumbada por el peso de mi personaje; tampoco tenía las herramientas necesarias para poder separarme. Ahora lo tengo más trabajado y me siento más cómoda con ello», explica, tocando la bobina de papel del taller. A pesar de la intensidad, el thriller pone cuidado en los temas que trata. «Hay escenas delicadas, pero no una narración morbosa», comenta Esparbé. Y eso es importante, porque la violencia está cada vez más asumida. «Rodarlo no es nada traumático, al final estamos haciendo cine y series, cosas que no están pasando de verdad, pero hay un trabajo emocional detrás, de estar removiendo, con casos basados en hechos reales o no, muchos feminicidios, muchas víctimas, sobre todo niños. A mí me cuesta cada vez un poco más, no me gustaría contribuir a normalizar un estado que no sé hasta qué punto alimenta o frivoliza muchas situaciones que son graves», reconoce Smit.Noticia Relacionada estandar No ‘La chica de nieve’, más drama que thriller en el nuevo fenómeno español Lucía M. Cabanelas Milena Smit protagoniza la serie de Netflix, que adapta el éxito editorial del escritor Javier CastilloMientras, ‘La chica de nieve: El juego del alma’, ya disponible en Netflix, remueve el avispero de los abusos, de poder, sexuales. Cuyas víctimas, como en la serie, a veces son menores, y otras están más cerca de lo que parece. «Cuando trabajas en esta industria, siempre acabas viviendo o presenciando algún caso, por desgracia. Por suerte, el punto de partida antiguo de ‘ya nadie se va a enterar’ lo hemos pasado. Sigue sucediendo, pero ahora estamos hablando de ello. Y espero que sigamos haciéndolo cada vez con más fuerza y que podamos protegernos entre nosotras y podamos hablar más alto y sin miedo. Porque es el problema, que estamos muy condicionadas a cuáles pueden ser las consecuencias ante una situación de la que encima somos víctimas. Es absurdo, es injusto y es muy triste que a día de hoy tengamos que seguir lidiando con esto», reclama Smit.