La sociedad que tenemos

La sociedad en que vivimos evoluciona —no ha dejado de hacerlo a lo largo del tiempo—a una velocidad extraordinaria. Sin duda, esa es una de sus señas de identidad. Lo que antes se mantenía en vigor durante generaciones, ahora queda obsoleto en muy poco tiempo. En el terreno de lo que genéricamente conocemos como nuevas tecnologías los cambios se producen a una velocidad que asombra. Hace poco más de un cuarto de siglo, en la última década de la pasada centuria, los teléfonos móviles eran una novedad. Servían para hacer y recibir llamadas, su función desde que el italiano Meucci o el escoces Bell hicieron funcionar el primer aparato y el segundo de ellos creó la Bell Telephone Company había sido esa. Noticia Relacionada Desde Simblia opinion Si La defensa, según Sánchez José Calvo Poyato Tal vez las inversiones en Córdoba previstas por el ministerio de Defensa no corran tanto riesgo como podría deducirse de las palabras de Sánchez ante los embajadoresTenían un notable tamaño, poco menor que el de un ladrillo de los utilizados en construcción. Hasta llegar a hoy los cambios se han sucedido sin cesar. Permitieron enviar mensajes de texto, luego imágenes, más tarde videos… Hoy con ellos en el bolsillo llevamos una asombrosa cantidad de información y es posible realizar cosas, consideradas prodigiosas, que buena parte de los usuarios ignoramos. Sus pantallas, muy pequeñas en los orígenes, fueron ganando tamaño y sus imágenes nitidez. Por esas mismas fechas los ordenadores, llamados entonces computadoras, fueron disminuyendo su tamaño, ganando velocidad y simplificando su uso, si bien a las personas de cierta edad nos cuesta gran trabajo. Esos cambios tecnológicos han venido acompañados de cambios sociales que empiezan a preocupar. El aislamiento respecto a las relaciones físicas es una realidad. Los jóvenes a edad muy temprana y los menos jóvenes también utilizan el teléfono móvil de forma continua y lo hacen en detrimento de la comunicación presencial. Los adelantos tecnológicos han hecho la vida más fácil, pero la afectan de forma negativa, según nos dicen los sociólogos. Ese aislamiento en una sociedad hiper controlada está creando hábitos y comportamientos nocivos. Las consultas de los psicólogos están cada vez mas concurridas —hace poco tiempo acudir al psicólogo era algo que los españoles veíamos en las películas americanas— y ese aislamiento provoca soledad, las familias son cada vez menos numerosas. Los perros están siendo el sustitutivo de la falta de hijos y en Córdoba tenemos más perros que niños, al tiempo que la natalidad desciende de una forma alarmante. Incluso el comportamiento de esos niños resulta extraño para los adultos. Un ejemplo que es cada vez más frecuente, según me informan, es ya un hábito, es el sucedido en un colegio cordobés y que, supongo no será exclusivo de aquí, cuando un alumno al que se le cae el lápiz y le dice a la maestra: «Seño, me quieres coger el lápiz que se me ha caído». Nuevas tecnologías y nuevos comportamientos. Es sólo un ejemplo, pero la vida ha evolucionado mucho en los últimos años.

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