Lluvia mafiosa de balas en la Costa del Sol

El pasado 7 de diciembre un hombre de 30 años murió al recibir varios disparos en la cabeza. El incidente ocurrió en plena calle, de madrugada, en Fuengirola (Málaga, 83.226 habitantes). A primera hora de la mañana siguiente, cuando los fotógrafos se acercaron a cubrir la noticia, aún había restos de sangre en el pavimento. El asesinato supuso el fin a un periodo de varios meses de calma tensa en la zona desde que en abril el Ministerio del Interior impulsara el llamado Plan Marbella. Era la respuesta a ocho incidentes con armas de fuego registrados en apenas unas semanas a principios de año, un operativo que fue extendiéndose como una mancha de aceite por Estepona, Fuengirola, Torremolinos y Benalmádena, que forman un mismo ecosistema tanto turístico como criminal. La omnipresencia policial en la zona calmó los ánimos de los narcotraficantes durante el verano. Hasta que los tiroteos volvieron por Navidad. Cuatro en el último mes. Todos están esclarecidos ya, pero ¿qué ha pasado para que vuelvan las balas?

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Clima, calidad de vida y Ferraris

Aunque sí más frecuentes en los últimos años, los incidentes con disparos son habituales en Marbella desde hace décadas. Y lo son porque este territorio cumple todas las condiciones que son necesarias para el asentamiento del crimen organizado. Se ubica frente al principal productor mundial de hachís, Marruecos; junto a uno de los principales puertos de mercancías (y cocaína) de Europa, Algeciras; y a un paso de Gibraltar, que ya no es considerado paraíso fiscal pero que, en opinión de las fuerzas policiales, tampoco ofrece todas las facilidades para controlar el dinero que se vincula al narcotráfico. La ciudad, además, convence a los capos mafiosos con los mismos argumentos que al turismo: fantástico clima, calidad de vida, buenas comunicaciones por carretera y un aeropuerto a 45 minutos con 150 conexiones internacionales. “Y un último condicionante. Tener un Ferrari en Marbella no es algo excepcional, pasas perfectamente desapercibido”. Y nunca se sabe si el dinero de quien va al volante tiene un origen lícito o ilícito: el anonimato es otra de las claves. Por eso no solo hay narcos en la zona. También hay delincuentes de todo tipo, desde los que estafan con criptomonedas a fugitivos de medio planeta, como los tres miembros de la camorra napolitana detenidos la semana pasada. 

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