La desconfianza de Juan Carlos I en el jefe de la Casa del Rey: «Sabino cuenta cosas»

Todo se empezó a torcer en los primeros años 90. Sólo dos personas con responsabilidad institucional fueron capaces de decirle a Don Juan Carlos que algo en su conducta estaba fallando y que el Rey de la Transición, el político admirado por el mundo entero porque había llevado España del franquismo a la democracia en tiempo récord, estaba incumpliendo «sus obligaciones», tanto en el ámbito institucional como en el familiar. El primero fue el teniente general Emilio Alonso Manglano, director del Cesid y leal consejero del Rey. Se lo planteó en una audiencia el 6 de septiembre de 1990, y Don Juan Carlos respondió: «Se me tiene que hablar claro».El segundo es el general Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa del Rey desde el 22 de enero de ese mismo año en sustitución de Nicolás de Cotoner y Cotoner, marqués de Mondéjar. Sólo dos años después de su nombramiento, la relación con el Rey se ha deteriorado. El jefe del Estado ha empezado a desconfiar del general y así se lo confiesa el jefe del Estado a Alonso Manglano: «He llegado a la conclusión de que Sabino habla demasiado. Son muchas las personas que me han comentado que cuenta cosas de mí».Noticia Relacionada estandar No Juan Carlos I, casi medio siglo atrapado en su aventura con Bárbara Rey Angie Calero La artista confirmó en 2023 la relación, que tuvo dos etapas, a finales de los 70 y a principios de los 90Según se desvela en ‘El jefe de los espías’, la biografía que recoge las anotaciones que Manglano tomó durante sus años en el Centro, el asunto Sabino fue el tema central de una audiencia que mantuvo con el Rey el 13 de octubre de 1992: -Está contando muchas cosas, indiscreciones -afirma el Rey-.-No se sabe si cuando opina sobre un asunto le dice a usted lo que opina o le dice lo que le gustaría escuchar -interviene Manglano- y luego se queja. -Al presidente del Gobierno le dije que estaba cansado de Sabino. Él me contestó que los temas de prensa se estaban llevando mal.«Hay preocupación»Aquella audiencia en la que Don Juan Carlos le confiesa su desazón acaba con una conclusión que Manglano recoge en sus notas: «Hay que buscar el relevo. No todo el equipo, sino cambiar a Sabino». Sin embargo, la decisión no llega hasta el 8 de enero de 1993, y el propio Sabino participa en la búsqueda de su sustituto. El 16 de julio de 1992, Sabino Fernández Campo almuerza con Manglano y se confiesa: «La Reina se pasa, aunque cumple ejemplarmente. Yo no quiero irme mal, pero me encuentro cansado. Para preparar mi sucesión hay tres aspectos: la relación (de los Reyes con el Gobierno), la relación con la sociedad y la vida dentro de la Zarzuela. Este es el más complicado de los tres. Hay que a aceptarlos como son. Hay que ver la situación del Rey y la Reina, el Príncipe está serio y Elena y Cristina no quieren estar en casa». En ese año 92 a Sabino Fernández Campo le preocupa la conducta del Rey. El asunto es muy delicado y en los mentideros empieza a comentarse los «cotilleos» sobre el Rey, como le confiesa a Manglano ya un año antes el número dos de Sabino y diplomático José Joaquín Puig de la Bellacasa. También está atento el Gobierno, como le reconoce el ministro de Defensa, Julián García Vargas: «Hay preocupación por los temas económicos del Rey. Los de faldas no tienen importancia». Este es el contexto en el que se producen las grabaciones de audio que han trascendido esta semana y en las que Don Juan Carlos le confía a Bárbara Rey su malestar con Fernández Campo, al que reprocha haberse convertido en «el pañuelo de la Reina» y le acusa además de estar «largando» sobre su vida, una convicción que despertó su desconfianza. «Estoy sufriendo ahora las cosas de Sabino y palabra de honor, me río, cariño, de Alfonso Armada. Siete años de cárcel (Armada), se ha ido a su pazo de Galicia y el tío jamás ha dicho una palabra. En cambio este (Sabino) está largando…», le reconoce Don Juan Carlos a la actriz.El golpe de Estado del 23-F fue el día en el que el Juan Carlos I se consolidó definitivamente, cinco años después de su proclamación. Aquella noche, el Monarca frenó una intentona golpista que acabó con el general Armada condenado a 30 años de prisión, aunque en 1988 fue indultado por el Gobierno de Felipe González. Desde entonces, es cierto que Armada se mantuvo en silencio y se retiró a su Galicia natal con el mayor de los desprestigios: intentar ser nombrado presidente de un Gobierno de concentración para sustituir al de Adolfo Suárez, democráticamente elegido, y hacerlo por la vía del secuestro del Parlamento y con el apoyo principal de Antonio Tejero. InvolucionismoEl fracaso del 23-F supuso la consolidación de la democracia y la trayectoria del Rey alcanzó su cenit. La inmensa mayoría de la sociedad, clase política incluida, se reagrupó en torno al modelo democrático que surgió de la Transición, pero eso no significa que en los años posteriores no continuaran produciéndose movimientos involucionistas. De hecho, cuando tras el golpe de Estado el ministro de Defensa de Leopoldo Calvo-Sotelo, Alberto Oliart, designó a Manglano director del Cesid le encargó que vigilara muy de cerca todos esos movimientos antidemocráticos que tenían lugar principalmente en los cuarteles, aunque no sólo.Según las notas del general Manglano, en los años posteriores hubo tres tipos de movimientos, que él agrupó con nomenclatura propia de la Inteligencia: «H1, civiles con voluntad de golpe y pretensión de actuar», «H2, militares que buscan fomentar la división en el Ejército» y «H3, presión institucional». Además, hubo otro intento de golpe que el Cesid consiguió neutralizar y que tenía como objetivo actuar el 27 de octubre de 1982. Exactamente la víspera de la victoria electoral de Felipe González por primera vez en democracia.

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