Muriel Romero: «La pugna entre ballet clásico y danza contemporánea ya es algo pasado»
¿Ilusionada? «Muy ilusionada» ¿Y asustada? «Hay días que sí; presenté el proyecto sin mayores expectativas, y cuando lo aprobaron, estuve una semana o diez días con el estómago encogido. Pero después te pones a trabajar y se pasa. Llevo un verano muy intenso, llamando a gente e intentando conseguir el sí de coreógrafos y de otra gente a la que quiero traer». Quien habla así es Muriel Romero (Murcia, 1972), la nueva directora de la Compañía Nacional de Danza , cargo para el que fue elegida por el Ministerio de Cultura en julio pasado y al que se incorporó apenas hace tres semanas.Para la bailarina y coreógrafa supone la vuelta a la compañía en la que destacó hace más de treinta años -entró en ella con 16 años, cuando la dirigía Maya Plisetskaya – y a la que regresó, tras bailar en Alemania, en 1995, ya bajo la batuta de Nacho Duato , y donde permaneció durante cinco años. «Por ello sentía el deber de presentar un proyecto», asegura Muriel Romero. Y ese proyecto, que ayer presentó en público, es su mayor preocupación en estos momentos, asegura: «Traer a la gente que quiero traer, que es muy diversa y que son unos grandes coreógrafos; apoyar la creación emergente, la creación de grandes mujeres coreógrafas que no han tenido la oportunidad de trabajar con esta compañía; potenciar el diálogo, la convergencia con otras artes; ser un laboratorio con el cuerpo como centro. Es muy emocionante, dirigir una compañía así, de cien personas, te cambia la vida».La Compañía Nacional de Danza, que en cuatro años cumplirá cincuenta de vida -Muriel Romero ya está empezando a hilvanar la celebración-, ha tenido una singladura llena de cambios bruscos de timón, marejadas y fuertes temporales que hicieron zozobrar en más de una ocasión la embarcación. ¿Qué le sirve a la nueva directora de la etapa anterior? «Me sirve lo que son múltiples lenguajes, múltiples coreógrafos y múltiples estilos. No me sirve solo un autor. Yo soy coreógrafa, pero también he sido intérprete y a los once años me cogí mi maletita para estudiar en Madrid, y lo mismo hice con diecisiete cuando me fui a Alemania; siempre en búsqueda de los lenguajes. A mí me ha movido siempre esa necesidad que tiene el intérprete de cosas nuevas, y lo que yo quiero aportar a la Compañía Nacional de Danza es la multidisciplinaridad de estilos, de formas de ver el cuerpo y la danza, el arte y el movimiento desde diferentes ángulos».La CND no va a ser una compañía de autor. Yo estoy al servicio de la compañía. Estos cinco u ocho años, lo que dure, estaré a su servicio, no la CND al míoMuriel Romero ha comenzado su dirección con la mitad de efectivos (veinticuatro bailarines han dejado la compañía al estar sus contratos vinculados al anterior director artístico, Joaquín de Luz). A principios de octubre se realizarán audiciones para cubrir estas plazas (y dos más). «Hemos intentado adaptarnos estas dos semanas… y las que quedan, ensayando un poco del repertorio de los dos programas previstos y comprometidos: ‘ La Sylphide ‘, que bailaremos en la Zarzuela en diciembre; y ‘ Don Quixote ‘, que llevaremos al Teatro Real en febrero de 2025. Pero también hemos empezado a dar clases de improvisación. Para mí es importantísimo que el bailarín también tenga un nivel de improvisación y también un mundo imaginario. Tenemos que despertar al artista, no podemos olvidarnos de reflexionar, de pensar, de imaginar. Los bailarines no han de ser solo meros ejecutantes, y para ello hay que crear un ambiente de juego, de creatividad… Un buen ejemplo es William Forsythe ; su trabajo era un laboratorio de creación y de movimiento. Pero no quiero que eso se haga con un solo autor».La nueva directora de la Compañía Nacional de Danza no vivió -se fue al Bayerische Staatsballett de Múnich- el enconado enfrentamiento entre partidarios del ballet clásico y Nacho Duato , que abandonó este estilo durante su etapa al frente del conjunto. «Todo eso, lo de clásico-no clásico, ya está pasado. Estamos en otro momento, hay que evolucionar. Hoy en día todos los lenguajes tienen cabida, estamos en un mundo interdisciplinar, en el que todo se funde. Si hablamos de tecnología, yo llevo quince años utilizándola en mis coreografías, y la voy a utilizar seguro en algún trabajo; pero lo más importante, siempre, es el cuerpo. Lo que yo puedo aportar es que esos cuerpos puedan interactuar con la luz, con el sonido, con la escenografía. Otros coreógrafos aportarán otras cosas».’Fuga de puntas’Es tajante cuando asegura que su proyecto no prevé una « fuga de puntas » -en paralelismo con la ‘fuga de cerebros’-. «No podemos permitirnos otra vez quitarle las zapatillas de puntas a esta compañía. Yo he luchado mucho, he dado muchas clases de clásico en puntas y he creado muchas coreografías en punta -que se han quedado en el conservatorio-». Entre sus ilusiones está el traer dos coreografías de estilo clásico: ‘Onegin’, de John Cranko , y ‘Symphony in C’, de Balanchine . «Se necesita un gran elenco y mucho trabajo, pero por intentarlo que no quede». Subraya la directora que la CND no va a ser una compañía de autor. «Yo estoy al servicio de la compañía. Estos cinco u ocho años, lo que dure, estaré a su servicio, no la CND al mío. He tenido una carrera como bailarina y como coreógrafa, y cuando deje esta compañía seguiré con ella y retomaré mi propia compañía o volveré al conservatorio… Seguiré haciendo lo que me apetezca, pero cuando entras en esta casa lo haces para aportar, para sumar a todo el trabajo increíble que han llevado a cabo mis predecesores y predecesoras…»