Presupuesto 2050
En el célebre acto de presentación del plan ‘España 2050’, donde Pedro Sánchez dijo que había tenido «ocasión de poder conocer en primera persona» a Barrabés y habló de su encomiable trayectoria a partir de «un negocio familiar de material de montaña en Benasque», el presidente empezó a recitar en su subconsciente la antigua letra de la soleá: «Acuérdate cuanto entonces / bajabas descalzo a verme / y ahora no me conoces». Ante el juez Peinado tuvo otro repentino cambio de opinión. Pero sobre todo en aquel guateque de la España del futuro que Sánchez nos ha diseñado también se esbozó, además del ‘no sé de quién me hablas’, un cronograma perfecto del país que nos pretende legar. Su idea es convertirnos en una sociedad «neutra en carbono, sostenible y resiliente al cambio climático» para «generar, a partir de un diálogo multi-actor, una Estrategia Nacional de Largo Plazo, que nos permita fijar prioridades, coordinar esfuerzos, y garantizar la prosperidad y el bienestar de nuestra ciudadanía en el futuro». Todo esto, en yuxtaposición con la salvadora Agenda 2030 y sus objetivos de desarrollo sostenible, nos va a conducir inevitablemente al edén del progreso. Pero Sánchez se olvidó de citar algunos detalles que también forman parte de su Plan de Recuperación. Son tantas cosas y tan buenas todas que no se pueden abordar en un solo documento. Por ejemplo, se le pasó citar su proyecto denominado Presupuesto 2050, que es una herramienta de política de vanguardia, pensada para el avance común y pionera en España. Consiste en prorrogar el presupuesto estatal gobernando si hace falta sin el concurso del Legislativo –esta parte sí la ha comentado ya el presidente– hasta alcanzar la convivencia en Cataluña, a la que se concederá un cupo fiscal que, por supuesto, es lo mejor que le ha podido pasar al resto de comunidades, que se podrán beneficiar de una quita de la deuda que ríase usted de la amnistía fiscal de Montoro. Bienvenidos a la fiesta de los ineptos y manirrotos, a los que el Gobierno quiere conceder una segunda oportunidad. Igualdad ante todo. No vaya a ser que los cumplidores se conviertan en una casta. Sánchez ha retrasado la negociación de las cuentas con Puigdemont en Suiza porque está diseñando nuestro desarrollo. Y tiene razón cuando se queja de que le está frenando la derecha. Junts es la derecha, ¿no? Que ya está uno perdido. Si alguien les cuenta que el fugado está poniendo condiciones del mismo pelaje que las del catedrático de derechos humanos Zapatero a Edmundo González , no se lo crea. Es Sánchez el que ha decidido darse más tiempo para negociar un acuerdo presupuestario que rescate a España de la desigualdad, la colonización de las instituciones, el ataque a la Justicia, los bulos y todas las amenazas que nos acechan desde la fachosfera. Hasta Barrabés –¿ese quién es?– sabe que el Presupuesto 2050 es troncal en ese documento sanchista que nos alerta, menos mal, de que hay que sustituir «las profecías de lo inevitable por las prognosis de lo posible». ¡Acabáramos!