Un ingeniero que exporta pisto a ocho países o cómo las segundas generaciones revolucionan las pymes

Hay familias que desmontan el mito de que las segundas partes nunca fueron buenas . Aunque la estadística juegue en su contra (el 70% de las compañías no sobrevive a la primera toma de relevo), los hijos de los fundadores de las pequeñas y medianas empresas a veces son claves para revolucionar el negocio.  En Sevilla hay buenos ejemplos.Es el caso de Olimpro, la firma de los hijos de un heladero a los que su padre prohibía consumir a diario su producto . Ahora ellos triunfan en las tiendas de nutrición deportiva con helados bajos en calorías y «saludables». Tierra Palaciega es la historia de cómo un ingeniero criado entre las tomateras de Los Palacios decide convertir el producto familiar en mermeladas o pistos gourmet y consigue exportarlos a ocho países . Quesos y Besos es el proyecto de una familia que se hartó de malvender la leche de sus cabras y ahora tiene lácteos premiados que se han hecho incluso con el galardón más prestigioso del mundo.Helados «sin calorías» para comer todos los díasPablo y Álvaro Valladares son dos hermanos de Pilas que, de niños, adoraban los helados que elaboraba su padre. Sin embargo, este quería que los pequeños cuidaran su alimentación y solo les permitía disfrutarlos en ocasiones especiales. Ya de adolescentes, ambos se pusieron manos a la obra y empezaron a fabricar helados bajos en calorías «que te puedes comer todos los días». Sus amigos les encargaban las elaboraciones así que decidieron crear Olimpro para vender sus helados. En la actualidad, cuentan con 16 sabores se han hecho un hueco en 300 establecimientos , la mayoría tiendas especializadas en nutrición y centros deportivos. El local más especial en el que están presentes es la heladería que tiene su padre en Matalascañas. «Nuestros helados los consumen muchos jugadores de fútbol, sobre todo del Betis, y también actores», asegura Pablo.Los hermanos junto a su padre en una feria de alimentación abcLos productos tienen entre 130 y 160 calorías por cada cien gramos , un dato nutricional bastante inferior al de otras referencias del mercado. Sin embargo, Pablo insiste en que lo relevante no es solo el aporte calórico sino los ingredientes: «lo importante es que están buenos y sientan bien porque entiendes todo lo que está en nuestras etiquetas». «Nosotros somos muy disfrutones, pero nos cuidamos bastante y creemos que los placeres de la vida hay que disfrutarlos también a diario», concluye. El ingeniero que creció entre tomaterasPor su parte, José Manuel Pérez creció en Los Palacios y Villafranca . Sus padres siempre se habían dedicado al cultivo del tomate, pero él se formó como ingeniero químico. Nada más terminar su carrera lo tuvo claro: «queríamos que nuestra fritada se comiera en el mundo entero». Así creó Tierra Palaciega, una firma que vende elaboraciones gourmet elaboradas a a partir de tomate en ocho países.El plato estrella continúa siendo la fritada , que consiste en sofreír durante tres horas y media varios kilos de tomates en aceite de oliva virgen extra, acompañados de cebolla, pimiento y una pizca de sal y de azúcar. «Mis padres siempre tuvieron ganas de hacer algo con sus tomates, nunca pudieron por sus circunstancias, pero me apoyaron sin dudarlo, asegura. El 100% del tomate que emplean es de cosecha propia y, de hecho, cuando se agota su materia prima paralizan las ventas hasta que entren las nuevas existencias. Entre sus referencias hay sofrito, pisto casero y mermeladas de tomate, aunque la más vendida es el producto original: la fritada. Lleva 1,2 kilos de tomates por cada tarrito de 365 gramos. En estos momentos, esta pyme de casi diez empleados está trabajando en nuevos productos y prevé ampliar sus instalaciones en 2025.De malvender la leche a hacer quesos premiadosEl negocio Quesos y Besos es otro ejemplo de cómo la segunda generación ha revolucionado la actividad familiar. El matrimonio de Silvia Peláez y Francisco Romero se había dedicado a otras actividades profesionales. Su familia estaba cansada de malvender la leche de su ganadería a bajo precio hasta que un día ambos decidieron transformarla en quesos de autor. Empezaron a formarse en técnicas y dieron forma a las primeras creaciones, que bautizaron con nombres propios: «son como hijos para nosotros», explica Peláez, ahora gerente de este negocio. Al mismo tiempo, una hermana de Francisco se animó y tomó el relevo como ganadera de la cabaña de cabras malagueñas que les surte de la materia prima.Los ganaderos degustan el queso junto a sus nietos ABCDesde que empezaran a dar forma a sus quesos, la familia se ha hecho con varios galardones. El más prestigioso es el World Cheese Awards , un premio con el que fue reconocido el lácteo Olavidia en 2021. Este reconocimiento está considerado como el Óscar del queso porque reúne cada año a más de 4.000 aspirantes de todo el mundo.

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