Los jefes del plató
Pablo Motos y David Broncano vienen haciendo el respectivo programa nocturno, que dura también varios días, porque los dos mueven mucho artículo partidario, o no, y mucho pliego a propósito del pugilato de la audiencia. De modo que la tele está en todas partes, y ellos, Motos y Broncano , nos acompañan incluso a la hora de la siesta, porque son temario largo de otros programas, y de la radio y de los periódicos. Los presentadores son los padres de la tele, los pichichis del ‘prime time’, y van desde Jesús Hermida, que era un trueno yeyé, a Bertín Osborne , que hizo entrevistas, pero antes presentaba concursos de críos, o anunciaba jamones de ‘spot’, mientras iba sacando un rato para ir cantando por ahí, con su vaivén de chulo de casino. El presentador te sale Matías Prats o bien es un apolo que aún se sostiene, cuando llega la precalvicie, como Jesús Vázquez, que es lo que parece, un trabajador sin tontuna, un famoso nada folclórico. No es cualquier tontiloco de los que se lo montan en la tele, con carrerones que no aguantan el trimestre. Noticia Relacionada LA ALBERCA opinion Si De Quintero a Broncano Alberto García ReyesDe esos no va esta página. Ni tampoco de las chavalas, que son un éxito aparte. Matías Prats casi inventó el telediario , y está siempre ahí, hecho un puro pincel, y le acaba poniendo su propio traje a la noticia, un traje que es su voz bien cosida, por un lado, y por el otro lado una cordialidad de solapa azul marino. El presentador, si miramos lejos, es Kiko Ledgard, aquel incalculable maestro del ‘Un, dos, tres’, al que sucedió Mayra Gómez Kemp , que sabe de todo, y gasta reloj de profesionalidad. Pero no quiero irme del género del tema. El presentador, como oficio, tiene en una punta a Ramón García, Ramontxu, que hizo de la capa un empleo, y ahora está en un concurso, imitando al que fue, hace muchas épocas. La tele ha tenido presentadores de ímpetu nocturno, como Sardá, o agitadores más bien canallitas, como Pepe Navarro. Eso, y cómicos de eslora, como Buenafuente, o Wyoming. Los concursos, así en general, los suelen llevar guapos del momento que duran un rato más que los concursantes. En medio de todo está Jorge Javier, que es mejor que la chusma que a menudo lo escolta. Roberto Leal es imbatible. Yo le descubrí en el plató de Griso, y luego en una imitación del cantante Palito Ortega, durante las galas de Manel Fuentes. Hay presentadores que no son tales, sino actores, como Jesús Puente, en su momento, o bien exóticos de la elocuencia, como Jesús Quintero, entre el ‘hippie’ de ático y el marqués de arrabal. Jesús Vázquez empezó de pareja de Penélope Cruz, en el programa ‘La quinta marcha’, y luego suelta cosas de veterano de suficiente lámina, todavía: «Me estoy despidiendo de que mi cuerpo sea mi principal tarjeta de presentación». Yo no diría que Bertín ejerció de presentador, o de periodista, ni siquiera de entrevistador, sino de Bertín, y por eso logró que las gentes se descuiden en el sofá de plató, y ahí se desabrochen de dato o detalle confidencial, como si hubieran quedado un rato con un coleguita que no cambia, entre el vacile de barra y la franqueza de golfo. Quintero fue un dandi que le daba el mismo micro a un ministro y a un tronado. A Felipe González y a un piernas del noble empleo de la picaresca de esquina. Todo programa es efímero , pero el presentador no. Salvo que valga poco. Que es decir nada.