Fiesta grande en Carmona
Misa en la Iglesia prioral de Santa María en Carmona Fecha: 8 de septiembre Hora: 11:30 horas Asistencia: lleno, unas quinientas personas Preside: Jose Ignacio Arias García Exorno: más de cien velas y ramos con varas de nardos Música: capilla instrumental y coral mixtaCarmona en fiestas es una maravilla. La devoción a la Virgen de Gracia , en su festividad, es ocasión de tiros largos: el párroco (más los siete concelebrantes, el diácono y los tres monaguillos) entró con cruz alzada y la corporación bajo mazas en la iglesia prioral , abarrotada de público para la función solemne el domingo 8. Eso da idea de la solemnidad pretendida para mayor honra de la devoción carmonense por excelencia. Como dijo el celebrante, no hay más que toparse con alguien llamada Gracia para intuir que se trata de una «embajadora» de Carmona. La consejera y la viceconsejera de Cultura se unieron a la celebración religiosa, además del capitán de la Guardia Civil, el jefe de la Policía Local, el responsable de Protección Civil, el presidente del Consejo de Hermandades, los hermanos mayores… los bancos de media nave central estaban reservados, lo que da idea del ringorrango de la ocasión.Fiesta grande en suma. La celebración eucarística quería estar a la altura del majestuoso altar de la Virgen de Gracia. Los priostes -dos zangolotinos diestros en el manejo de la caña- estuvieron diez minutos largos encendiendo codales. Quedó todo dispuesto para la procesión de entrada mientras el teclado, flauta, dos violines, violonchelo y contrabajo además de la veintena de integrantes de la coral interpretaron una versión cantada del tema de ‘El oboe de Gabriel’ de la película ‘La misión’. La música fue protagonista de la misa solemne de la Virgen de Gracia, aunque cabría preguntarse si cumplió la función ancilar de la liturgia o se erigió en protagonista. Empalmar el ‘kyrie’ y el ‘gloria’ con toda la asamblea sentada, recrearse en el aleluya sin recitar la antífona en vez de cantar el salmo, prolongar la pieza del ofertorio más allá de la incensación de altar, ofrendas, oficiante, concelebrantes y pueblo, las notas del himno nacional pisando la aclamación tras consagrar o arrancar el ‘agnusdéi’ cuando el sacerdote todavía está saludando a las autoridades del primer banco son desajustes litúrgicos difíciles de salvar. Por no decir que la asamblea sólo cantó (a pleno pulmón) el himno de la Virgen, permaneciendo ajena en la ejecución del repertorio de variados autores y estilos. Formalmente, de mucho mérito. En el fondo, ay, ese es otro cantar. Es una reflexión que vale para tantos cultos que se ‘adornan’ con música sin que ésta penetre el corazón de la ceremonia. Porque la música tiene que llevar a rezar a los presentes. De otro modo, estamos ante un concierto. Lo mismo que la homilía tiene que estar al servicio de la Palabra que explica para iluminar la vida ordinaria de los fieles. El párroco de Carmona compuso una predicación de casi un cuarto de hora en la que acarreó materiales cotidianos de su contacto con la feligresía. Un punto campechana , que iba de los juegos paralímpicos al orgullo de las madres salpicada de hechos verídicos. Remontó algo el vuelo cuando apeló a acoger al otro, al diferente, al inmigrante como «esta Señora -señalando a la Virgen de Gracia- fue inmigrante en Egipto». En general, fue una predicación a ras de suelo, en vivo contraste con la altura de las naves renacentistas que Diego de Riaño levantó en la prioral. El ideal cristiano de santidad quedó pues aplanado, apto para todos los públicos : «Que la Virgen de Gracia se sienta orgullosa de la ciudad como una madre se siente orgullosa de sus hijos porque somos buenas personas». Quizá sea una sabia manera de no herir susceptibilidades: el que la lleva la entiende. La protestación de fe de la hermandad de la Virgen se hizo desde el ambón de forma colectiva evitando ese trasiego humano que alarga la celebración con una jura de reglas incrustada en la misa. A cambio, la oración de los fieles se hizo eterna . A las que se habían preparado, el celebrante añadió otras improvisadas por «la Junta, su presidente, sus consejeros y todos los parlamentarios del color que sean porque todos sumamos»; por las fuerzas y cuerpos de seguridad; por los alumnos y profesores de los colegios; y por los chavales de instituto, en especial por los que «han perdido el sentido de la vida». A cumplido es difícil que le ganen. En la despedida a la asamblea recordó a los marqueses de las Torres de la Pressa, bienhechores de Carmona y de la Virgen de Gracia. Al cronista se le fue la mente a la hacienda de Palma Gallarda y a la sepultura a los pies de la imagen mariana. Al menos el alma de quien allí reposa se llevó una avemaría.