Soplar y sorber

Los sucesivos gobiernos de Sánchez llevan cinco años ignorando –o atacando– institucionalmente a Andalucía. Un tiempo en el que el socialismo se ha ido evaporando del mapa político autonómico, mermados en el Parlamento, barridos en todas las capitales de provincia y expulsados de bastiones históricos como la Diputación de Huelva. Tal es el fruto de volcar toda la energía en devolver deudas al independentismo… y atizar en paralelo al resto de comunidades. Pese a que la estrategia está lejos de arrojar ningún rédito para el PSOE por estas tierras, siguen atrapados en su burbuja. El penúltimo ejemplo lo protagoniza Carlos Cuerpo, titular de Economía. Atacó ayer en Sevilla a Juanma Moreno por querer «soplar y sorber al mismo tiempo». Con ‘soplar’ se refiere a que el Gobierno andaluz baje impuestos, y con ‘sorber’ a que exija al Estado más financiación autonómica. En catalán se diría «bufar i fer ampolles», y así quizá sí estaría permitido. Lo que ignora el ‘ministro burbuja’ es que denomina ‘soplar’ a ejercer la ‘autonomía financiera’, que otorga a las comunidades el derecho a gestionar sus recursos con un cierto margen de independencia fiscal. Y que ‘sorber’ es exigir un reparto solidario de la financiación estatal para evitar desigualdades entre ciudadanos. Y que ambos conceptos son la clave del sistema (junto al de la necesaria coordinación con el Estado). Sí se puede soplar y sorber. La Junta de Andalucía ejerce sus competencias al reducir determinados impuestos (porque considera que así crece la actividad económica y la recaudación), y exige también más financiación del Estado para igualarse al resto de regiones. ¿Carlos Cuerpo cree que lo idóneo es otra cosa? Pues que su partido gane las elecciones en Andalucía y aplique esa fórmula, como hizo durante décadas. Los ‘ministros burbuja’, cuando salen de Madrid, no se preparan anuncios de potenciales inversiones del Gobierno en aquel lugar que visitan, ni introducen en su agenda reuniones con otras instituciones o representantes políticos que no sean los estrictamente socialistas. Eso ya pasó de moda. Se critica la política de la Junta, se le acusa de no gestionar bien los fondos europeos, y se vuelve a Moncloa para recuperar el tiempo perdido y retomar la faena cotidiana de repagar la deuda a los independentistas (que sí pueden soplar, sorber, bufar y fer ampolles).En el próximo batacazo electoral el sanchismo culpará a los «liderazgos regionales» del fracaso. La realidad es que es difícil que ningún candidato socialista andaluz se sobreponga a la sucesión de visitas de estos ministros burbuja, borrachos de dogmatismo, incapaces de ver el lacerante desequilibrio con el que tratan a las comunidades autónomas que ideológicamente no son afines (que son la mayoría).

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