Discotecas de mañana

Las dos personas normales se encuentran a la salida de misa, una entrando y la otra saliendo, justo en la escalinata de San Martín de Brea, una iglesia románica muy bonita, pero de mediano predicamento en la ciudad. Las dos personas normales se hacen a un lado para que los fieles puedan circular.—No sabía que venías —dice la primera persona normal.—Ni yo que estabas —replica la segunda persona—. No sabía ni que ibas a misa…—¿Yo? De siempre. Lo que pasa es que me salgo a la mitad.—¿Y eso?—Pues para quedarme con las ganas; así puedo volver, si quiero. —Pero si la echan todos los días; puedes volver cuando quieras.—Ya, pero no es lo mismo. Hoy, por ejemplo, he visto sólo la segunda mitad. Si no sabes cómo acaba, pues vuelves. —Pero si sí que sabes cómo acaba.—Pero es como en el teatro: es un mundo. Cada vez es diferente. Saber, te lo sabes todo, pero luego pasa lo que pasa. Está todo muy vivo.—Ya.—¿Y tú a que vienes? Tú sí que no ibas a misa, ¿no?—De joven, pero se me pasó pronto. Como me puse con las discotecas…—¿Y eso qué tiene que ver? Son a horas distintas.—Ya, pero si duermes poco…—Pues vas de tarde y ya está.—Ya, pero de tarde no es lo mismo. El domingo por la tarde te apetecen otras cosas.—Deprimirte, será.—Que no es poco.—También apetece hacer cosas por la mañana y mira a toda esta gente. Cuando hay que ir…—Ya, pero si no hay que ir…—Pero puedes ir también el sábado; el sábado puntúa como domingo.—Pero sólo si es por la tarde, ¿no?—¿Y qué?—Pues que estamos en las mismas.—Ah, ya… ¿Y a qué has venido, entonces?—Pues a ver si está mi hija, que ha venido a vernos el fin de semana.—¿Está dentro?—Ni idea.—No entiendo…—Como he ido ya a la panadería y al parque, y no la veo…—Y, ¿donde la comida preparada has ido? —¿Donde el sitio nuevo, dices?—Sí. Qué paellas más buenas hacen, ¿eh?—Muy buenas. ¿Sabías que la paella no es la comida, que es como se llama la…?—Que sí, que sí… —La primera persona normal no quiere lecciones—. Y, ¿no la encuentras en dos sitios sólo y ya pruebas aquí?—En tres.—Pues en tres. Anda, que no hay bares, por ejemplo…—Mi hija no va a los bares. Mi hija está hartita de bares, ya. —Y ¿a misa va?—Que no lo sé. No creo.—¿Entonces?—Pues por probar.La primera persona normal no acaba de entender nada, pero está tan acostumbrada a todo, que, en lugar de discutir, dice:—Pues dices tú, pero yo creo que, si abrieran las discotecas de mañana, se forraban.—¿Quiénes?—Pues quienes sean. Habría más sitios abiertos, no sólo el parque y donde el pan. Podrías ir a más sitios a buscar a tu hija…—Sí, eso sí.—¿No hay discotecas para niños?, pues lo mismo. Así podríamos ir tú y yo, después de misa.—Que yo no voy a misa…—Pero a la discoteca igual sí.—¿Tú irías?—Yo te acompañaba, claro.—¿Y la misa qué?—Iría justo al acabar.—¿Se puede ir a las dos cosas?—Toma, claro. Mira ‘Jesucristo Superstar’. Osanajé, sanajó.—Ah, ya, ‘Jesucristo Superstar’… Qué pelo más bueno tenía esa gente… Me gustaba mucho a mí esa.—A ti y a cualquiera. —Frunce el ceño—. Pero ¿cuál? ¿La de Camilo Sesto o la otra?—¿Cuál es la otra?—La que está en inglés. La del Cristo que parece Trueba.—No, no, la de Camilo Sesto, la de Camilo Sesto. La del dueño de la SGAE.—¿Cómo la del dueño de la SGAE?—La del que se compró la SGAE. Que se puso a vender discos del ordenador, para grabar.—¿Cedés?—Cedés para grabar, eso era. Que te los vendía más caros.—¿Eso pasó?—Algo así era. Que hacía de Judas.—Normal…—Que de María Magdalena hacía la Paloma San Basilio…—Ah, sí, ya me acuerdo, sí. Qué buena ‘Jesucristo Superstar’, ¿eh? Ojalá la echaran por la mañana.—Se lo podemos decir al cura.—¿El qué?—Que ponga a gente a cantar en las misas. Podemos darle la idea.—Pero si eso ya se hace.—¿Se canta ahí dentro?—Toma, claro. De siempre. La de alabaré, la de yo tengo un amigo que me ama…—Pero ¿y la de osanajé?—No. La de osanajé no.—Pues por eso. ¿Se lo decimos?—Pero, ¿qué vamos a decirle?, ¿para qué iban a cantar eso? No van a verle la ventaja; les dará lo mismo.—Si les diera lo mismo, la cantarían. Pero no la cantan, piénsalo.—Me está empezando a doler la cabeza…—Si no cantan osanajé, será porque están en manos de intereses, dale vueltas. Se lo decimos y a ver qué pasa.—¿Sabes qué? Entra a ver si está tu hija, anda…—Igual está bailando dentro, o algo.—Sabes que no te entiendo, ¿no?—Igual está con la guitarra. Como toca la guitarra…—Pues lo mismo.—Pues eso. Que osanajé.—Osanajé, osanajé… Y saná.

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