Emilio Aragón : «Busco muchas veces refugio en mi infancia, me hace sentir bien»
A Emilio Aragón (La Habana, 1959) le tiembla la voz al recordar aquella primera cerveza que se tomó con su padre, el mítico Miliki (Carmona, 1929-Madrid, 2012), en la Puerta de la Carne. No mediaron palabra, «él sólo quería recordar», cuenta el humorista, actor, escritor, payaso, músico, cantante, presentador, productor, director de cine, guionista, compositor y empresario audiovisual sobre aquella tarde que décadas después aún le lleva al borde de la lágrima. Aragón se enternece cuando uno de sus cuatro nietos, Aruca, le encomienda la escritura de un libro, ‘Telmo Lobo’ (Alfaguara), personaje que inicia una saga que se prevé, al menos, de cuatro títulos. El intérprete se emociona cuando un espectador le confiesa que su papel televisivo más famoso forma parte de su infancia y casi de su familia. De sentimientos, de los que recuperan la esperanza y la fe en la condición humana va ‘Godspell’, el musical que ahora dirige y produce junto a Antonio Banderas y que llega el 28 de febrero al Cartuja Center de Sevilla (en cartel hasta el 2 de marzo). -‘Godspell’ nace de una sincronía, como dice, porque la vida parecía que le quería decir algo, pero también es una obra que forma parte de su memoria sentimental. En cualquier caso, ¿por qué este y no otro musical?-Al ser la primera obra que yo vi, ‘Godspell’ para mí fue un impacto en muchos sentidos. Por lo que se hacía, cómo se hacía, el acento, yo venía de un mundo anglosajón y de repente ver esa obra me impactó. Además, estaba mi hermana. Claro, yo cuando le cuento eso un día charlando con Antonio (Banderas), me dice que a él le pasa algo parecido con esta obra, que cuando la vio dijo: «Ostras, esto qué divertido, qué frescura, qué cosa tan distinta». Coincidíamos en la idea y cuando lo comentamos en el camerino después de hacer el programa de BSO, le comento lo que me pasa con esta historia y él me dijo que estaba firmando los derechos. «Oye, a ver si es que nos está diciendo alguien por ahí, que a ver si lo hacéis». Yo también la había hecho de joven, con 15 o 16 años. Estaba Antonio Vega en la banda tocando. Tengo unos recuerdos de ese semestre ensayando en el que suspendimos todas las asignaturas porque estábamos todo el día ensayando. Me acuerdo que de público vinieron Valerio Lazarov, entonces era una gran figura, el Ballet Zoom con Bob Niko y mucha gente más que vino invitada porque hicimos una función benéfica. Décadas después me encuentro con que hay mucha gente que viene a ver la función y le pasa lo mismo, había representado ‘Godspell’ en sus colegios, en sus colegios mayores, en sus universidades. Además, es una obra que habla de la esperanza, del amor en toda la extensión de la palabra con toda su profundidad. Y en estos tiempos que vivimos muy complejos en donde cada semana te despiertas con un titular que no deja de asombrarte y algunos incluso de ponerte los pelos de punta. Pues esta es una obra que yo creo que viene muy bien para resituarnos y recolocarnos en algunas cosas. Me gusta poner la idea del espejo. Muchas veces es como si la propia compañía pusiera un espejo al espectador. -Han sacrificado lo mediático o popular del título por el mensaje.-Claro, en ese sentido evidentemente desde el punto de vista de producción era más complicado. Pero yo creo que esa es también la parte bonita del ejercicio de producir algo que es completamente desconocido para una generación. A los mayores les resuena pero es verdad que no es tan popular como ‘El fantasma de la ópera’. Ahí está nuestra labor de intentar trasladárselo al público de una manera que sea más sencilla. Yo lo único que puedo utilizar es mi palabra como herramienta de venta.-¿Cree que ya no se hacen contenidos blancos o cómo este, con un mensaje en el que se reivindican estos valores en vez de la provocación? -Yo no creo que haya dos tipos de productos, no hay dos tipos de teatro o de música. Hay música buena y música mala. Punto. Hay teatro bueno y hay teatro malo. Y luego, evidentemente, está la parte subjetiva. ¿A quién no le ha pasado alguna vez de ir al cine con amigos y a la salida, de seis, les ha gustado a cuatro y a otros dos no? ¿Hemos vista la misma cosa? Pues yo creo que eso es lo maravilloso del arte, de la música, de la pintura, del teatro. En este caso es una obra de teatro que permite que se siente un niño con su padre a ver la función, aunque está pensada para un público adulto. En estos tiempos que corren es bueno porque estas obras generan también un debate, genera sobremesa, lleva a conversar y hablar sobre lo que se ha visto. Lo último que el hombre puede perder es la esperanza y esta obra también habla mucho de eso. De la esperanza que está a la vuelta de la esquina. Porque, si no, ¿qué sentido tendría que sigamos viviendo si no tuviéramos esperanza? -En la sinopsis de ‘Godspell’ se habla de un camino que necesitamos recorrer de la mano de otro, de construir una ciudad bella donde todos tengamos nuestro lugar. La letra suena bien.-Nos pasó una cosa muy emocionante en Valencia. Hay una canción en esta producción que no estaba en la original y que se llama ‘Construir’ y allí fue muy especial. La compañía se emocionó y el público se emocionó cuando el personaje central, el de Adrián Salcedo, empezó a entonar la canción. Habla de eso, habla de construir una sociedad entre todos y de eso se trata, de convivir, de ir de la mano y tratar de una vez por todas intentar escuchar al otro, de intentar comprender. Todos tenemos problemas y muchas veces nos miramos el ombligo.-Eso de lo de que hoy día lo verdaderamente revolucionario es la ternura.-Absolutamente. Suscribo sus palabras. Pero ojo, no nos confundamos con la ternura como algo ñoño. A mí sobre todo me gusta la palabra compasión. Hay que ser compasivos en esta vida. ¿Que es difícil? Pues seguramente sí. Cuando te despiertas por las mañanas ya la información que estás recibiendo a lo mejor no te ayuda a que seas compasivo. Bueno, pues ahí está el ejercicio de cada uno de intentar sacudirse encima algunas cosas, quitarte algunas ramas de delante para poder ver un poquitito. Y claro, eso es un trabajo personal para poder seguir caminando de una manera y también una actitud ante la vida. Yo creo que es muy importante cómo te enfrentes a las cosas en tu día a día. No es fácil, no es nada fácil, es complicado, pero bueno. Ahí nos tenemos que remangar todos. -Se ha pasado toda la vida de un lado para otro, se siente un emigrante, ¿su verdadera patria es la infancia?-Sin duda alguna. Yo creo que a todos les tiene que pasar muchas veces que cuando se reencuentran con esa parte sienten cosquillas en el corazón, ¿no? Y ya, cuando llegas a mi edad, pues más todavía, es un momento en el que incluso revives con mayor viveza esos momentos y empiezas a comprender también muchas cosas y te da pena a lo mejor no haberle dado las gracias a mucha más gente que te ha ayudado en la vida, a mucha más gente que ahora ya de adulto, de abuelo, te das cuenta de que hicieron un esfuerzo para que tú pudieras realizar tus ideas o simplemente seguir caminando. En fin, de ahí que yo busque muchas veces refugio en esa época porque me hace sentir bien.-¿Y Emilio Aragón se siente responsable por ser parte de la infancia de muchos de nosotros?-Me halaga mucho y me hace muy feliz, me emociona, sobre todo, me emociona mucho. Hay distintas épocas de mi vida y distintas generaciones que se han identificado con el trabajo que yo he hecho y eso me halaga. -Nos ha emocionado cuando ha recordado a su padre, sevillano de Carmona. Él tuvo reconocimiento en vida de las instituciones andaluzas pero, ¿cree que ahora es una figura reivindicada? ¿Cree que se deberían hacer más cosas en su recuerdo? -Yo creo que a todos. Ya no hablo de mi padre, sino de todos los cómicos, actrices, actores, músicos de esa época. Yo creo que es nuestro deber reivindicarlos y recordarlos. Hay otras culturas que recuerdan a sus artistas, la italiana recuerda mucho a sus antepasados, escritores, artistas, cantantes, actores, actrices… Los franceses también. Nosotros deberíamos hacerlo también. Me da pena cuando de repente le preguntas alguien joven si sabe quiénes son José María Rodero o Alberto Closas y otros tantos y no los conocen. Es bueno recordar a nuestras figuras porque han abierto caminos y han sido ejemplares.-Y como creador, ¿se siente responsable o lo hace por amor al arte?-Sí, tengo responsabilidad, pero hay que tener mucho cuidado, yo reivindico la libertad. Yo creo que uno cuando vaya a escribir una novela o componer (ahora se encuentra inmerso en un proyecto de composición de una obra coral para sinfónica), lo importante es no ponerse el corsé. Al final yo creo que hay que escribir con libertad y hacerlo con honestidad. Esto es lo que me sale. He admirado toda mi vida a los Monty Python y Lenny Bruc. Si Monty Python hubiese cuestionado cada palabra que ponía en el papel o cada cosa que decían, ¿hubiesen sido Monty Python? Yo lo hago porque me apetece, si gusta fenomenal y si no gusta pues, qué se le va hacer. Pero lo habré hecho con absoluta libertad. Reivindico esa libertad a la hora de crear, no hay creación válida en ese sentido.