Yo, negacionista

El veterinario será gratis para los animales de compañía de las personas vulnerables. Ya lo había vaticinado: no tardaremos en ver la asistencia sanitaria gratuita y universal para mascotas. La deducción era inevitable. Desde enero de 2022, la ley reconoce a los perros (también a los gatos) la consideración de miembros oficiales de la familia. Y si son uno más entre nosotros, cómo privarles de ciertos derechos. Aún no estamos en el Estado del bienestar gatuno y canino, pero todo se andará. Y no será magia. Serán tus impuestos. Con ellos, se pagarán también otros servicios demandados por los nuevos modelos de familia (con perros y sin niños). Mientras en las guarderías infantiles sobran plazas, las mascotas se quedan desatendidas durante el horario laboral. Así que lo más probable es que lo asuma el Estado. Y si las arcas públicas no dan más de sí, siempre se puede obligar a las empresas a que se ocupen de cuidar de los animales de sus trabajadores. ¿Las que no se lo puedan permitir? Mejor que cierren. ¿Disparatado? Sí, pero quién nos iba a decir que veríamos perros en los supermercados. La ley en España no sólo los autoriza, sino que castiga dejarlos amarrados en la entrada. El próximo paso regulatorio será prohibir que se impida su acceso en el comercio. ¿Más logros sociales por llegar? Uno sobre la vivienda: la exclusión de los inquilinos con mascotas por los arrendadores será considerada discriminatoria y por tanto ilegal. «Los modelos de familias están cambiando y ahora están formadas por varias especies». «Hay que considerar a los animales de compañía miembros de la comunidad especialmente vulnerables y dependientes». «Algunos animales no humanos deberían convertirse en ciudadanos». «Hay que aprender más de los perros». Todas estas afirmaciones proceden de respetadísimos miembros (humanos) de nuestra Comunidad, alguno con cátedra, y muy sinceramente convencidos de cuanto argumentan. Y de esta seria broma, ¿nadie protesta? ¿Todo el mundo va a callar ante este otro wokismo que avanza de forma tan silenciosa como implacable? Aunque invita a reír, más bien nos debería hacer llorar. La carga explosiva que esconde es demoledora y amenaza dos principios fundamentales de nuestra cultura: el humanismo y el antropocentrismo. Dicho de otra forma, la afirmación del valor y la dignidad singular de los hombres, frente al resto de especies animales. La alternativa propuesta a esta visión es una igualdad inclusiva de humanos y mascotas. Tremendo. No dudo de que los perros compartan rasgos humanos ni de que puedan llegar a ser sentidos como de la familia. Pero rechazo que sean de la familia. Y por encima de todo, me opongo a que se les concedan derechos de ciudadanía (que en estricta lógica deberían incluir el voto). Si esa postura me convierte en negacionista científico, negacionista soy: de pies a cabeza. Mi sobrevaloración como ser humano es definitiva e innegociable.

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