Carlos Alcaraz, un torbellino en Róterdam

Tanto ritmo impone Carlos Alcaraz, tanto exige en cada peloteo y tanta intensidad le mete al asunto, que al bueno de Pedro Martínez no le queda otra que alzar la cabeza, observar el videomarcador y confiar en que un momento u otro pueda producirse de la nada un giro copernicano que le dé la vuelta al guion y cambiarlo absolutamente todo. Es decir, que en un instante u otro, el murciano tal vez pueda tener la tentación de darse uno de esos paseos mentales que se da de vez en cuando por Úbeda, o bien que un impulso repentino pueda hacerle perder el foco y baje este nivel tan opresivo y asfixiante que va devorando el ánimo del valenciano, consciente de con quién se las gastaba, pero abrumado ante semejante exposición de golpes. Hambriento, el número tres muerde la presa y no suelta ni a tiros; en consecuencia, un pulso partido profundamente en dos: castigador y sometido. 6-2 y 6-1, en 1h 10m.

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