Luis Fabra (‘Todo es Mentira’, ‘Caiga quien Caiga’): «Madrid no tiene quien la guionice porque carece de límites»

Luis Fabra ( Castellón de la Plana , 1980) calza un bigote moderno, lo que le hace ya un estilo propio en estos tiempos de ‘hipsters’ y otras variedades personales, otros fenotipos, que se hacen con el vello facial como protagonista. Fabra ha hecho de todo, y de todo con la listeza que tienen los guionistas, lo sepan o no antes de nacer. Suyas son, con Risto Mejide y demás, las tardes de ‘Todo es mentira’, pero también ese formato que vuelve y que revolucionó todo un país y que era ‘Caiga quien caiga’. Allí donde la pregunta era incisiva sin vitriolo, en el pacto en entre el personaje público y el entrevistador con valores. Tiene Fabra una cabeza privilegiada, un cráneo privilegiado que dirían en ‘Luces de Bohemia’. Ello le lleva a que, por ejemplo, sepa compartimentar sus labores que pueden reducirse en una: hacer de la comunicación un arte ameno. Su Madrid es realmente extraño, pues cita para que se le retrate en Azca, que a los comunes les da un escalofrío de miedo, de pequeñez, de algo. A él no. A él «esos túneles oscuros» que se abren a un cielo altísimo con unas torres que desafían la verticalidad sobre algunos jardines les parecen una metáfora perfecta de lo que es Madrid. El Madrid que vino a conquistar en el 2011. Tal será el catálogo de lo que le pide a la ciudad que, confiesa, la ha vivido a tope. Entiende Madrid como aquellos libros infantiles en que la elección de páginas permitía vivir en la lectura una experiencia u otra. Por eso mismo no le duelen prendas si tiene que comparar a Madrid con Hollywood, hoy ceniza de lo que fue con tendencia a retoñar. A Luis Fabra se le pone, y lo dice «con orgullo», el alma de provinciano cuando en los garitos está junto a los cómicos, o cuando pasa por «la placa que recuerda a Pepe Isbert», o cuando, mismamente, pasea por la «puerta del Teatro La Latina de Lina Morgan». Su Madrid debe ser vivido, y hay que incidir, como la «metrópolis» que es, con lo que tiene Madrid de relicario del ancho mundo. Sostiene que a Madrid no hay cristiano que le haga un guión. Aunque lleva ya un tiempo en la capital, aún no quiere, ni puede, quizá sea una quimera, lo de calificar al público madrileño de socarrón, irónico o cachondo. De momento, estará en Madrid hasta que otra aventura lo aleje de la ciudad que, él insiste, es su parnaso particular. Noticia Relacionada Colonos estandar Si Patricia Pardo: «La primera vez que sentí ese pellizco de dolerme Madrid fue el 11M» Jesús Nieto Jurado Su primera residencia en la capital la tuvo en su lugar soñado, en Gran vía y sobre el teatro Capitol—Ha hecho referencia a los lugares de los cómicos en Madrid a lo largo de la historia.—Es que estar en Madrid es como estar en Hollywood, lo veo todo con los ojos de un provinciano y me encuentro la placa de donde vivió Pepe Isbert, el teatro de Lina Morgan. Todo eso me hace sentirme parte del mundo del espectáculo. Eso lo experimento cuando en entre bambalinas estoy en los sitios dedicados a aquellos cómicos. —Del espectáculo, que se sabe que es mundo aparte. Quisiera preguntarle por esa querencia que tiene usted por Azca, que ningún entrevistado ha pedido antes de usted retratarse allí…—Azca puede ser un lugar horrible, pero encuentras las torres, encuentras el verde. Túneles oscuros al lado de edificios altos. Para mí, todos los contrastes de Madrid están en esa locura que es Azca. —Quedamos, pues, en que Madrid es una ciudad de contrastes ¿Cómo es su Madrid? O, formulado de otra manera, a ¿qué lo asocia?—Madrid es un libro de elige tu propia aventura donde las opciones, las posibilidades, son muchísimas. Eso hace que Madrid no tenga quien la guionice.—Y lo dice un guionista…—Cada relato de Madrid es una autobiografía. Madrid está tan loca como tú quieras que esté, y eso no es poco, porque esta ciudad tiene una cosa, y es que no tiene límites. Carece de ellos.—Abunde, por interés del público y del entrevistador, en esa carencia de límites de Madrid.— Me gusta tontear con la locura de Madrid. Vivir en Madrid como si vivieras en un pueblo de Zamora no tiene sentido. — Entiendo. Antes ha dicho que Madrid no tiene quien la guionice.—Madrid inspira al guionista haciéndole vivir cosas que sólo una metrópoli te puede permitir. Si viajar es positivo, la metrópoli te trae el mundo aquí. —¿Qué lugar de Madrid le evoca más a la televisión el medio en que más se desarrolla en estos días?—Yo identificaba la televisión y Madrid con Prado del Rey, todo tenía que ver con Prado del Rey.—¿En qué forma?—Le tenía un poco de envidia, porque los concursos que animaban a participar, los de la televisión, se grababan allí, en Prado del Rey, y para mí estaban lejísimos. Prado del Rey era algo lejano, y me recordaba a un nombre compuesto.—En su nueva etapa de reportero, y no quiero que se meta en berenjenales, sí que quiero saber la esencia del público madrileña en cuanto al humor: si es más socarrón, más irónico o más bromista.—No te puedo decir si los madrileños son más pícaros, más socarrones o más irónicos, primero porque llevo poquísimo como reportero.—¿Y segundo?—Segundo porque en Madrid hay de todo, y de todos lugares. —Volviendo al sujeto activo, esto es, usted, el guionista, el actor, el presentador, el humorista. ¿Qué tipo de humor gusta en Madrid? O al menos hágame una radiografía de la risa madrileña…—El humor de Madrid es más universal. Lo haces para gusto de todos. Nuestras costumbres. Y en Madrid no puedes ir al detalle, tienes que ir a lo general. Tienes que abrirte. —¿Hasta cuándo tiene pensado residir en Madrid?—En Madrid estaré hasta que me espere una aventura nueva.

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