Manuel Aragón Reyes : «Una sociedad dividida no puede sostener una democracia»

En el salón del domicilio madrileño de Manuel Aragón Reyes (Benamejí, 1944) hay colgados dos cuadros de Agustín Ibarrola, miembro del Equipo 57, y un piano de cola da cuenta de la afición por la música del jurista , así como la caja de ‘Garagatos’ de Joaquín Sabina, que decora la mesa auxiliar de la estancia.-Usted es Hijo Predilecto de la Subbética. ¿Qué imágenes o vivencias llegan a su cabeza cuando escucha el nombre de su comarca natal?-Mi pueblo forma parte de la Subbética y de ese paisaje de colinas, de pequeñas montañas onduladas: es una mezcla de olivar y tierra calma. Para mí ese título, el de Hijo Predilecto, es el más precioso que tengo: ni la Orden de San Raimundo de Peñafort, ni la Medalla del Mérito Constitucional, ni los doctorados honoris causa de las universidades extranjeras… En la ceremonia de entrega de ese título, que fue muy bonita y tuvo lugar en Priego de Córdoba, dije que para mí la Subbética era una especie de Toscana andaluza. Y creo que acerté. Es un paisaje muy sugerente, muy especial.Noticia Relacionada Córdoba entre líneas estandar Si Antonio Hernández Mancha: «Los cimientos del edificio que ha inaugurado Juanma Moreno en la Junta los puse yo» Rafael Aguilar La política autonómica lo catapultó de Córdoba a Sevilla y a Madrid. Sucedió a Fraga y precedió a Aznar. Corrige sus memorias, que darán que hablar-¿Está al tanto de la evolución que ha experimentado la comarca en las últimas décadas, por ejemplo en el desarrollo de la industria del olivar y del turismo, y por la mejora de su conexión con la costa por carretera?-Claro que soy consciente y me alegro mucho porque está siendo para bien. Yo sigo teniendo una relación muy estrecha con aquella tierra y especialmente con mi pueblo. Todavía conservo allí alguna familia. Procuro ir en primavera o en otoño, en verano no porque allí se pasa demasiado calor. Córdoba está asociada para mí a unos recuerdos de niñez extraordinarios. Recuerdo mis impresiones de la primera vez que estuve en la Mezquita, con mi padre, estamos hablando de finales de los cuarenta y de primeros de los cincuenta, y nos guió un tío suyo que era canónigo. Sé que es un tópico, pero me impresionó el bosque de columnas. Cuando me preguntan de dónde soy digo que primero de Benamejí, y a continuación de la Subbética, de Córdoba, y luego ya andaluz, español y universal. Yo llegué a Madrid en el año 1963: ésta era y es una ciudad muy acogedora, muy cosmopolita y nadie se siente extraño o forastero. En esa época la impresión que capté sobre lo que pensaban aquí de los cordobeses era que nosotros éramos más serios que los andaluces de otras provincias, no diré cuáles, y además se tenía una percepción lejana de lo que era Córdoba, y poco a poco, con el paso del tiempo, yo creo que esa impresión ha cambiado a mejor; quiero decir que ahora es más justa, porque Córdoba es una ciudad espléndida y la provincia ha avanzado un montón.-A finales del pasado año participó usted en un foro en Córdoba sobre el consenso constitucional y alertó de que el deterioro de las instituciones puede llegar a generar discordia social. Pero discordia ya hay en la calle, ¿no cree?-Yo creo que del todo no ha saltado. El riesgo es que cuando la discordia, la polarización política extrema y el frentismo de arriba duran algún tiempo pueden acabar impregnando a la sociedad. Tenemos una sociedad muy dividida, no sólo una clase política que también lo está. Y una sociedad muy dividida no puede sostener una democracia ni una Constitución. La responsabilidad es de los políticos, evidentemente: de los políticos y de las instituciones.-Pero los políticos salen de abajo. Los elegimos nosotros, los ciudadanos.-La democracia es una construcción artificial, como el césped de los jardines. Y la savia de la democracia, su legitimidad de origen, se recibe de abajo arriba, pero su mantenimiento ha de ser siempre de arriba abajo, a través de la ejemplaridad de los políticos y las instituciones y de una continuada educación cívica. Y tenemos algunos políticos muy poco ejemplares. Si ese riego y cuidado continuado que necesita la democracia desaparece durante un tiempo relativamente largo le pasa como al césped, que se seca también si no recibe el riego. ¿Le puedo contar una anécdota?-Claro. Adelante.-Karl Popper protagonizó una polémica hace más de treinta años sobre si lo importante en la Historia eran las personas o las instituciones. Su oponente era partidario de que las instituciones eran las que mantenían a los sistemas, y de que frente a su ocupación a veces por personas inadecuadas las instituciones se mantienen, porque decía que las instituciones eran como los fortines, como las fortalezas defendiendo el sistema. Entonces Popper contestó que las fortalezas resisten si la guarnición es buena. Bueno, eso quiere decir que el modo de reclutamiento de las élites, pongamos ahora de la clase política que se dice servidora del Estado, es fundamental. Y eso falla en España. En la política deberíamos tener también un criterio de selección, no digamos riguroso, pero sí un criterio más pensando en los intereses generales. Si las instituciones no se nutren de personas capaces de dotarlas de ejemplaridad decaen. Creo, además, que es necesario que tengamos un centro-izquierda que se aleje de los extremos, porque nuestra Constitución es de concordia, no de extremos, y también un centro-derecha competente, sólido y claro. Ahora esas condiciones flaquean.«La comarca de la Subbética de Córdoba, de la que soy Hijo Predilecto, es la Toscana de Andalucía»-¿Usted cree?-Yo veo que hay cierta debilidad. Necesitamos una derecha clara, que no esté acomplejada, que no caiga en tener demasiado en cuenta que puede perder votos por la extrema derecha. Yo creo que es necesario que se den cuenta de que tienen que dar una imagen más potente. No digo más potente, más brutal, no, sino más firme intelectualmente, más sólida, más atractiva. La alternativa política es importantísima. Necesitamos un gran partido liberal conservador como también un partido sociodemócrata, así de claro. Esos son los dos pilares políticos de nuestra Constitución. Pero bueno, vamos a ver, yo la esperanza del todo no la pierdo.-Usted fue preceptor del Rey Don Felipe cuando estudió Derecho en la Autónoma. Su primogénita y heredera partió de Cádiz en el Juan Sebastián Elcano hace unas semanas para continuar su formación castrense.-Cuando el entonces Príncipe estudió en la Autónoma yo era catedrático en la Facultad de Derecho. Y no solamente fui su profesor de Derecho Constitucional durante dos años, sino que además le acompañé a lo largo de la carrera. No quiere decir eso que fuera exactamente preceptor, sino que le acompañé en visitas oficiales, llevándolo a las instituciones; pasó por todas ellas, desde el Congreso, el Senado, el Tribunal Constitucional, el Supremo, el Defensor del Pueblo, etcétera. Y efectivamente, pues, se puede decir que he sido un profesor, y un poco más, del hoy Rey, pues él así lo reconoce públicamente, y yo también. Y no puedo remediar el enorme afecto que le tengo. Es un fiel cumplidor de sus obligaciones, y así lo comprobé perfectamente cuando estudiaba, además de su prudencia y de su capacidad de que la gente confíe en él. Esas cualidades yo que las vi ya desde que era joven, y las ha conservado: la valentía personal, la prudencia… Y sabe muy bien lo que es ser un rey constitucional. Lo dijo en su discurso famoso cuando accedió el trono. Sobre la Princesa Leonor expresé mis impresiones en el libro ‘Cartas a una Reina’.Aragón, durante su conversación con ABC ISABEL PERMUY-El que publicó ‘Zenda’.-Sí. Yo decía ahí que tenemos una princesa heredera que por todo lo que se ve está siguiendo fielmente la ruta de su padre. Cumplimiento de sus obligaciones con simpatía y capacidad. Creo que de las instituciones constitucionales de hoy, la Corona es la que mejor funciona.-Acaban de cumplirse treinta años del asesinato de Gregorio Ordóñez, y en 2026 se cumplirán los mismos del de Tomás y Valiente en la Autónoma: usted era el decano de la Facultad de Derecho donde lo mataron.-Fue una cosa tremenda. Paco y yo éramos muy amigos. Cuando sucedió todo yo estaba en mi despacho, a pocos metros del suyo, y escuché el disparo: pensé que era un petardo. El día anterior, como tantas veces, habíamos tomado café juntos en la Facultad y él me decía: ‘Manolo, no sé si yo debo seguir dando clases porque, no sé, en el Consejo de Estado tengo mucha tarea’. Y yo le contesté: ‘Paco, tú sigue, tú sigue… porque esto es lo que te gusta: tu facultad, tus discípulos, tus alumnos, como a mí; esto es lo que te gusta. Y además, no olvides nunca que aquí vas a estar siempre muy tranquilo, no te va a molestar nadie’… Y fíjese… Luego, la reacción de todos fue estupenda: la manifestación en la Universidad, las manos blancas…-Fue magistrado del Constitucional a propuesta de Rodríguez Zapatero. ¿Qué opinión tiene de él?-Él me mandó al Tribunal, y sabía que yo iba como siempre he sido, con la condición de ser absolutamente independiente. Su última etapa [la de Zapatero] me resulta un poco penosa.-Venezuela…-Sí. No se puede poner en el mismo plato de la balanza una dictadura y una democracia, un dictador y unos ciudadanos perseguidos, un resultado democrático claro y un golpe de Estado, prácticamente, para evitarlo. ¿Cómo hay alguien que se proclama demócrata y lo defiende? Eso a mí me resulta difícilmente comprensible.El exdecano de la Facultad de Derecho de la Autónoma ISABEL PERMUY PERFIL De Benamejí a Málaga y Madrid En la familia que fundaron los padres de Aragón reinó siempre un interés por la cultura, de tal manera que él se aficionó pronto a interpretar melodías con varios instrumentos y a escuchar los conciertos que daban en Radio Nacional. Exalumno del Instituto Aguilar Eslava de Cabra, hizo el Bachiller Superior en Málaga y llegó a Madrid tras fallecer su padre en 1962. Estudió Derecho en la Complutense, y se especializó en Político, que luego derivó en Constitucional; se doctoró con una tesis sobre Manuel Azaña en 1973 y es catedrático desde 1979. Tras una etapa en la Universidad de Valladolid, se asentó en la Autónoma de Madrid en 1987, donde sigue dando clases. Ha sido subdirector y director del Centro de Estudios Constitucionales y miembro del Consejo de Estado. Está casado con una catedrática de Derecho Mercantil, con quien tiene dos hijos: una médico y un abogado. Entre sus amigos procedentes de Córdoba tiene especial afecto a Santiago Muñoz Machado, María Luisa García Blanco y María José García Beato.

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