Casi uno de cada cuatro ciudadanos de España es de origen extranjero
La gestión de la inmigración es hoy motivo de encendida disputa política, y no solo en España sino en el conjunto de la Unión Europea. Las posiciones que mantienen los partidos de izquierda y de derecha son contradictorias a pesar de dos hechos indiscutibles: la presión migratoria no para de crecer y los 27 padecen un envejecimiento demográfico como consecuencia de la baja natalidad, lo que sitúa la integración de personas de terceros países como una oportunidad para paliar un problema real: la tasa de natalidad de los ciudadanos españoles es bajísima en términos comparativos. En este contexto político y demográfico es pertinente un informe realizado por la Fundación NEOS que ofrece una profunda radiografía de la población inmigrante en España. El dato global es contundente: las personas nacidas en el extranjero que viven en España son 9,04 millones, lo que representa el 18,5% de una población de 48,8 millones. Son los últimos datos disponibles de la Estadística Continua de Población del INE a 1 de julio de 2024. A esta cifra hay que sumar más de 2 millones de hijos de madres nacidas en el extranjero que han nacido en España en los últimos 25-30 años y que residen con sus familias. Es decir, en España residen 11 millones de personas de origen inmigrante, contando la primera y la segunda generación: más del 22% de la población total. Estas cifras son consecuencia de un proceso vertiginoso de llegada de población foránea en menos de tres décadas, que ha sido inédito en la Historia de España y que ha dado la vuelta a la tendencia de los años 50, 60 y 70. Noticia Relacionada 101 claves para entender el fenómeno demográfico especial No Mapa de la inmigración en España, calle a calle Luis CanoEvidentemente hay una relación directa con el crecimiento del nivel de vida en España en el último medio siglo. En total, entre 1950 y 1975 España tuvo un flujo neto migratorio con el exterior negativo de 1,5 millones de personas. En 1976, la población extranjera en España no llegaba a 200.000 personas, menos del 0,5% de una población de 36 millones. Pero con la Transición cambió la tendencia: 20 años después, en mayo de 1996, los nacidos en el extranjero eran ya 1,07 millones, el 2,7% de una población de 39,67 millones. De ellos, casi la mitad eran europeos occidentales. Tercera y cuarta generaciónTodos estos datos han sido recogidos en el informe «Inmigración en España: buenismo o eficacia», firmado por Jorge Soley, Alejandro Macarrón, Luis Zayas, Fernando Rosado y Carlos Beltramo . En su opinión, este incremento exige una reforma del modelo de extranjería para adecuar los flujos migratorios a una ratio de absorción e integración de las diferentes comunidades llegadas, en particular de aquellas con menos afinidad cultural y religiosa. «Es necesario abandonar la gestión migratoria pasiva, tolerante con la irregularidad, y el recurso a las regularizaciones extraordinarias, y apostar por una política activa y estratégica que equilibre la inmigración regular y seleccionada». Según sus cálculos, el coste de la inmigración para el Estado español se estima en más de 30.000 millones de euros anuales y genera una fuerte presión en los servicios públicos y en el mercado laboral. Por ello, el informe realiza también comparaciones tanto por autonomías como en relación con los países de la Unión Europea. Diferencias regionalesEn trece provincias los nacidos fuera de España superan el 20% de los residentes. En relación con la UE, España tiene un porcentaje de población nacida en el extranjero superior a la media de la UE (a 1 de enero de 2023, el 13,3% en la UE por el 18,5% en España a 1 de julio de 2024), si bien esta comparación «en bruto» incluye dos elementos engañosos: por una parte, los países del este, en general, tienen poca población extranjera. Y, en segundo lugar, a España ha llegado inmigración de forma masiva de dos a cuatro décadas más tarde que en los países de la Europa rica, salvo Irlanda. Es decir, Alemania, los países del Benelux, las naciones escandinavas, el Reino Unido o Suiza, así como Francia. En ellos ya hay una amplia tercera generación de inmigrantes, e incluso cuarta, que son aún casi inexistentes en España. En los principales países de Europa Occidental, contando sólo la primera generación de inmigrantes, los porcentajes de población nacida en el extranjero a 1 de enero de 2023 eran: Alemania, 19,5%; Francia, 13,1%; Reino Unido, 14,8%; Italia, 10,9%; España, 17,1%; Países Bajos, 15,6%; Bélgica, 19,1%. En España, la inmigración iberoamericana −en un 96%, hispana- es la más numerosa, y desde hace unos diez años, es mayoritaria entre los nuevos inmigrantes. La europea, con flujos negativos desde hace una década , es la segunda más numerosa en conjunto, con un perfil muy distinto entre la procedente de Europa Occidental -en promedio, de nivel profesional y económico superior al de los españoles- y la del este (casi la mitad, rumanos), con mayor presencia en el sector primario y en el servicio doméstico, entre otros. Le sigue la inmigración africana, muy mayoritariamente marroquí (más del 70%) y musulmana (un 90% holgado), y la asiática, entre la que los chinos y los pakistaníes son las dos nacionalidades más numerosas. De Oceanía apenas hay unos 9.500 residentes en España a 2023, de los que 7.200 son australianos nativos.Murcia, Valencia y AndalucíaSólo hay tres comunidades autónomas españolas en las que los iberoamericanos no son la colonia extranjera más numerosa: Murcia (con algo más de población africana, en más de un 85% marroquí), y la Comunidad Valenciana y Andalucía (ambas con más población europea, entre occidental y oriental). Por africanos, tras Murcia, destacan Cataluña, Navarra y provincias como Almería, Huelva, Huesca, Álava o Teruel. Muy singular es el caso de Ceuta y Melilla , con mayoría de la población de origen africano/magrebí en primera, segunda o sucesivas generaciones, siendo esa mayoría amplísima entre los niños y jóvenes. En asiáticos, destaca particularmente Cataluña, y en concreto, la provincia de Barcelona, con mucha gente de origen pakistaní. Así, en Barcelona ciudad, a comienzos de 2023, un 4,3% de los hombres de 20 a 39 años habían nacido en Pakistán.La comunidad musulmana se dispara y roza los dos millones La población inmigrante musulmana en España -en más de un 70 por ciento de origen marroquí, y con relevancia de las comunidades de Argelia, Pakistán, Senegal, Malí, Gambia, Mauritania y Bangladesh-, era muy reducida hace apenas 30 años, salvo en Ceuta y Melilla. Desde entonces ha crecido exponencialmente hasta casi 2 millones de personas, entre inmigrantes e hijos suyos nacidos aquí. En España, por la abundante presencia de iberoamericanos entre los extranjeros, los musulmanes representan un porcentaje menor de los inmigrantes que en países como Francia o Bélgica, si bien su crecimiento es continuo, y tienen una presencia muy elevada en algunas comunidades autónomas y provincias: Almería, Murcia, Cataluña (y de modo especial, en Gerona, Lérida y Tarragona), Álava, Navarra, La Rioja, Teruel, Huesca, Baleares, Alicante, Castellón, etc. Por edades y sexos, su presencia es especialmente elevada entre los hombres jóvenes y de mediana edad, ya que la inmigración musulmana es predominantemente masculina, a diferencia de la iberoamericana, entre la que son preponderantes las mujeres. Sus tasas de paro son también bastante más elevadas que las del resto de inmigrantes, y mucho mayores que las de los españoles. Como su tasa de fecundidad es mucho más alta que la de los españoles y la del resto de inmigrantes −son los únicos con una fecundidad superior a la de reemplazo-, su peso en las siguientes generaciones de habitantes de España será mucho mayor que lo que ya suponen ahora respecto de la población total del Estado. En torno al 10 por ciento de los bebés que nacen ahora en España tiene un progenitor musulmán (y de forma muy mayoritaria, los dos), un porcentaje que se supera ampliamente ya en bastantes provincias españolas.La inmigración representa un porcentaje mayor que el general entre la población en edad de trabajar (24,5% a 1 de julio de 2024 entre la gente de 20 a 64 años), y mucho más entre los españoles del futuro (los bebés). En 2022, último año del que hay este tipo de datos, el 36,7% de los nacidos en España tenían al menos un progenitor nacido en el extranjero (en la inmensa mayoría de los casos, los dos), llegándose al umbral del 50% en muchas provincias y al 54% en la provincia de Gerona. Esos porcentajes tan elevados indican el peso que tiene la inmigración en muchas provincias, y dan una idea de la enorme transformación en ciernes del sustrato humano de España, y de lo mucho que se juega nuestro país en la educación y formación en valores de la segunda generación de inmigrantes. Es por eso especialmente pertinente la radiografía del Grupo de Trabajo de Amenazas globales de NEOS, así como sus propuestas para enriquecer el debate sobre cómo afrontar este fenómeno en el futuro más allá de las legítimas posiciones partidistas.