De la masturbación a pedir perdón a Dios: el manual definitivo de las manías literarias
Álvaro Colomer ya lo sabía todo de las confluencias entre la realidad y la ficción, quienes hayan leído ‘Aunque caminen por el valle de la muerte’ (Literatura Random House) lo saben. Pero esta vez, el escritor y periodista se ha doctorado en la materia. Y lo ha hecho en ‘Aprende a escribir: Métodos, disciplinas y talentos de los grandes autores contemporáneos’ (Debate), un libro único en su estilo y hasta ahora inexplorado en español.Consultados sobre sus formas de escritura, más de un centenar de autores ha contado a Álvaro Colomer cómo escriben, cuáles son sus manías, neuras, costumbres, excentricidades y singularidades creativas: que Pere Gimferrer echa mano de la musa, Jordi Soler se echa las cartas antes de escribir una novela e Irene Vallejo lo empapela todo con postips, que Elmer Mendoza pide perdón por los asesinatos que está a punto de cometer o que Arturo Pérez-Reverte es el último escritor ruidoso. Ir, ver y contar«Alguien tenía que contar todo esto», dice Álvaro Colomer con ese humor de caballero barcelonés que lo hace único entre los autores. Inmiscuirse en los despachos ajenos es muy de periodista, en el fondo muy de Álvaro Colomer, que tiene siempre un pie metido en la realidad y la ficción, no en vano viajó a Irak, El Salvador y Estados Unidos e hizo más de 200 entrevistas para documentar su ya mencionado ‘Aunque caminen por el valle de la muerte’.Esta vez, Álvaro Colomer se pregunta hasta qué punto están en desuso los tópicos románticos del escritor, de ahí la necesidad de asomarse al terreno de la intimidad, donde el escritor despliega toda excentricidad y singularidad de eso que Leonardo Padura llama «horas nalga». El resultado es un libro que retrata la forma de trabajar de los escritores hispanohablantes durante, desde veteranos como Ida Vitale o Raúl Zurita hasta el novísimo Mario Obrero. El resultado queda agrupado en cuatro grandes bloques de trabajo correspondiente los pasos habituales en todo proceso de escritura: los escritores reunidos en un primer apartado dedicado a la inspiración; otro dedicado a escritura; un tercero volcado en la corrección (las anécdotas de Elvira Navarro aquí son maravillosas) hasta la fase de publicación del manuscrito, apartado donde testimonios tan sinceros como el de Eva Baltasar, quien asume que un autor necesita, siempre, un editor comprometido. Un detalle de la cubierta del libro. ABC«Salvo Galindo, y un par más, ningún escritor ya va con pintas extrañas», cuenta Colomer, al otro lado del teléfono, y con guiño al periodista y novelista Juan Carlos Galindo, quien gusta cuidar sus atuendos al máximo. «El lugar de la excentricidad queda reservado a la casa o el estudio del escritor, por eso es importante conocerlas circunstancias en las que se crearan las obras». Por eso Álvaro Colomer dedicó algo más de una hora para habar de estos asuntos con más de cien autores. «Es un diálogo, es un debate muy antiguo. Si Fernando Aramburu dice que le lee su novela a un cactus, en realidad lo que te está diciendo es que hay que leer en voz alta o cuando Elmer Mendoza pide perdón a Dios, te está diciendo que se está poniendo la careta de diablo», explica Colomer. ‘Aprende a escribir’ pretende dejar constancia documental de la forma de trabajar que tenían los escritores hispanohablantes —y un lusófono añadido por puro capricho del autor, Gonçalo Tavares— en el primer tercio del siglo XXI. Las entrevistas que dieron pie a los textos originariamente publicados en la revista Zenda fueron realizadas entre octubre de 2020 y noviembre de 2023, y las que dieron como resultado las piezas inéditas añadidas a este volumen están datadas en el primer tercio de 2024. Hay de todo, absolutamente de todo en estas páginas: Luna Miguel asegura que antes de escribir se masturba, Aixa de la Cruz dice haber sustituido el café por por el yoga y Javier Cercas entiende la creación en un lento proceso similar al que describió Unamuno sobre los escritores ovíparos y vivíparos: los primeros necesitan poner un huevo y empollarlo durante días, mientras otros lo dejan fluir. Él se declara integrante del segundo grupo.Autores obrerosEl proceso de búsqueda planteó paradojas, pero trajo hallazgos interesantes. Uno de ellos, el género según las generaciones. «Hubo un momento en que pensé: si solo elijo a los escritores muy mayores no puedo hacer paridad. Porque sólo hay solo tíos. Están Cristina Fernández Cubas, Soledad Puértolas o Ida Vitale. Pero la proporción era muy corta. Pero a medida que bajas el marco de edad, ocurre el fenómeno contrario. o voy a decir que desaparezcan los hombres, pero sí que aparecen muchas más mujeres con mucha más fuerza».Según explica el propio Colomer todos estos matices propician cambios en la figura del escritor. «Por ejemplo, tanto Guadalupe Nettel como, no me acuerdo, pero bueno, varias más lo comentan: que ninguno admite que paran de escribir para hacer la compra. Y, sin embargo, ellas sí. Sara Mesa para para cocinar. Juan Tallón es el único que mencionó que para para cocinar o hacer la compra». A ese panorama se añade una pincelada más. Del antiguo escritor que deambulaba pensando en su obra, la literatura contemporánea asimila a un tipo distinto de autor, producto de su propio contexto social y económico. Así lo explica Álvaro Colomer: de manera sencilla y sin aspavientos, pero con una mirada entrenada en el trabajo de campo.«Esto no está en el libro, pero apareció conversando con Cristina Rivera Garza Marta Sanz. Ellas diferenciaban la figura del escritor heredero de antes, esos que yo mencioné al principio de Cortázar o Camus, que son los que se sentaban en el café de París y se ponían a mirar las estrellas, porque tenían todo el puto día libre, al escritor obrero de hoy, que no tienen tiempo para nada, porque lo reparten entre el manuscrito, el periodismo, las clases. Y esa es la diferencia entre lo que ellas llaman el escritor heredero frente al escritor obrero, que creo que también es una diferencia muy importante porque los escritores hoy ya no son los ricachones de antes».