A ritmo de SE-40

Las encuestas indican con certidumbre que Juan Espadas está en el camino para que el PSOE vuelva a gobernar en Andalucía. Poco a poco el desgaste de la gestión va erosionando la credibilidad del Gobierno de Juanma Moreno, y es cuestión de tiempo que una parte decisiva de los andaluces que votaron al PP comience a valorar otras opciones políticas. La mala noticia es que, a tenor del ritmo que señalan los sondeos, no es solo cuestión de tiempo, sino de mucho, muchísimo tiempo. Demasiado tiempo, probablemente más del que su partido se puede permitir. El cambio en Andalucía va a ritmo de SE-40: en dos años y medio de legislatura, entre desgaste del PP y recuperación del PSOE, los socialistas han recortado cuatro puntitos en las encuestas. Y conste que con la que está cayendo en la política nacional tiene su mérito. Pero siguen estando a 14,7 puntos de ventaja, por lo que a este paso necesitarán como mínimo una década para poder disputar la victoria a Juanma Moreno. Ya pueden cruzar sus apuestas sobre qué veremos antes en Andalucía, el puente de la SE-40 u otro presidente socialista.Las últimas encuestas del Centra tienen el valor de indicar el que probablemente sea el suelo electoral del PSOE en su comunidad fetiche. Si con lo que está cayendo –Ley de Amnistía, cupo catalán, absolución de etarras, corrupción…– los socialistas no se han desplomado por debajo del resultado de junio de 2022 es porque tienen ahí su mínimo sociológico, su reserva de incondicionales. La gran cuestión no es, sin embargo, el punto cero de la resistencia electoral socialista, sino su capacidad de crecimiento, y esos mismos sondeos no invitan al optimismo. Tras cinco años y nueve meses de gobierno de Juanma Moreno, ya sea con Ciudadanos o con mayoría absoluta, los socialistas no han logrado llegar todavía –les faltan ocho décimas– al resultado que logró Susana Díaz aquel nefando 2 de diciembre de 2018, la noche que todavía provoca pesadillas a Manuel Pezzi. Es decir, todavía no se han colocado en la casilla de salida del desastre. Si el PSOE andaluz fuera una empresa es de suponer que cualquier asesoría externa le recomendaría un giro de guión, un plan de choque para salir de un ostracismo poco productivo. A diferencia de otros barones socialistas que han marcado distancia –ficticia o real– con Pedro Sánchez, Juan Espadas ha abrazado de buena gana el credo de la Moncloa, lo que le ha costado verse metido en zarzales en los que probablemente se habrá dejado algunos jirones de ropa. Ignoro si Espadas habrá tomado este camino de entusiasmo sanchista por convicción o por lealtad, pero sea por una razón u otra las garantías de éxito son escasas: si es por convicción, las encuestas demuestran que la defensa de Sánchez no es la mejor vía para recuperar votos; si es por lealtad, la historia prueba que al Uno no le tiembla el pulso para destituir a sus colaboradores más fieles. Espadas necesita otras alas si quiere echar a volar.

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