12-O: abucheos hasta submarinos
‘Las corsarias’, ese pasodoble, no sonaba; había que dormir desde Albacete, que habían salido a las cuatro y fueron lo primero marcial que vio este reportero. Atendía, por la glorieta de Atocha, con un bigote amable y casi de kaiser, el Coronel Hernani («con ‘h’ como el pueblo»). Contaba que para ser de su Real Hermandad de Veteranos y de la Guardia Civil no había que haber pasado por Cerro Muriano o El Ferrol, que bastaba, como en la Legión, el espíritu. Ese espíritu de « amor a España, respeto a la Constitución y fidelidad al Rey y a las Fuerzas Armadas ». Loreto Sáez, con los banderines, miraba al cielo y sabía, o creía saber, que la patrona del Aire, la Virgen de Loreto iba a dejar al patrimonio aéreo de la Defensa española. Los milagros, otro día….Que luego todo fue de aquella manera, húmeda, sí… Pero el Ejército español aguantaba, como los ciudadanos bajos las bajas presiones (sic). Se vio en cada uno de los españoles, una historia, una vida, cuando al principio de la mañana las nubes no arrojaban malos presagios y en todas las vías que dan a Atocha se percibía un entusiasmo de lívido impermeable. Frío no hacía, 17 grados: pero la humedad subía por los «pinreles’, como el ‘duende’ flamenco. Algo así como como bochorno fresco cuando la BRIPAC ultimaba sus detalles en el paseo de las Delicias . Que nada le faltara al vehículo, imponente, del RG31. Jaleo de militares sonrientes.España sanaLos superiores llevaban la vara de mando, y siempre las familias, que pudieran dividirse en las que iban a abuchear a Sánchez, y a las que ya, directamente, el abucheo, les era un tema pasado; un ejercicio inane de democracia popular vacuo. Estefanía (hija), y Pepe y Virtudes habían venido de Ibi (Alicante), y Virtudes, con su carrito flanqueado por dos banderas nacionales, hablaba con la ilusión del primer día. «El primer día que vengo al desfile», y todo eran sonrisas. Su marido, ‘Pep’ en los ambientes familiares, miraba el kilómetro 0 del desfile. Pasarían la noche en Madrid, y en el carrito de apoyo de Virtudes iba toda esa España sana que jalea a su Ejército.Noticias Relacionadas estandar No La Princesa Leonor estrena el uniforme ’14 botones’ de la Armada Angie Calero estandar No Robles ensalza a los militares españoles en Líbano en su saludo a las tropas en el exterior Lorena GamarraEra el mismo Ejército que representaban los Regulares, entrevistos de muy lejos, cuando ya empezaba el agua, antipatriótica, a mojarles el ‘tarbuchi’ (gorro) y ellos, hombres de tierra seca, aguantaban el chaparrón. El Ejército estaba y estará, claro, antes del monzón. Pero los hubo mañaneros. Alejandro de Villagordo, Jaén, que a cámara puso de chupa de dómine a Sánchez y que, de vuelta, que es cuando toca, pararía «por Casa Pepe» y esa en esa parada llevaba su proclama, pese a no ser de los más cafeteros: Alejandro sin cámara fue libre, y lo que dijo se intuye hasta en las miradas y citarlo nos puede llevar a la ‘trena’. Llevaba el cronista que escribe el micrófono del periódico, y era un reclamo para las señoras que parecía que iban a decir maledicencias y luego se miraron la laca, vieron la lluvia, y rebajaron el relato sobre Sánchez. Un 12 de Octubre acumula historias mínimas y heroicas: «Mi hijo es Guardia Civil y desfila» , una sonrisa porque la cámara saca lo mejor, y la lluvia implacable. Y luego el cronista solo, buscando las historias humanas, que las hay. Hasta historias de flores como un ramo de flores en el Paseo del Prado, o como la de Remedios, de San Clemente, Cuenca, que se estrenaba como espectadora llorando. O ese orgullo de Álvaro Díaz, de su hijo, en Tráfico en el Instituto Armado que se ponía en un hipotético papel de Sánchez, con tranquilidad: «Si él pudiera, lo quitaba (el 12 de Octubre)», y ya, con cierto laconismo, refirió la situación política. «Puta vergüenza», que fue a decir con diplomacia marcial, sin miedo, y con educación ante los presentes. Érmua en el desfileLa familia Aizpurua se refugiaba, bajo un paraguas del Foro de Érmua, del chorreón. « Nuestro abuelo, coronel, jefe del cuartel de Loyola, murió en accidente . »Iba escoltando a la Teina«. Vascos de profundidad española, a lo Unamuno, recordaban en un flash los años de plomo, su familiar que lleva a España en el corazón y en El Goloso, y al antecesor Eduardo Aizpurua Reynoso, la »primera laureada de San Fernando a título individual« por sus méritos en 1914. Y un grito, »somos vascos, españoles y militares«. Dicen, con pesar, que »desgraciadamente« están emparentados con Mertxe Aizupurua: otro abucheo submarino.Volviendo al meollo, calle de Atocha. Bromas a «mi capitán» a voz en grito, simpáticos policías militares , y Paloma con un «de política ni me hables». Se han escuchado, paradójicamente, aplausos a la UME como otros años a la Guardia Civil. La tormenta hundía Madrid. Se vio, antes que había futuro. Del Campamento Gran Capitán de Navacerrada, menores de edad y disciplina castrense, eran animados por la cabo Zapatera, con los ánimos de la edad.Pedro Sánchez pensaba en los caballos . En el aullido de Madrid. Y llovió como en el poema de Verlaine. Y no llovió en su corazón.