Colón descubrió el chocolate

Mi hija salió ayer del colegio con un dibujo de una carabela que había hecho en su curso de Infantil. Cuando le pregunté qué es lo que había pintado, me dijo: «Es el barco de Cristóbal Colón, papi». Insistí. ¿Y Cristóbal Colón quién era? La respuesta, desde la más tierna inocencia de una niña de cuatro años, me devolvió a la vieja normalidad, a la confirmación de que no todo está perdido en esta sociedad de la posverdad donde se manipula la historia para hacerla compatible con los preceptos autoproclamados de lo políticamente correcto: «Es un hombre que descubrió América y descubrió también el chocolate». En el colegio de mi hija se enseña que la ahora controvertida figura de la que siempre nos hemos sentido orgullosos los españoles, especialmente los sevillanos, fue un personaje importante que logró un hito que hizo avanzar nuestra civilización más allá del océano insalvable y repleto de peligros. Que alcanzó una tierra rica, de la que importamos cosas tan buenas como el chocolate. Un lugar que los descubridores como Colón culturizaron y desarrollaron, y también evangelizaron.Porque no se puede mirar la historia con los ojos del presente, sobre todo si quien lo pretende hacer no se acuerda -o más bien pretende borrar del mapa- de la etapa contemporánea. Hablar de descolonización hoy y querer mirar para otro lado con los crímenes de ETA, hasta aplicar rebajas penales colando una ley con alevosía, es caer en un cinismo vulgar e hipócrita. España no tiene que pedir perdón por haber conquistado América igual que los ingleses no tienen que disculparse por haber ganado la batalla de Trafalgar a la Armada hace más de 200 años, y que fue el principio del final del Imperio Español, que acabó perdiendo Cuba a finales de ese mismo siglo. Pero quienes sí tienen que ponerse de rodillas por haber causado el terror por sus asesinatos indiscriminados en nombre de un pueblo al que no representaban en una buena parte son ahora los protegidos y quienes conminan a nuestro país a arrepentirse por su más destacada historia, de la que por complejo se avergüenzan. En el colegio de mi hija hay valores que no se corrompen por más imposiciones dogmáticas que nos dictan desde esa superioridad moral que busca alterar el relato que nos marca lo que es bueno y lo que es malo. Hay escuelas que celebran procesiones laicas para no herir la sensibilidad de los ateos, sin entender que la Semana Santa es una fiesta que, más allá del hecho religioso, forma parte de la cultura de Sevilla, y sin tener en cuenta que el desarraigo a la figura de Jesús también hiere a lo creyentes. Esas mismas escuelas, al mismo tiempo, celebran Halloween como si la tradición americana tuviera más valor que la nuestra. Y, en una incoherencia supina, celebran la Navidad con árboles, luces, Papá Noël y Reyes Magos. Mucha magia para omitir la presencia del Niño del que se celebra su cumpleaños.Hoy es 12 de octubre, Fiesta Nacional y Día de la Hispanidad. Enhorabuena a España y gracias a aquel hombre, dicen que genovés -salvo que hoy nos digan en la televisión pública que es catalán o de cualquier otro territorio- por traernos el chocolate.

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