El peor viaje de Fabià Santcovsky : La vida sin mi hermano Pablo
Al compositor barcelonés Fabià Santcovsky todavía le cuesta hablar de aquel viaje, del que ya ha pasado una década, entre Berlín y Barcelona. Nos atiende en medio de otro desplazamiento, esta vez entre Pamplona y Madrid. La conversación no fluye, el tema resulta esquivo. Está saliendo de la capital navarra, donde colabora en la organización de los Encuentros de Pamplona, la bienal de cultura, arte y pensamiento que impulsa Ramón Andrés , para ir a la capital española a asistir a los ensayos de la obra que este viernes le estrena la orquesta de Radio Televisión Española (RTVE).Empieza el relato, como tantos entrevistados, diciendo: «Los viajes que he tenido malos son poco interesantes, porque son que me he encontrado mal, o he tenido que viajar enfermo». Ahora bien, «hay uno que genuinamente es el peor viaje de mi vida», aunque, advierte, «es muy dramático, y a lo mejor…». «Yo estaba en Berlín, y tuve que coger un vuelo… Me llamaron a las once de la noche para decirme que mi hermano, Pablo, estaba mal…». Interrumpe la explicación para apuntar que, a veces, «los acompañamientos psicológicos se hacen de manera progresiva», cosa que aclara por qué al principio solamente le dijeron que «había tenido un accidente y que estaba mal». Al cabo de un rato, a raíz de algunas conversaciones acabó entendiendo lo que había pasado. «A las ocho de la mañana estaba volando a Barcelona porque mi hermano se había muerto».«Fue una época en que tuve el peor viaje de mi vida y también el mejor, prácticamente con un mes de diferencia», recuerda. En Berlín estaba estudiando un máster en composición, y un mes después de perder a su hermano estaba volando a Japón: «Me seleccionaron para el concurso de composición para orquesta Toru Takemitsu», el certamen para jóvenes compositores más importante a nivel internacional, de cuyo jurado han sido miembros figuras como Ligeti, Berio y Saariaho. Santcovsky se agarra al consuelo de la música para huir del escenario funesto de su peor periplo. «Ahí, en Japón, descubrí el teatro Noh, conocí a una cantante de teatro Noh para la que acabé escribiendo una obra», y además estableció contactos internacionales de primera magnitud.Por si fuera poco, «un mes y medio más tarde, fui al Festival de Aldebourgh porque George Benjamin me ha encargado un cuarteto de cuerda». Recuerda esta acumulación de trayectos -físicos y vitales- tan diferentes como «unos hechos muy luminosos a nivel personal, de inauguración de un camino en el terreno de la composición, combinados con otra experiencia absolutamente desgarradora».Estos días se le acumulan experiencias luminosas. Por un lado, participa en la organización de los Encuentros de Pamplona. Este evento se programa desde 2022 como recuerdo de los Encuentros que se celebraron en 1972 como un epicentro del movimiento contracultural. Hoy, bajo el impulso del ensayista Ramón Andrés, se ha hecho un «cambio de lógica», que Santcovsky resume así: «Si en los años setenta fueron un encuentro de la contracultura, ahora son unos encuentros de Cultura, porque hoy hacer Cultura es ir a la contra de todas las dinámicas de consumo y de saturación en que vivimos». A todo esto, la otra mitad de su cerebro está centrada en los ensayos para el estreno de ‘Concierto de los elementos: I&II para violín y orquesta’, a cargo de la Orquesta de RTVE. (Madrid, Teatro Monumental, a las 19:30h y con retransmisión en directo por Radio Clásica). Esta es la obra con la que ha obtenido el premio Reina Sofía de composición que otorga la Fundación Ferrer-Salat y es uno de los más dotados (en dinero y en prestigio) de España. «Es una cosa increíble», dice, especialmente en un país en el que demasiado a menudo «las dotaciones en el ámbito del arte y el pensamiento se quedan en lo simbólico». En este caso, al contrario, «el premio te permite tener una seguridad económica para seguir trabajando» y al mismo tiempo «te conecta mucho con el tejido musical español, algo difícil si has estado mucho tiempo trabajando fuera». Pablo, de alguna manera, estará también en el concierto: «El recuerdo de mi hermano está todavía presente ahora, cada día».