Iniesta de mi vida

A Andrés Iniesta lo rebautizó José Antonio Camacho como ‘Iniesta de mi vida’, celebrando en un grito el gol que nos hizo campeones del mundo, allá en Sudáfrica. Hasta hoy. Iniesta se despide del fútbol , y su adiós es la bienvenida a aquella tarde del verano de 2010, cuando vencimos a Holanda, en lo alto de la prórroga. Toda nostalgia es un fervor decaído, según el clásico, y eso nos pasa ahora, cuando nos recobramos más jóvenes un momento, a bordo de la añoranza de un rato de julio que es un antídoto abierto contra los pesares del vivir, como todo verano, pero más. Doña Sofía, la Reina, esa viuda con marido que hoy aplaude hasta Margarita Robles, se metió en los vestuarios y casi caza a Carles Pujol en plena ducha. Don Felipe y Doña Letizia estuvieron en el palco como dos forofos que van a ver jugar a unos chavales de la familia. Sara Carbonero e Iker Casillas resultaron el gran romance planetario sin decir ni una palabra de amor. Bastó un beso que dio la vuelta al mundo. A Casillas le dieron el ‘Guante de oro’, y él le dio a Carbonero un beso en directo, al acabar el partido último, que la dejó despeinada. Allí estuvo Charlize Theron y Plácido Domingo y Rafa Nadal y Pau Gasol. Cito deprisa a algunos de los ilustres o populares que pusieron calor y color en la afición española, que también jugó mucho en Sudáfrica, naturalmente. Nuestros chicos salieron muy brasileños, pero brasileños finos de los de antes, con samba propia, ‘made in spain’, y Xavi Hernández afinando de regate vacilón el baile. La final tuvo el prólogo del ombligo de Shakira y luego en la grada vimos a Mick Jagger y a Leonardo di Caprio. El Mundial fue, en fin, una fiesta que fue fiestón. Hubo un tipo españolísimo que se plantó en Sudáfrica, desde Valencia, en vespa, para animar a la Selección. Con un par. Es lo que hicimos todos, convencidamente, sólo que sin llegarnos hasta Sudáfrica. Y sin vespa, por lo general. Estuvimos sin estar. Como hoy mismo. Es cierto que vivir es ver volver. Gracias, Andrés .

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