La fuerza del Sevilla asfixia al Betis (1-0)
El derbi de la primera vuelta se resolvió en Nervión con cánones muy habituales en los últimos años: el Sevilla puso más en el campo, tuvo más fe, más fuerza y, por ello, más fútbol que un Betis que volvió ser incapaz de plasmar su supuesta superioridad en el marcador. Una historia conocida. Las ganas frente a la tibieza. Y eso en el duelo futbolístico de la ciudad tiene siempre un mismo resultado. La fuerza de los de García Pimienta asfixió la teórica técnica elevada de los de Pellegrini, que en ningún momento fueron capaces de plantar cara a un rival mucho más intenso y metido en el partido de principio a fin.Así se completó el duodécimo derbi liguero sin ganar de los verdiblancos y con el merecido triunfo del Sevilla por 1-0 con un tanto de un discutido penalti por mano de Llorente que convirtió Lukebakio, que junto a Ejuke y Peque desarbolaron mucho más la defensa de su enemigo que el ataque de los de la camiseta verde, en el que Lo Celso nunca pudo tener continuidad. Ahí estuvo una de las grandes claves del partido, en el cortocircuito del líder futbolero y espiritual verdiblanco. Los tres puntos se quedaron en Nervión para que los sevillistas alcancen al conjunto albiverde en la tabla con una docena de puntos. Si tan bueno era uno y tan malo el otro… no se nota en nada hasta la fecha. La fiesta del último derbi de Navas pudo ser completa. El propio Betis ayudó, de hecho. Compró el confeti y las velas de la tarta. No vale siquiera referirse al penalti decisivo, porque en líneas generales los del Sánchez-Pizjuán fueron muy superiores siempre. Dispusieron los dos técnicos prácticamente de todo lo esperado en cuanto a los ‘onces’ se refiere. Lo que cualquiera tendría en la cabeza. Quizás llamó más la atención en los locales el doble pivote conservador, con Agoumé junto a Gudelj como plan anti Lo Celso, que funcionó en bastantes momentos del partido. Que Pedrosa pudiera estar en el flanco izquierdo en vez de Barco era una posibilidad real, así como la vuelta de Nianzou en el sitio de Marcao y, sobre todo, la anhelada recuperación de Isaac arriba, con la que ya todos contaban tras la lesión en el tobillo. En el Betis la alineación carecía de elementos llamativos más allá de la titularidad de Ricardo en vez de Perraud para atar algo más a Lukebakio, misión en la que el suizo tuvo enormes problemas. Para acompañar a la estrella argentina en la ofensiva, Fornals y Abde por los costados y Roque arriba. Esquema clásico y escenario también que puede ya denominarse tradicional, con mayor intensidad de los de Nervión, especialmente de arranque, cuando pasaron por encima de su oponente.En el primer cuarto de hora, de hecho, los blancos se zamparon a los verdes, insistiendo en balones largos a Ejuke y sobre todo a Lukebakio, que percutió una y otra vez por su ala generando mucho peligro ante un Betis entumecido, timorato. A los diez minutos marcó Ejuke, de hecho, con un derechazo dentro del área al culminar una jugada que Agoumé había invalidado por posición antirreglamentaria ante la que suspiró aliviado el cuadro visitante, superado claramente. Pero a partir de esos quince minutos empezó a entrar en algo de contacto con la bola Lo Celso y el panorama varió. La visión del rosarino y los titubeos de los centrales sevillistas provocaron hasta tres ocasiones nítidas de los de Pellegrini, una con un zurdazo alto del propio Lo Celso y otras dos, mejores, con disparos cruzados de Roque al escaparse de su marca que, en ambos casos, desvió con habilidad Nyland a córner. Al asustar los béticos, el Sevilla empezó a ser más precavido atrás, a juntarse en un nivel superior y a llegar menos al área de Rui Silva, aunque en los duelos siguió mostrando una tremenda superioridad espoleada por un árbitro que dejaba jugar bastante. Ese mensaje de Munuera Montero lo entendió mejor el de casa. A la pegada verdiblanca (tres disparos a portería frente a uno de Lukebakio al descanso), o más bien los chispazos, el conjunto de Pimienta opuso mucha más fuerza, intensidad y continuidad en el juego ante un rival respondón.El equilibrio en el marcador se rompió nada más comenzar la segunda parte con un penalti a favor del Sevilla que revisó el VAR por mano de Llorente en un salto de espaldas a un cabezazo de Aguomé. El esférico golpea en el brazo del central de manera absolutamente involuntaria en la caída, y eso esta temporada no era punible aunque desviase el balón claramente, pero acertar con el criterio arbitral resulta inviable a estas alturas, como saber qué es y qué no es penalti. Uno desiste de tratar siquiera de entenderlo. La mano es nítida. ¿Iba a puerta? No ¿Ocupaba espacio? Sí. Tras la deliberación de los de las máquinas, razón para el colegiado y lanzamiento de Lukebakio desde los once metros al fondo de la red para poner en ventaja al Sevilla. El supercontratiempo dejó muy trastocado a los visitantes, nerviosos ya con el electrónico en contra, lo que hizo mover ficha a la hora de partido (otro clásico) a Pellegrini para dar entrada a Bakambu por Roque y a Aitor por el costado derecho por un desaparecido Roca para colocar en el centro a Fornals a ver si de esa manera fluía algo de fútbol. Los sevillistas se colocaron algo más atrás entonces, ordenados y mordiendo, con dos pivotes muy compaginados y anulando por completo los movimientos de Lo Celso. Sin eso el Betis es poca cosa en estos momentos. Pimienta quitó entonces, en el 70, a Agoumé para colocar a Lokonga y, para cumplir con los ritos históricos como se debe, saltó al campo Jesús Navas (que ya es el jugador con más derbis en sus botas) en lugar de Isaac para dejar arriba a la leyenda junto a Lukebakio, Ejuke y Peque, que se movía con gran habilidad entre líneas. Minutos después, con todo, Navas pasó a cerrar el lateral derecho. Al otro lado, Aitor ponía por el flanco derecho lo que le estaba faltando a los béticos, intensidad, y sólo con eso se encontraron algunos caminos, pero a cada balón dividido la superioridad blanca era evidente. A los 79 entraron Suso y Salas en el Sevilla, y el Chimy Ávila en los verdiblancos en busca de soluciones a la desesperada (el argentino vio amarilla a los dos minutos) y en plena descomposición táctica que aprovechaban las dos balas de Nervión, Ejuke y Lukebakio, para atormentar a la zaga verdiblanca. No cayó el segundo de milagro en dos acometidas letales del belga que obligaron incluso al Ingeniero a sacar del campo a Ricardo y meter a un defensa en el tramo final. Incluso después de ese movimiento, de nuevo Lukebakio tuvo en sus pies otro que cortó Rui Silva in extremis con los pies. Los últimos intentos verdiblancos fueron verdaderamente infructuosos, tímidos, sin creérselo. Como tantas otras veces. La fortaleza del Sevilla en estos partidos es palpable. No hay ingeniero que descifre la fórmula para cambiarlo.