Ignacio Tovar expone su abstracción flamenca
En medio de la Bienal de Flamenco de Sevilla no puede ser más oportuno que el pintor Ignacio Tovar (Castilleja de la Cuesta, 1947) presente sus obras en la galería Rafael Ortiz . Y es que Tovar desde hace tiempo busca en el flamenco los títulos de sus obras, por eso su exposición ‘Crece el fuego con el viento’ , responde a una letra por soleá. Mucho color, líneas tremendamente definidas y cuadros de mediano y gran formato componen esta muestra que inaugura el ‘curso galerístico’ de Rafael Ortiz. «El título es un verso de una soleá. Yo escucho flamenco y cuando oigo una letra que me gusta, la apunto y cuando termino un cuadro voy a la lista y cojo el verso que le toca y se lo pongo. Parece algo muy rutinaria, pero resulta que cuando el cuadro tiene puesto el título, lo miras y es el que le pega. Como a los niños cuando le ponen un nombre cuando nacen, y luego ya no le puedes cambiar el nombre».En esta muestra de la galería Rafael Ortiz hay cuadros desde 2018, uno que se llama ‘Cantándote bajito’. Tras este lienzo, pasó luego en medio la pandemia una obra en su casa y pintó en una nave que le prestaron, «donde hice las líneas de los cuadros grandes y los terminé ya en mi estudio. Alguno lo he terminado una semana antes. Mis cuadros ahora tienen más pintura y una sensación de atmósfera más densa, algo que salió de forma casual, y me gustó. Ya en el siguiente fue provocado. Antes se veían mucho los colores, pero ahora están muy aplacados, como con una capa de niebla por encima. Los cambios en mis cuadros siempre han sido muy lentos, pero nunca me he saltado una etapa en esa evolución«, dice el artista. Comenta Ignacio Tovar que el flamenco es muy complejo. «Yo no es que me inspiré en el flamenco, pero sí en su espíritu. Esa sobriedad de las seguiriyas, de la soleá, o algunos cantaores que son casi monjes en su forma de cantar. Tengo un cuadro rojo intenso, que crea una atmósfera que casi ni se nota, y eso es lo que busco, esa atmósfera que te permite andar por ahí y reflexionar».Pero no siempre fue así. Al principio titulaba como sus compañeros de generación. «Ellos ponían ‘sin título, técnica mixta’. Pero hice un catálogo y el comisario era Mariano Navarro. Él estaba en Madrid haciendo el catálogo y yo en Sevilla, y me dijo, ponle títulos para identificar los cuadros. Me pareció bien, y como era verano le puse nombres propios, pero un día iba para la playa y era San Lorenzo y no quería llamar un cuadro Lorenzo, pero como ese santo murió en una parrilla, dije ‘Parrilla de Jerez’, y así empezó todo. Seguí con Niña de los Peines y así. Los pequeños tienen título de versos de flamenco y los grandes de cantaores, bailaores y guitarristas. Tengo un ‘Javier Barón’ , ‘Matilde Coral’…, escojo gente a los que he visto en escena porque así me dan proximidad, incluso con alguno como Matilde hablé con ella, y me preguntó cómo salía, y yo le dije, no sale, es abstracto, y le pareció curioso».En un viaje que hizo a Londres en 1974 regresó fascinado por la pintura de Mark Rothko y le impresionó de tal manera que siguió por ese camino, aunque también tuvo influencias del norteamericano Barnett Newman, «pero el clima que tenía los cuadros de Rothko es el que me influyó».Trabajó durante muchos años en el antiguo Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla . Entró a trabajar cuando la Junta de Andalucía recibió las competencias de Cultura en 1984. «El entonces director general, Bartolomé Ruiz, me llamó para ofrecerme trabajar allí. Le dije que sí, pero que si no me gustaba, lo dejaba. Iba de comisario de exposiciones porque no había nadie para programar ni para nada. No había director. Yo estaba sentado en el sillón del director, pero si había que abrir la puerta me convertía en portero ».Recuerda la época como «una pesadilla, pero es verdad que estuvo bien porque fue la primera vez que tuve contacto con artistas muy jóvenes , y me di cuenta de que tenía que hacer lo mismo que hicieron conmigo la anterior generación, gente como Zobel, Carmen Laffón , etc., que me acogieron como uno más, no como el pipiolo que llegaba, y me preguntaban. Y fui aprendiendo. Gerardo Delgado fue para mí como una enciclopedia«. Un antes y un despuésFruto de aquella época es la exposición que organizó Tovar titulada ‘Ciudad invadida’, que señaló un antes y un después en las artes plásticas de la ciudad. «Yo quería hacer una exposición de gente joven, y así el museo se revitalizaba, porque allí sólo entraba gente con pieles, era una tumba. Yo quería gente joven y así vendrían sus amigos, sus enemigos, su familia y va a ser muy refrescante. Lo que no esperaba es que la exposición tuviera luego tanta trascedencia. Allí estaban los artistas de la generación de los 80, gente como Agredano , Paneque , Pedro G. Romero , Ricardo Cadenas , Curro González , Federico Guzmán , Patricio Cabrera , Salomé del Campo… ». «Estuve dos meses -prosigue- visitando estudios para hacer la selección, y en esos dos meses no pinté ni una pincelada. Aquella exposición tuvo luego una gran repercusión, que yo en su momento no me esperaba. Luego hicimos otra en Madrid que incluía más gente. Fui a Málaga y Granada a ver más pintores. Se hizo en un sitio muy feo, Ifema, pero Gerardo Delgado diseñó un espacio fantástico, y la gente se quedaba asombrada de cómo estaba, parecía un museo. La muestra la abrían cuadros de Carmen Laffón, José Guerrero y Luis Gordillo y luego mi generación, Gerardo Delgado, Juan Suárez, José Ramón Sierra … Y después los jóvenes con dos cuadros cada uno, la generación de los 80. Se llamó ‘Andalucía puerta de Europa ».Ignacio Tovar dice que «en ese tiempo se hacían esas cosas. Nunca más se ha hecho un desembarco así de Andalucía en Madrid . Luego ya las instituciones empezaron a perder el interés por esas exposiciones y todas querían hacer museos importantes. Aquí en Sevilla el CAAC, en Málaga el Picasso…».Su última etapa institucional fue en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, pero la esclerosis múltiple le retiró. «Dije que no quería trato con artistas, sino que organizaba los talleres, algo que tampoco ya se hace. Lo importante es que yo veía las memorias de quien había ido a un taller y después de hacerlo había cambiado su forma de pintar. Fue una manera de aprender mucho más que un curso de Bellas Artes. Era una experiencia importante, porque el alumno del taller tenía que decidir y se relacionaban entre ellos».Exposición ‘Crece el fuego con el viento’, de Ignacio Tovar Dónde: Galería Rafael Ortiz. Dirección: Calle Mármoles, 12. Cuándo: hasta el 22 de noviembre. Horario: de lunes a viernes de 11 a 13:30 horas y 18 a 21 horas.Cuando empezó a estar cansado y no poder estar de pie, se retiró. «Me daba vergüenza irme, porque yo no estaba mal, pero claro me cansaba mucho». Dice que nunca abandonó su pintura, «yo pinto todos los días, y cuando empiezan las inauguraciones voy a todas. Como yo hice ‘Ciudad invadida’, la gente joven quiere que vaya a su taller y a exposiciones y les comente , y voy porque si lo hicieron conmigo, no lo voy a hacer con los demás, y me piden hasta textos», comenta el artista entre los cuadros de la galería.