Los de la ética y la moral

El exclusivón de ABC sobre la Faffe ha reventado la caja de los truenos. No es que la haya destapado. No. La ha desintegrado. El estruendo es mayúsculo. Y todos y cada uno de esos truenos están explotando en la cara del socialismo andaluz. Tanto, que no tardaron ni 24 horas en buscar en el cajón del fango alguna película con la que contrarrestar el impoluto trabajo de Tony R. Vega para tratar de desviar la atención. Encontraron por ahí un papelito de los contratos de la Junta que colea desde la época de la pandemia y con el que jamás se han atrevido a llamar a la puerta de los juzgados, conscientes de su escaso recorrido judicial. Ahora lo harán. A ver qué remedio. Bien está. Investíguese. A tope. Pero ellos saben que en realidad el fondo del asunto les importa un pimiento. Lo importante es dominar el relato. A toda costa. Y si no hay relato posible, hay que inventárselo. Igual la mujer de Espadas lo redacta en Word Perfect, que por lo visto lo domina con gran pericia. Pero saben que es inútil. Los burdos correos electrónicos evidencian el vergonzante enchufismo de decenas de cuñados, primos, esposas, maridos, hijos y resto de parientes. Hablan por sí solos. Salen a flote por más que se empeñen en seguir convirtiendo todo en un lodazal para distraer la atención. En el fondo, es una historia tan indignante como triste, pues no deja de ser la constatación del porqué el PSOE gobernó Andalucía durante tantísimos años. Y cómo la gobernó. A base de sinvergonzonería.Es tan grave el caso Faffe, tiene tanto jugo periodístico, que hay una parte de toda esta historia que no sé si los andaluces hemos analizado suficientemente. La Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo fue creada por Manuel Chaves en 2003 para dar formación a parados. Cuentan que cuando años más tarde le sustituyó en el cargo José Antonio Griñán y descubrió que aquello era la vagina de la Bernarda –sabrá usted disculparme el micromachismo pero viene al pelo–, se echó las manos a la cabeza. La Faffe era un lupanar laboral. Enchufadores y enchufados en perfecta connivencia para repartirse cargos y prebendas. Y celebrándolo, literalmente, en otros lupanares de luces rojas. En aquel momento, aún ojiplático, el expresidente de la Junta debía elegir entre dos opciones. La primera era irse directamente a la Guardia Civil a denunciarlo. La segunda, tratar de esconder el escándalo. O lo que es lo mismo, pensar en los intereses de todos los andaluces o sólo en los de su partido. Optó por lo segundo. Me atrevería afirmar que la primera posibilidad ni siquiera se la planteó. Ocultó a los cientos de enchufados bajo la alfombra del SAE. Los consolidó laboralmente en otra empresa pública, culminando el trabajo iniciado por sus compañeros socialistas. Esto es de una inmoralidad escandalosa. Y estamos pasando de puntillas. Por supuesto Chaves también lo sabía. Y lo dejó correr. Durante años. Y como ellos, cientos de altos y no tan altos cargos del PSOE andaluz. Empezando por su actual número uno. Y señora. La del Word Perfect. Los que encima dan lecciones de ética. A tal punto de degradación moral estamos llegando.

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