Sacar las flautas
Qué te pasa que no reaccionas, que estás a verte venir, a cocerte en el bochorno de tus octubres veraniegos, sudando lo que ayer llorabas. Qué mosquita muerta te ha picado que ni te rascas las rozaduras, que estás enfrascada en tu derbi, esperando a que designen pregonero, pensando en salir de beduina delante de la carroza de tu miseria. Ya estás otra vez haciéndote la cochinilla, transformándote en bicho bola, metiéndote en el caparazón de tu primavera perpetua. La tuya quieren que sea una biografía selectiva, un compendio de hitos antiguos en los que no quepan los días en los que te uniste para algo más que para celebrarte a ti misma. Esos momentos, hace no tanto, en los que el espíritu de nuestra gente cercó al miedo y se echó a la cara a la injusticia, avisando al norte sanguinario y altivo de que aquí les podríamos servir dos tazas de identidad cuando quisieran. Hoy, que el futuro de nuestro país se dirime en un mercadillo del Jueves a puerta cerrada, que el persa mayor del reino vende lo que somos a cambio de un seremos en el que solo gana – sobrevive- él y los que pintaron de negro el pasado, pienso dónde estará esa ciudad de la que me hablaron mis mayores, la que nunca mencionaron los profesores. Hablo de ese sitio que respondía en las calles, que coordinó al pueblo bajo el ánimo noble y justo de la defensa. Intento contrastar con la gente de mi generación aquella época y no hay ni rastro de conocimiento. «No entró en Selectividad». De la Avenida de la Constitución abarrotada un 4 de diciembre solo queda un himno a flauta, un mollete con aceite. De los años del terror de los vascos sin escrúpulos solo ha llegado un lema idiota: ‘Que te vote Txapote’. Y de eso se nutren los oportunistas, del desconocimiento que han sostenido en pos de una falsa reconciliación: los que mataban ahora chantajean con votos, los chantajeados tragan para no volver a ser señalados. En la intimidad de la mesa camilla me hablan unos labios arrugados pero firmes de una gente hastiada que pidió tierra y libertad, que puso pie en pared tras lo de Alberto y Ascen , que se volvió loca después de enterarse de lo de Muñoz Cariñanos y salió a acorralar a la inmundicia poniendo el cuerpo y la rabia. Al que huía lo apresaron en La Macarena. Aquel monstruo acabó meándose en los pantalones, como el despojo que era. En la España de hoy, la de amnistía y cupo por investiduras, se le va a conceder el tercer grado. Otegi dice que habrá presupuestos mientras se saque a los presos. De mearse encima a mearse sobre nosotros. Si nos quedase algo de vergüenza, sacaríamos las flautas y tocaríamos unidos el himno de esa tierra que hace un tiempo no se dejó pisar.