Unos poquitos botellones más
El licenciado Vidriera que dirige los festejos municipales ha decidido que la misma semana que se publica el Plan de Gestión del Casco de Córdoba , se autoricen unos poquitos botellones más en la ciudad vieja. Para ser fieles a la letra, digamos que el mencionado plan explica que una de las amenazas del Centro Histórico es la abundancia de eventos que impiden actos tan normales como, pongamos, dormir. Ole ahí esa visión preclara, esa capacidad de análisis.En concreto, las verbenas populares ya existentes en toda la ciudad se han ampliado en nueve, la mayor parte de ellas organizadas por nuestras cofradías, dispuestas a recuperar el acervo festivo de la ciudad. La primera de las fechas, la organizada a la sombra del monumento a Manolete , ha acabado como nadie podría imaginarse, cielos. Mediante una eclosión súbita, en horario nocturno, de botellones, peleas y denuncias tanto en Santa Marina como en los barrios anexos cuyos vecinos están muy hartos. Las hermandades, siempre al quite, han anunciado la recuperación de antiguas velás que, por la razón que sea, dejaron de organizarse. Han explicado que se quiere rememorar el espíritu de aquellas citas que consistían en carreras de sacos y cintas, actividades para los niños, bailes regionales. El resultado conocido hasta la fecha es de borracheras, meadas y vomitonas. Digamos que el plan de bailar pasodobles les está saliendo regulinchi.Los psicólogos llaman disonancia cognitiva a ese comecome que se produce cuando pensamos una cosa y hacemos otra. Estamos ante ese caso, que puede llegar a revestir un carácter clínico. El Ayuntamiento de Córdoba se levanta por la mañana queriendo controlar los problemas del Casco Histórico y, cuando llega la tarde, autoriza unas poquitas más de actividades que acaban con los vecinos acordándose del árbol genealógico de la autoridad. Hay que tener muy mala leche para firmar un decreto que permitiese lo que ha pasado este pasado fin de semana en Santa Marina conociendo los antecedentes pringosos de las cruces de mayo. Porque sabían de sobra lo que iba a ocurrir.Pues entonces a qué vienen los planes de gestión, las declaraciones lastimeras, las disculpas, los congresos del Patrimonio Mundial incluso. Esas intervenciones que ocurren a toro pasado de que se van a tomar medidas porque esto no puede ser, el descanso del vecino es lo primero, etcétera. Por lo visto, siempre cabe un botellón más, una vomitona más, otra micción en la puerta. Esa es la filosofía municipal que no es capaz de negarle a una hermandad —o a su taberna cofrade de referencia— el resultado de una caja registradora. Deberían ponerlo así en el programa electoral para que quede claro cuando llegue la hora de votar. De esa manera, nadie se llama a engaño y obramos todos en consecuencia.