La progresiva decadencia de la calle Torneo de Sevilla

El nombre de Torneo de la vía paralela a la dársena fluvial proviene de las justas tardomedievales que tenían lugar extramuros de la ciudad en la orilla del río. De aquellos torneos caballerescos repletos de lances a esta Torneo que sufrió una reurbanización integral del paseo en el tramo comprendido entre Plaza de Armas y la Barqueta. Aquello fue hace dos años: se levantaron los muretes separadores y los setos donde se emboscaban las personas sin hogar y se sembraron praderas de césped, tapizantes y arriates de variedades florales, la mayoría de las cuales han desaparecido al cabo de estos meses. La empresa encargada de su mantenimiento y conservación vela a diario por el riego y el buen estado de la vegetación, pero el paseo de Torneo se ha convertido ya en el escenario de otra justa cuyo desenlace no conoceremos hasta que pase algún tiempo: ganará el cuidado o acabará por imponerse la incuria y el abandono como pasó tras la Expo92. Algunos síntomas empiezan a ser inquietantes, aunque todavía reversibles. Algunas plantaciones de tapizantes se han perdido o bien nunca llegaron a arraigar y en otras, bajo los grandes ficus de la Barqueta, parecen arrasadas por el riego o por los soplillos con que se barren las hojas caídas. El resultado es el mismo: plantones que se arrastran y no llegan a enderezarse nunca. En otros casos, las hojas están quemadas por el sol.ABCPero es en la zona central del paseo, donde se sitúa la fuente cortina de agua entre las bocacalles Juan de Acre y Lumbreras, donde se hacen más evidentes los todavía incipientes signos de deterioro: un gran charco putrefacto acumula, por defecto constructivo, agua de riego sin posible evacuación dando una pésima sensación al paseante en una vía peatonal por lo demás agradable y bien cuidada. Las plantas enredaderas del emparrado metálico instalado para que den sombra han llegado al nivel de sus guías y no tienen asegurado el crecimiento continuado a lo largo de los listones de acero. En los montículos de las praderas, donde en un primer momento se plantaron variedades de flores, han desaparecido prácticamente todas y sólo quedan las gomas del riego por goteo como testigos mudos del inexorable paso del tiempo, aunque se mida todavía por meses. El césped lucha ahora por engullir esos claros donde se plantaron rosales en su día. La fuente ornamental con circuito de agua funciona a intervalos. Y no se salva del vandalismo, la gran amenaza de toda la zona: en los primeros días tras colocar los grandes cristales por los que resbala la cortina acuática ya los pintarrajearon los grafiteros para dejar la huella de su estulticia en forma de garabato. En los zócalos blancos de esta zona, así como los asientos, se libra una sorda batalla para mantener a raya a los que impunemente se lanzan a ensuciar las fachadas con sus pintadas ególatras. Por supuesto, nada que ver con el paseo de Juan Carlos I en el que el nivel de las pintadas ha llegado literalmente hasta los peldaños de las escalinatas de acceso. La caseta de enclavamientos ferroviarios en frente de la calle Baños es acaso el epítome de esta bárbara agresión al paisaje visual. Su rehabilitación se interrumpió y todo ha vuelto al mismo estado de abandono del que nunca llegó a salir: todos compiten por dejar su sello en la fachada, donde sólo compiten con el guano de las palomas. Al ya clásico Yuri se ha unido en los últimos tiempos otro fulano que firma como Amnesia, lo que constituye todo un sarcasmo considerando que esa fuente de agua viene a sustituir la obra ‘La trampa de la memoria’ con cristal de Murano, firmada por la artista Federica Marangoni, como regalo de Venecia a la ciudad de Sevilla durante la Expo92. La vandalizaron tan pronto que no dio tiempo ni a disfrutarla. ¿Acaso sea el sino de la calle Torneo?El otro gran problema tiene que ver con las personas sin hogar que vivaquean en sus inmediaciones por la noche, después de aparcar coches o mendigar en el Centro. El núcleo chabolista pegado a la antigua estación del telecabina, hoy parque de limpieza de Lipasam, va creciendo en número y tamaño. En la zona donde se anunció el teatro de Atalaya, las hojas secas se acumulan contra las vallas que delimitan el solar sin uso. ¿Se construirá algún día? Al final de la visita, el paseante se va con la sensación de esa misma duda ampliada: ¿de qué lado caerá en un futuro no demasiado lejano el paseo de Torneo? ¿Avanzará la degradación incipiente que empieza a percibirse en algunos tramos o la concesionaria encargada del mantenimiento por el municipio logrará conservar el espacio libre coo un lugar agradable para pasear o hacer deporte? El incivismo, esa gran lacra de Sevilla, ha convertido la ciudad en un laboratorio de experimentación a gran escala para compañías de mobiliario urbano sobre la resistencia de materiales contra el vandalismo. Sólo que ahora el experimento lo comprobamos a diario en vivo y en directo en el paseo arbolado junto al río: un Torneo nada caballeresco, por lo que se ve.

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