‘Harraga’, la respuesta de la juventud magrebí a la falta de futuro
Todos se preguntan qué puede empujar a unos niños, adolescentes, jóvenes, en la flor de la vida, a arrojarse a semejante aventura en la que pueden perder la vida. Dejar su hogar, sus madres y aventurarse hacia lo desconocido . Arriesgar el pellejo no es algo que se toma tan a la ligera, sobre todo cuando no se trata de una persona, ni diez, ni cien, sino de miles, que s e organizaron en las redes para coordinar un asalto a la Ciudad Autónoma de Ceuta. La única respuesta con que se encuentra uno al hablar con estos niños es la desesperanza, el desarraigo total y el pesimismo en su estado más puro, que son los sentimientos que alimentan y nutren las ansias de abandonar el país de este movimiento de ‘Harraga’.Unos malcriados, dirán algunos; criminales, dicen otros; fracasados, aseguran por ahí… Pero son demasiados para echarles la culpa a ellos y no a un sistema que ha fracasado estrepitosamente en lo más esencial: mantener la esperanza de una vida digna entre los más jóvenes.El país norteafricano tiene una economía cada vez más sólida, con proyectos importantes, una infraestructura que no cesa en desarrollarse y empresas que se están haciendo más fuertes en el mercado nacional y africano; pero a este crecimiento económico lo acompaña el aumento imparable del paro, sobre todo el juvenil, una inflación galopante que está imposibilitando llegar a fin de mes a las familias marroquíes, aniquilando el poder adquisitivo, empobreciendo a la ya maltrecha clase media y aumentando la desigualdad entre las regiones, hasta el punto de que algunas viven en un ostracismo casi absoluto.Noticia Relacionada estandar Si El movimiento ‘Harraga’ vuelve a tensionar la frontera ceutí con un amago de salto masivo J. J. MadueñoEn un Marruecos de la época poscovid, todavía rehaciéndose del tremendo varapalo socioeconómico de la pandemia, un nuevo gobierno liberal, liderado por Aziz Akhannouch, magnate de los hidrocarburos y el empresario más exitoso del país, salió elegido en unas elecciones con una abstención muy elevada. En los más de dos años y medio que lleva gobernando, el precio del carburante ha aumentado, siendo él quien más se beneficia de ello , y se ha puesto casi a la par con los precios de España en un país, Marruecos, donde el poder adquisitivo es mucho más bajo. Son los precios más altos de todos los países árabes. Los problemas de la enseñanza pública no se han remediado, puesto que la hemorragia del abandono y fracaso escolar no se detiene. Cada año, casi 200.000 adolescentes abandonan antes de terminar la secundaria preparatoria (lo que equivaldría a la ESO en España), a pesar de las directrices del Soberano marroquí de dar la mayor importancia a este asunto; para más inri, hubo huelga de profesores durante tres meses en el último año académico y una huelga de estudiantes de primer año de medicina en todo el país que acabó con menos del 5 por ciento de los alumnos aprobando el examen final.DesesperaciónEl paro ha crecido en los últimos dos años, el juvenil también; hay casi un millón y medio de jóvenes que tienen entre 15 y 25 años que no tienen ninguna formación u ocupación; un kilo de carne ronda los 12 euros en un país donde el salario mínimo no llega a los 300 y las legiones de jóvenes y adolescentes sin trabajo ni estudios se ven sin presente ni futuro, lo que les consume y lleva a la desesperación.Estos chicos llenos de pesimismo solo piensan en abandonar el país: «Os lo dejamos porque ya no tenemos futuro, os lo dejamos porque no tenemos presente , os lo dejamos porque ya os lo habéis llevado todo« dicen por las calles de Castillejos y de casi la mayoría de los rincones del país . Son los lemas de los ‘harraga’ (inmigrantes clandestinos).Estos niños son fruto de una situación desigual donde ven a una minoría cada vez más rica viviendo en otra dimensión, donde sus hijos estudian en carísimas escuelas selectas, van en coches alemanes de lujo y veranean exponiendo toda esta riqueza a pocos kilómetros de Castillejos, la ciudad que conoció el intento de inmigración masiva anunciada y multitudinaria . Son miles de jóvenes y niños, la mayoría marroquíes con algunos magrebíes y subsaharianos que querían invadir Ceuta por mar y tierra jugándose la vida. Dicen: «Nosotros vivimos en El Magreb (así se le llama a Marruecos en árabe) y ellos viven en Morocco (refiriéndose a los barrios ricos)».Noticia Relacionada estandar No Marruecos detiene a más de 150 personas por incitar a la inmigración ilegal a España ABC «Algunos jóvenes están siendo interceptados por desconocidos que utilizan las redes sociales para movilizarlos», aseguró el portavoz del Gobierno marroquíEstos niños sin estudios completados no han tenido una escuela digna, un hospital digno, una vivienda digna, una vida digna y por eso sienten que han perdido toda dignidad dentro de un país que no cesa de crecer económicamente, pero donde la brecha entre pobres y ricos no para de aumentar tampoco. La inflación ha crecido de forma notable, un 50 por ciento sólo en los últimos dos años.Las redes sociales son el espacio donde se organizan estos jóvenes y ahí nadie les puede parar. Circula de forma masiva por ellas un proverbio marroquí que reza: «Ningún gato se va de una fiesta de boda» o «¡Que el último apague la luz!». A estos jóvenes les da igual porque son el vivo retrato del fracaso de las políticas sociales de los gobiernos de los últimos años, sean islamistas o liberales.No es una aventuraTodos los jóvenes que hablan por las redes sociales o entrevistados dicen lo mismo: «No queremos irnos por aventura; nos queremos ir porque hemos perdido la dignidad , porque somos carne de paro y en el mejor de los casos seríamos mano de obra muy mal pagada«; »solo queremos mantener a nuestros padres y comer bien«, dicen otros. A pesar de este panorama tan alarmante, en un acto multitudinario en Agadir, entre militantes de su partido, el primer ministro marroquí, sonriente, se jactaba de tener la mejor política social en África. Lo hacía el mismo fin de semana de la llamada a tomar Ceuta al asalto del 15 de septiembre. Bailaba junto a grandes personalidades de su partido al son de una canción de un famoso rapero marroquí que dice: «Soy un loco»…Una tomadura de pelo o, cuando menos, una señal de despreocupación total de unas autoridades que demuestran cada día estar muy alejadas de la realidad de estos jóvenes ‘harraga’ –«clandestinos», es el significado de esa palabra, que además es una derivación de una raíz árabe que significa «quemar»–, de estos chicos ‘quemados’ de desconsideración y olvido, de «hogra», que significa «discriminación abusiva», una palabra también muy repetida entre los jóvenes no solo de Marruecos , sino de todo el Magreb. Esa actitud de los gobernantes acentuó todavía más en la juventud el sentimiento de que no les importa la situación tan alarmante de esos chicos sin futuro ni presente.Nadie puede prevenir el próximo intento de paso de estos jóvenes porque son muchos, han dado ya muestras evidentes de que hay una coordinación de sus movimientos , no tienen nada que perder y le temen a muy pocas cosas. Así que podrían protagonizar pronto otros episodios similares –ya hay llamamientos a otro asalto– porque han perdido, según ellos, lo esencial; la dignidad.