El final del embudo

El embalse de La Colada por fin va a descorcharse con el final del embudo para la crisis del agua en el norte de la provincia de Córdoba. La Junta de Andalucía ha adjudicado a la empresa Jicar los trabajos para terminar la red de conexión del pantano -construido en 2006- con Sierra Boyera y así poder distribuir el agua inútil que almacena desde hace quince años a las comarcas del Guadiato y Los Pedroches . El vergonzoso episodio que durante años hemos presenciado con una treintena de pueblos y ochenta mil cordobeses sin agua doméstica ha llegado al epílogo esperado, nunca exento de polémica y zancadillas políticas de la peor calaña, pues justo se agravaba la escasez cuando las citas electorales rebosaban en el calendario ante el hastío del respetable.Conviene hacer memoria con La Colada para entender la situación surrealista e injusta que se ha vivido durante casi dos décadas y hasta el día de hoy. La sequía de 1995 fue tan voraz que dejó la enseñanza en la clase política de que hacía falta construir un pantano en el norte de Córdoba. Esos meses de auténtica desgracia funcionó hasta un enlace de emergencia entre Puente Nuevo y Sierra Boyera que ahora se ha denostado, vilipendiado y menospreciado. En el fuego cruzado, el Gobierno llegó a prometerlo a última hora, y seguimos esperando…El Gobierno decidió ejecutar así el embalse de La Colada con un extenso costado entrando en la cornisa norte por El Viso y una capacidad notable para reforzar las reservas de agua junto a Sierra Boyera y entre ambos asegurar casi cien hectómetros cúbicos. La obra acabó en 2006 por parte de la Confederación Hidrográfica del Guadiana y era entonces el turno de la Junta de Andalucía, en manos socialistas, para rematar la faena: red secundaria para llevar ese agua embalsada a los depósitos. Una especie de entramado kilométrico de tuberías y algunas instalaciones supletorias necesarias. Pero el Gobierno de Chaves dejó parada la obra cuando apenas faltaba un diez por ciento. Lo hizo en 2009 y como de sequía solo hubo después pequeñas bocanadas, a todo el mundo se le olvidó el tapón, aunque disfrutaba con el exotismo de una playa de interior junto al mugir de las vacas vallesanas.El déficit hídrico era cada vez mayor y comenzaban a intuirse las orejas del lobo. Fue entonces cuando la llegada del PP a la Junta propició recuperar un proyecto estratégico y comenzar una tramitación más ágil (que ha durado cinco años) para terminar una red imprescindible. Y fue hace un par de años, encauzado el proyecto, cuando estalló la sequía en todo su fulgor y afloró el barro político dejando declaraciones y momentos impagables. Un PSOE reprochando al PP que acabase La Colada y cumpliera sus obligaciones, un Gobierno jugando a la yenka y orquestando una chapuza provisional de tuberías gripadas y agua contaminada -conocido el estancamiento y las condiciones de la balsa de agua sin movimiento- y una Diputación que volvía a manos populares… achicando agua para zanjar un serio problema y echando el resto, como ha demostrado con su actuación en Sierra Boyera. La lluvia llegó y las promesas se cumplieron.

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