Antonio Molero: «En Madrid, como creo que decía Napoleón, de lo sublime a lo grotesco hay un paso»

Antonio Molero es de los grandes rostros de las artes escénicas. Está incardinado en una forma de entender el teatro, la televisión, que, lejos de ser silente, es activa. El mundo entero lo conoce por su papel de Fiti, ‘mayormente’ el mecánico ‘senequista’ de ‘Los Serrano’ Ahora mismo representa en el teatro Fígaro ‘Una terapia integral’ donde, entre levaduras, se encuentra o puede encontrarse el secreto de la felicidad; si es que existe. En su caso, la felicidad es su trabajo. Molero es toledano, de Ajofrín, pasado por Alcalá de Henares , lo que ya le da un sello para andar por el mundo. Conoce la ciudad, conoce el teatro, y por eso sucede es que Molero se ve tan cerca de dos figuras vitales y del escenario: Valle-Inclán y Lope de Vega, que juntos, en distintos tiempos, crearon la ciudad tal y como es. Ese entramado urbano que, citando de memoria a Napoléon Bonaparte , goza de la particularidad de que lo sublime y lo grotesco se den la mano. En suma, que Madrid no ha cambiado mucho desde que el esperpento valleinclanesco se convirtió en un ropaje más de la ciudadEsa misma ciudad es una escuela de aprendizaje. No se le caen los anillos al revelar que Fiti es una creación del observador de calle madrileña, porque la calle es una escuela sobre el ser humano. Y dentro de las calles, especialmente, los bares, que sustituyeron a los corrales de comedias y mentideros.Noticia Relacionada estandar Si Alberto Urdiales: «El público que viniera a Madrid a ver unos Juegos se enamoraría de la ciudad» Jesús Nieto Jurado Confiesa que la capital, en 38 años, ha llegado a convertirse en una de las mejores ciudades del mundoAntonio Molero le pide a la ciudad «más zonas verdes»; más espacios donde se puedan juntar la familia, los niños. Es algo que Madrid «anda pidiendo a gritos».La fama, la fama que le ha venido de estudiar en la Resad y después de interpretar personajes de inolvidables de la comedia familiar español, la lleva con la calma con la que hay que llevarla. Sabe que después de una obra que ha podido resultar interesante, el responsable va a interpelarle. Y esto ya pasaba desde el Siglo de Oro. Lo que peor lleva de su oficio es que el bregar le impida ser el consumidor de cultura que quisiera ser: de martes a domingo está encima de las tablas, y el cómico necesita descanso, que si no es un mandamiento bíblico debería serlo.madrid_dia_0703—Por su obra le preguntaréis. O le preguntaré. ¿A Madrid le falta masaje, terapia?—A Madrid lo que hay es que humanizarlo. Lo está pidiendo a gritos. Más zonas verdes, más lugares agradables donde se pueda estar con los niños, con las familias. —Para un ‘bolo’, es decir, para un toledano de pro, ¿qué era Madrid?—Pues era lo mismo que esto pero con coches en Huertas. Con más inseguridad. Era como ahora, menos peatonal y más inseguro. —Su primer paso por la región fue por Alcalá de Henares…—Y venía a Madrid a hacer mucho más turismo que ahora, a los museos. —Uno de sus personajes fetiche, Fiti, de ‘Los Serrano’, era un poco la quintaesencia de lo madrileño. ¿Cómo lo recuerda?—Claro que Fiti existe. Y claro que es muy madrileño. Tengo un amigo que habla muy parecido. Yo para actuar me inspiro en cosas cercanas; no trabajo sobre el abstracto, sino todo lo contrario. ¿Quién no tiene un amigo que no es mecánico?—Estamos en un teatro. En un barrio que es cuna del teatro. ¿Se vende con criterio el arte dramático en Madrid?—Yo creo que podría albergar mucha más gente. Hay un espectáculo, funciona, y el público tiene curiosidad. Nosotros arrancamos tercera temporada y sabemos que toda cita con el teatro es un triunfo de la ciudad. —Antes no sería tan así…—No, antes no. No existía esa fiebre de venir al teatro. —Ha formado parte del ‘Tenorio’. Que Zorrilla ubique la obra en Sevilla nos importa poco para la siguiente cuestión. ¿Hay ‘donjuanes’ en Madrid?—Claro, el Don Juan es universal. Y claro que en Madrid hay ese tipo de ‘calaveras’ que van de flor en flor. —Lo trágico, lo cómico… Hay que ponerle un apellido a esta ciudad.—Madrid es esperpéntico a la manera de Valle-Inclán. Como creo que decía Napoleón, aquí, de lo sublime a lo patético, hay un paso. —No sé cómo anda de consumo cultural. Vamos, si el tiempo se lo permite…—Pues es mucho más escaso de lo que debería. De miércoles a domingo estoy en el teatro.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Nick Casey: «Cuando un estadounidense venía a España, iba a Barcelona. Eso ha cambiado» noticia Si Roberto Brasero: «El clima de Madrid no es tirano, no es capaz de cincelar el carácter»—Se ha referido, casualmente, a un tipo de madrileño. El calavera, el crápula, que también entiende de teatro. Ese hombre, ¿es buen crítico o habla por hablar?—En Madrid se vive en la calle, mucho. Y es donde pasan las cosas. Si no tienes calle no puedes ser un buen guionista. Y Madrid para eso da mucho: los bares son centros fundamentales de la cultura. Antes las corralas. Y eso funciona muy bien.—¿Por qué apellidos del teatro está usted en Madrid?—Por Valle-Inclán, que es una figura fundamental que retrató Madrid como nadie. Por Lope de Vega. Por todos ellos, que vivían a cuatro pasos.

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