Irene Polo: ‘¿Llevarán pantalones las mujeres?’

Las faldas están agonizando La noticia es tan picante, tan sensacional y trascendental, que no puede considerarse como una simple noticia de modas, que es como nos la han dado. Naturalmente, que con muchas prevenciones y reservas por parte de su poseedor: Monsieur Giuseppe Anselmi, jefe del departamento de dibujantes de una de las más fuertes y conocidas casas de modas de París, huésped de Barcelona por un par de días, de paso para Madrid en viaje de negocios.—No debería decirse nada aún –ha objetado–. Es un secreto y nadie, ni los profesionales ni la Prensa del ramo, ha avanzado todavía nada en este sentido…—Pero ¿es en serio, Monsieur Anselmi? –hemos insistido nosotros.—Completamente. Ahora, sí. Hace veinticinco años que yo estoy trabajando en la supresión de la absurda falda femenina y en la implantación, para sustituirla, del pantalón general. Y, como yo, han estado trabajando otros, activamente, incesantemente, año tras año, esperando la ocasión de ver fructificar sus estudios y sus esfuerzos. La guerra de 1914 creímos que iba a ayudarnos; la civilización sufrió una convulsión suficiente para que pudiera adaptársele, aprovechándola, cualquier novedad. Pero no era la hora todavía. Estaba aún demasiado reciente el fracaso de la falda-pantalón. —¿Y ahora?—Las circunstancias son favorables. Nos hallamos en la época de la reivindicación moral y social de la mujer; en el momento del triunfo de la lucha entablada por su incorporación al movimiento progresista universal. Y lo nuestro no es otra cosa que una conquista más en este orden. —¿Cómo?—Naturalmente. ¿Conoce usted la historia de la falda? La falda es, sencillamente, la túnica primitiva. La ingenua y torpe túnica común de las primeras edades que el hombre, más práctico, más lógico y sobre todo más libre, abandonó en seguida para adoptar el pantalón, que es la única forma de vestido razonable. La mujer, en cambio, trabada por su inferioridad social, no pudo hacer lo mismo, y así la falda ha llegado hasta hoy, a través de todas las evoluciones de la civilización, como un vestigio de la ancestral injusticia.’Una intrusa en la prensa’ Autora Irene Polo Edición Francesc Salgado Editorial Renacimiento Número de páginas 356 Precio 23,90 euros»No obstante, su imperio absurdo y arbitrario está ya tocando a su término. Sí, señorita, las faldas agonizan; su muerte está próxima, muy próxima, afortunadamente –concluye Monsieur Anselmi, con un suspiro.Unos cuantos argumentos convincentes—¿No la he convencido? –pregunta después, observando nuestra actitud desconfiada–. ¿O es que se asusta usted? —¡Hombre!… No hay para menos. —No sé por qué. ¡Pero si es que una gran cantidad de mujeres se pasa ya la mayor parte del día vestida de pantalón! Todos los equipos de deporte son a base de pantalón: el sky, la equitación, la aviación, el motorismo, la playa, etc. Y en el deshabillé ya sabe usted que domina el pijama… ¿Entonces?—Entonces sigue pareciéndonos inverosímil que las mujeres puedan llegar a ir por la calle vestidas de hombre…—¡Qué barbaridad! Ante todo, ninguna persona sensata que recapacite un momento puede dejar de reconocer que eso de que el pantalón represente al hombre y la falda a la mujer es uno de los tópicos más incomprensibles y absurdos. Está muy bien que la indumentaria de la mujer sea distinta de la del hombre. Todas las cosas relativas a uno y otro sexo se diferencian, como es natural; pero no en este grado. ¿Por qué se ha de considerar que el hombre tiene dos piernas y la mujer dos pies? ¿Por ventura pone la mujer los dos pies en un solo zapato, por ejemplo? Y, sin embargo, a nadie se le ocurre pensar que porque una mujer lleva un zapato en cada pie vaya como un hombre. Ni los zapatos de hombre son iguales por esto que los de la mujer. ¿Pues, por qué el hombre puede llevar vestida cada una de sus piernas y la mujer, en cambio, tiene que llevar sobre su forma y movimiento una funda más o menos bonita? Además, en Oriente, donde la mujer tiene muchas menos libertades que en Occidente, ¿no llevan pantalones las chinas y las árabes?…¿Cómo serán los nuevos pantalones femeninos?—Bueno, bueno –admitimos nosotros–. Pero ¿cómo cree usted que le sentará el pantalón a la mujer?—Divinamente, Estéticamente, el pantalón masculino es ya mucho mejor que la falda femenina. Y si no, haga usted una prueba: imagínese a un hombre, en imaginación véame a mí, si usted quiere, con una falda puesta. Catastrófico, ¿eh? Y ahora, recuerde usted a las mujeres que ha visto con pantalones en el cine, en el deporte, en los magazines. Maravilloso, claro. Y en este último carnaval, ¿cuántas mujeres ha visto usted disfrazadas de pierrots, de marineros, de pichis, etc? ¡Y cuán lindas estaban! ¿No es verdad?»Pues calcule usted cómo estarán con los pantalones formales que hemos creado especialmente para que se relegue para siempre al olvido esa tiránica y anacrónica falda que pone en ridículo el adelanto de nuestra época.—¿Y cómo serán esos pantalones ideales, Monsieur Anselmi? –preguntamos.—Los primeros, muy parecidos a los que ahora llevan las esquiadoras, porque pensamos introducirlos en la calle, en invierno, ampliando solamente la utilidad del equipo de nieve… Asimismo, y empleando la misma maniobra, los introduciremos en el salón, ampliando la utilidad del pijama… Luego, como es natural, se transformarán, se irán estilizando, adornando, perfeccionando. El pantalón femenino no tendrá, claro está, la impasibilidad y la monotonía del nuestro.—¿Y cuándo empezará su vigencia?—Pues, mire usted, el próximo invierno. —O sea, ¿a fines de 1933?—Eso es. —¿No cree usted que es muy pronto? —No me atrevo a hacerle a esta época gloriosa de todas las conquistas, la ofensa de suponerlo.—Entonces, Monsieur Anselmi, ¿esto significa que, por fin, las mujeres van a ponerse sencilla, real y públicamente los pantalones?—Sí; y los hombres, por escaso buen juicio y buen gusto que tengamos, tendremos que sentirnos muy satisfechos de que así sea. En fin, señores y señoras, ya veremos el próximo invierno.* ‘Las Noticias’, 29 de febrero de 1932, p. 5. El día 22 de febrero se publicó en ‘La Rambla’ otra versión de esta misma entrevista, titulada ‘La falda vive sus últimas horas’.

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