El regreso del imperialismo gringo a América
Poco bueno va a resultar de las maneras desabridas de Donald Trump en su trato con Latinoamérica . Además de lograr repatriar a miles de inmigrantes ilegales, es posible que con su presión Estados Unidos vea reducir el número de personas que entran furtivamente en su territorio, pero el resentimiento regional contra Washington , que se había mitigado en un esfuerzo mutuo de décadas, volverá a ser dominante y podría perdurar. Y eso, en última instancia, perjudica a Estados Unidos .Especialmente Obama, pero también Biden, expulsaron a más inmigrantes de lo que hizo Trump en su primer mandato, pero las formas de esos otros presidentes hicieron generalmente entendible una política que buscaba hacer respetar las fronteras y las normas de los procesos migratorios y de asilo. El problema no es la restricción, sino la absoluta desconsideración hacia los países interlocutores. No es tanto el «America First» como el «America Only», que es lo que verdaderamente está promoviendo Trump.La amenaza a Panamá es emblemática. Estando el Canal de Panamá en el origen histórico del imperialismo estadounidense sobre el resto de América, la advertencia de Trump de que puede hacer uso de la fuerza para retomarlo nos vuelve a situar en aquel momento de prepotencia, de abuso y de deseo de dominio gringos. Precisamente la cesión del Canal, acordada en 1977, permitió el paulatino acercamiento entre el mundo latino de América Central y del Sur y el anglosajón de gran parte de América del Norte, que luego la globalización contribuyó a transformar en una cooperación efectiva.Noticia Relacionada CLAVES DE LATINOAMÉRICA estandar Si Bajo Trump, ¿quién gestiona Latinoamérica? ¿Rubio, Waltz o Claver-Carone? Emili J. Blasco En su primer día, el nuevo presidente dio garantías de que confrontará a MaduroEl normal nerviosismo de Estados Unidos por el crecimiento alternativo de China podría hacer comprensible, en términos geopolíticos, que Washington invocara la Doctrina Monroe en la primera acepción que tuvo: la advertencia a Pekín, como en 1823 se había hecho a la poderosa Europa de entonces, de que Estados Unidos no tolerará su injerencia en el hemisferio occidental. Pero Trump parece más bien acogerse a la segunda acepción que hacia el final de aquel siglo comenzó a tener la Doctrina Monroe y que se concretó en el «corolario» de Roosevelt de 1904: el original «América para los americanos», entendidos estos como los ciudadanos de todas las nacientes repúblicas, que así se defendían del absolutismo monárquico reinstaurado en Europa tras las guerras napoleónicas, pasó a interpretarse como América para los estadounidenses. La mención que Trump hizo en su discurso inaugural del presidente William McKinley (1897-1901), que fue quien suscitó la guerra para echar a España de Cuba, y el rebautizo del Golfo de México como Golfo de América (junto con su pretendido proyecto de anexión de Canadá y Groenlandia ) muestran el marco de pensamiento imperialista que oficialmente vuelve a impregnar la política de Estados Unidos hacia su vecindario.Y así el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio , fue recibido este fin de semana en Panamá con protestas y la quema de símbolos estadounidenses, que recordaban a épocas pasadas; una reacción que irá a más, también posiblemente en violencia, si Washington restringe la soberanía panameña. Si durante la Guerra Fría las derechas latinoamericanas se alinearon con Estados Unidos frente a la subversión comunista apadrinada por la URSS, ahora estamos viendo una unidad nacional –y también continental– frente al menosprecio de Trump : la presidenta de izquierda de México, Claudia Sheinbaum , está recibiendo el apoyo de la oposición y suscitando amplias simpatías regionales políticamente transversales, mientras que en Colombia la histriónica reacción del también izquierdista Petro no ha impedido que los distintos dirigentes y sectores del país se hayan unido para no ver dañados sus intereses nacionales. En esta confrontación acerca del nuevo orden mundial, los latinoamericanos no ven a China como un enemigo ideológico por el que necesariamente deban comulgar con Washington; si sus intereses lo aconsejan, por la presión o no de Estados Unidos, se opondrán a Pekín (como va a tener que hacer Panamá), pero al mismo tiempo su orgullo nacional les distanciaba de un hegemón gringo que les maltrate.