La paradoja de rascarse cuando pica: agrava la inflamación, pero también protege contra infecciones
Pocas conductas hay más irrefrenables que rascarse cuando surge una picazón en la piel. Es una respuesta natural, instintiva, del organismo a una sensación de picor; pero esconde también una extraña paradoja: el rascado acostumbra a empeorar los síntomas y retrasar la curación de una lesión cutánea; aunque, a la vez, genera placer, un extraño deleite hasta ahora inexplicable para la ciencia.