El Orgullo Charnego, material inflamable
Mentar la palabra charnego es armar la de San Quintín en la Cataluña nacionalista que nunca ha roto un plato y es víctima del colonialista Estado Español. En 2023 Juana Dolores la armó en TV3 . A esta actriz y poeta de El Prat de Llobregat, cinturón rojo e inmigrante, se le ocurrió decir que la televisión que quiso ser la BBC catalana, «valida a Junts y a Trias», al que tildó de «puto viejo», epíteto que hizo extensivo a la cúpula de la cadena. Animó a la televisión que soñaba con ser la BBC a hablar de las cloacas de Cataluña y no solo de las cloacas del Estado. Deploraba que la «seudocrítica» vernácula la utilizase como una «charnega integrada». Marxista internacionalista, la díscola Juana Dolores identificaba catalanidad con clases dominantes: «La catalanidad es múltiple y está en las calles», proclamó. Han transcurrido dos años y dos películas sobre la realidad social catalana, ‘El 47’ – emigrantes barraquistas de Torre Baró – y ‘Casa en llamas’ -burguesía catalanísima y decadente con casoplón en Cadaqués- copan los premios Gaudí. Y fue Eduard Sola, guionista de ‘Casa en llamas’, quien retomó el hilo aguafiestas de Juana Dolores. Sola se declaró «orgullosamente charnego» y dedicó el galardón a los abuelos que vinieron de Andalucía: «El abuelo Eduardo no sabía leer ni escribir. Escondió toda su vida que era analfabeto. Él era analfabeto y yo me dedico a escribir». Desde una óptica nacionalmente correcta aquellas frases sonaron bonitas. El ascensor social. «Un sol poble!» Los sollozos de Sola . El resto del discurso ya no gustó tanto a los revolucionarios de las sonrisas: «Podría entender este Gaudí como una venganza, contra todos los que engañaron a mi abuelo, aprovechándose de sus carencias culturales. Una venganza contra todos los que hicieron sentirse inferiores a mis abuelos, mis padres y mis tíos. Una venganza contra todas las miradas de superioridad que, en tres generaciones, hemos tenido que tragar los que venimos de abajo de todo. Pero no lo haré», remató Sola.El Orgullo Charnego se antoja excéntrico a la Cataluña que solo concibe una forma de catalanidad. La de la ANC, Òmnium, Junts, Alianza Catalana y el Manifiesto Koiné. Sola cabreó a quienes ostentan la exclusividad de ser víctima. Lo pusieron verde en las redes sociales: catalanófobo, segregacionista… Siete días después de su discurso, Sola ha modulado a la baja su Orgullo Charnego: «Quizás fui yo quien no supe expresarme». Para más inri entonó la palinodia en TV3, la televisión que quiso ser la BBC catalana: «Si lo llego a saber, no lo hago. Soy un hombre tranquilo, que estoy en casa escribiendo. No me imaginaba el huracán». Como nieto de los inmigrantes que llegaron a Cataluña desde los años veinte del siglo pasado, el guionista vindicaba a un abuelo minero y paleta. Los murcianos, andaluces, valencianos, aragoneses y extremeños que construyeron el Metro en 1924 y la Exposición en 1929. Ellos y sus descendientes son los del 47. Los que levantaban de noche las barracas. En los años treinta se les acusaba de contagiar el tracoma y comerse el pan de los catalanes; en los cuarenta de participar con su arribada masiva -era el hambre- en la trama franquista de españolizar Cataluña. Despreciado por la burguesía conservadora (el andaluz destructor que pintó Pujol); domesticado por la izquierda, «los otros catalanes» de Candel, el graciosillo Rufián de ERC, los apellidos sin zeta y con cedilla para disimular las raíces… Cuando Sola rinde tributo a sus mayores se le tacha de segregacionista. El Orgullo Charnego, material inflamable. La Cataluña independentista loa el 1714 pero no soporta su memoria más reciente