La juventud es un estado del espíritu

Pellegrini nunca ha sido muy de la cantera. En varios equipos que ha dirigido se le ha criticado que no da oportunidad a los canteranos. Pero la caída en picado de su escuadra en las últimas jornadas, así como diez bajas en la primera plantilla (ocho por lesión y dos por sanción), obligaron al Ingeniero a viajar a Mallorca con siete jugadores del filial.Desde el inicio, Natan y Llorente escoltaron a los dos laterales debutantes del Betis Deportivo, Arribas en la izquierda, Ortiz en la otra banda. El burgalés Sergio Arribas cumplió su cometido, concentrado en defensa, sin permitirse demasiadas subidas. Más sorprendente fue el rendimiento de Ángel Ortiz: no solo ganó todos sus duelos, desesperando a los atacantes mallorquines, sino que se incorporó con desparpajo al ataque. Suya fue la asistencia en el minuto 96, para que Bakambu anotara de cabeza el gol de la victoria. También debutó Pablo García, delantero del sevillano barrio de Alcosa. En los minutos que estuvo sobre el césped, dio un pase sobre la línea de fondo, que Juanmi no supo rematar a gol, y provocó un penalti que el árbitro pudo haber pitado. El pícaro chaval de tan solo 18 años desquició a la defensa bermellona. Había saltado al terreno de juego en el minuto 71, sustituyendo a Jesús Rodríguez, al que inhabilitó una durísima entrada de Mascarell, sancionada con roja directa. Jesús, MVP del encuentro, volvió a destaparse como uno de esos jugadores creativos, que parecen no necesitar de la agresividad para superar al rival, a base de quiebros y asociaciones con los compañeros. Incluso puso algo que solo dominan los más experimentados: el tempo, para ralentizar el partido cuando lo merecía e imprimir ritmo a la jugada de ataque, si el lance era prometedor.Frente a la brillantez de los jóvenes, varios de los jugadores habituales del primer plantel volvieron a estar apagados. La cara de Abde en el banquillo, tras ser sustituido en el minuto 65, era todo un poema. Ni Marc Roca, ni Altimira, ni Juanmi demostraron por qué son futbolistas de Primera División. Ni siquiera Isco se elevó a la altura que nos tiene acostumbrados. De los jugadores consagrados, solo Bakambu, Adrián, Natan y Diego Llorente —coloso en defensa, una vez más— se ganaron el jornal. Pero, sin lugar a dudas, los que más brillaron de todos los futbolistas que saltaron al césped de Son Moix fueron Jesús Rodríguez, Ángel Ortiz y Pablo García, al que le bastaron unos minutos para reivindicar la picardía que se aprende en las calles de barrio, donde los chavales aprenden a burlar al fornido contrincante a base de travesuras descaradas.Muchas veces en la historia, el decaimiento de los veteranos ha propiciado la entrada de sangre nueva para revitalizar al colectivo que se halla hundido física y psicológicamente. Ocurrió en la antigua Roma y sigue sucediendo hoy en día, incluso en guerras olvidadas, como la que se libra en Myanmar, la antigua Birmania. Hace poco, unos reporteros de la BBC estuvieron a pie de guerra y constataron cómo son los jóvenes insurgentes, que anhelan la democracia, los que están ganando posiciones frente al régimen militar. En el reportaje de la BBC aparecían muchachos que portaban camisetas de la Liga española y uñas pintadas, como les gusta a muchos chavales que en España sueñan con debutar algún día en Primera.Lo bueno de los jóvenes es que creen que todo es posible y que pueden ganar una batalla en la guerra o en el césped, no importa si los veteranos han flaqueado, ni cuál es el adversario. Como decía el novelista sevillano del siglo XVI, Mateo Alemán, «la juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu», ese espíritu insolente que permite doblegar al Mallorca en su propio feudo. Que tomen nota los futbolistas de la primera plantilla, la Directiva y Pellegrini.

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