La vida sin ti, Isco

Con el sugerente título de «Historias de un verano con 38 operaciones», Mateo González, jefe de Deportes de esta Casa, hacía un recorrido por el zoco estival verdiblanco y relataba anécdotas relacionadas con algunos de ellos. 38 operaciones, casi las de un quirófano del Virgen del Rocío con la mitad de especialistas de vacaciones. Pero la más dolorosa no fue la marcha de algunos bastiones de la plantilla, sino a la que fue sometido Isco para domeñar un peroné rebelde. No reaparecerá, esperemos, hasta 2025 y en el Real Betis se resignan a la vida sin él.Parece como si a Manuel Pellegrini, en su compromiso contractual con los verdiblancos, le hubiesen impuesto la cláusula circense del «más difícil todavía». Porque a la baja del malagueño, imprevista según criterios médicos, se unió unos días antes del mercado la de Fekir, sosias de aquel, y más tarde la de Rodri, contra su voluntad, a Qatar, donde el chico de Talayuela resolverá su vida y la de sus bisnietos, complicando la vida al entrenador. Uno creía que el chileno mandaba más, pero habrá que aceptar que quien lo hace, como en la vida misma, es el dinero.Lejos le queda al técnico aquellos tiempos en que el club tenía capacidad para gastar cien millones en fichajes, coincidiendo con su llegada. Rendimientos pasados no garantizan los futuros, le debieron advertir. Ahora, con una plantilla de coste inferior a las anteriores se le pide alcanzar objetivos tanto o más ambiciosos que los conseguidos, en especial en una Europa que históricamente le ha sido esquiva al club. La baja de Isco, como la de cualquier imprescindible, que los hay más allá de los cementerios, se palia con la llegada de Lo Celso y Vitor Roque. No son melones por calar, pero está por ver sin tan dulces como los de Benalmádena.El viernes, frente a un recién ascendido, el Leganés, que está haciendo los deberes, comprobaremos por vez primera si el grupo es capaz de minimizar tantos contratiempos. A los tipos especiales que hacen mejores a quienes le rodean no les pueden sustituir individualidades, sino el colectivo. Y el que lo manda.

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