Hallan hornos y cabañas del Neolítico en las obras del Castillo de Barajas
Cuencos elaborados a mano y toscamente decorados, queseros en los que se desueraba la cuajada, cabañas para reuniones sociales y hasta un horno alfarero con una caldera de casi cuatro metros cuadrados. Las obras de mejora del entorno del Castillo de la Alameda, situado en el distrito de Barajas, han sacado a la luz un nuevo yacimiento con «importantes restos arqueológicos» de hace 4.000 años que muestran cómo era la vida cotidiana en los pequeños asentamientos agrícolas y ganaderos de los pueblos prerromanos que habitaban este cerro.Los restos más antiguos hallados en la zona se remontan al Calcolítico (desde el 2.800 a. C. hasta el 2.500 a. C.), el periodo de transición entre el Neolítico y la Edad de los Metales. De esa época han encontrado cuencos y ollas de diversos tamaños que se utilizaban en el ámbito doméstico. Apenas se decoraban, más allá de unas pequeñas incisiones circulares, y se cocían en unos pequeños hoyos excavados en el suelo, directamente sobre las ascuas. Estos pequeños hornos prehistóricos podían alcanzar hasta 700ºC. Algunos de estos útiles de cocina, de funciones y tamaños variados –los había incluso para producir queso–, se empleaban en bruto, pero otros se pulían para lograr un acabado más brillante. Noticia Relacionada estandar Si El sufrimiento de ser hijo de neandertales, marcado en centenares de dientes Judith de JorgeMás elaboradas son las cerámicas halladas de la primera y segunda Edad de Hierro, entre los años 800 y 100 a.C. De esta última etapa es también una de las joyas del yacimiento, un horno alfarero del que se conserva la zona de la caldera de combustión , un espacio rectangular de casi cuatro metros cuadrados cubierto por unas paredes y una cúpula de adobe, cuarcita y tejas. En su interior se conservan los restos de varios pilares sobre los que se colocarían las parrillas. En uno de los extremos se conserva también la boca de la caldera por donde se alimentaba el fuego. Esta construcción demuestra que, entre los poblados carpetanos ubicados en lo que hoy es el noreste de la capital, había cierta especialización social de las tareas. A diferencia de lo que ocurría antes de la Edad de los Metales, los utensilios que se cocían en este horno se elaboraban con un torno lento , que consistía en una pequeña rueda que impulsaban con las manos. Estos pioneros alfareros hacían ya sus vasijas con formas ovaladas o torneadas, y las decoraban con puntos, triángulos y círculos continuos. Más cerca de la época romana incluso los decoraban con pintura rojiza y grisácea y motivos geométricos. Se han encontrado vasijas desde el Neolítico hasta la época visigoda ayto madridEstas piezas, curiosamente, estaban más cuidadas que las que se han hallado de la época visigoda, las más ‘modernas’ que se han encontrado en estas excavaciones, que eran utensilios de cocina de uso diario típicos del ámbito rural, mucho más toscos y cocidos con escaso mimo. La amplia horquilla temporal a la que pertenecen todas las ollas y vasijas descubiertas en este entorno del Castillo de Barajas ha permitido ver cómo evolucionaron las técnicas cerámicas en la región desde la prehistoria hasta el siglo VI y VII d. C.Agricultura y ganaderíaPero estos descubrimientos no solo han entrado en la cocina de estos poblados carpetanos, sino que también evidencian cómo eran sus hogares. Se conservan huellas de dos tipos de cabañas: las circulares, que tenían cerca de dos metros de diámetro, y las ‘longhouse’. Estas tenían un ancho similar pero eran más alargadas, y podían llegar hasta los diez metros, por lo que las habitaban familias más grandes o se utilizaban como lugares de reunión. Ambas se construían con troncos de madera clavados en el suelo que servían de sustento a la mezcla de ramas enlucidas con barro que hacía las veces de techo. Para rellenar las paredes usaban la misma amalgama de materiales. Dentro y fuera de estas cabañas, los arqueólogos han encontrado silos, fosas circulares de tamaños distintos que, a modo de pequeños almacenes o despensas, servían para guardar la cosecha, restos de animales y utensilios y cerámicas de uso cotidiano.Estas tribus prerromanas asentadas en lo que hoy es el barrio del aeropuerto, en pequeños hábitats rurales, vivían de la agricultura y la ganadería. Prueba de ello son los restos que han encontrado de animales domésticos como ovejas, cabras y vacas, que han hallado en las inmediaciones de sus hogares. También han encontrado huesos de suidos y equinos, aunque en menor proporción, así como de ciervos y conejos que cazaban en las inmediaciones. Todas estas curiosidades sobre los antiguos pobladores del cerro estarán explicadas en unos carteles informativos que se han colocado en la zona de excavaciones, que está situada frente al 42 de la calle Antonio Sancha. Este entorno del Castillo de la Alameda, apuntan desde el ayuntamiento, se abrirá en las próximas semanas. Por su parte, los restos cerámicos han sido trasladados al Museo Arqueológico de la Comunidad de Madrid, ubicado en Alcalá de Henares. Mejorar el parqueLas excavaciones arqueológicas comenzaron en abril de 2023, cuando el consistorio comenzó unas obras de mejora del parque y los accesos que rodean el Castillo de la Alameda. Este proyecto de recuperación del área, que se retomó tras paralizar temporalmente las obras por estos hallazgos, tenía como objetivo recuperar los caminos deteriorados en su mitad norte y repoblar las zonas verdes, donde apenas quedaba ya vegetación. En este sentido, han plantado 355 nuevos árboles y 18.252 arbustos, así como 6.373 m2 de pradera. Para garantizar el mantenimiento adecuado de la nueva vegetación, se ha instalado además una red de riego automático. madrid_dia_0703Asimismo, se ha colocado nuevo mobiliario urbano , incluyendo bancos y papeleras, se han reparado los pavimentados existentes y se ha creado una red de accesos que garanticen la accesibilidad entre el CEIP Ciudad de Zaragoza, el IES Alameda de Osuna y las calles Antonio Sancha, Joaquín Ibarra y Manuel Aguilar Muñoz. Además, se han implementado nuevos paseos que facilitan el tránsito de los peatones entre las diferentes zonas ajardinadas planificadas. También se ha instalado una red de alumbrado para mejorar la seguridad de los nuevos paseos durante las horas nocturnas y redes de drenaje de aguas pluviales para evitar escorrentías y mantener la calidad de los caminos.