‘Diario del gueto de Varsovia’, de Adam Czerniaków: el Holocausto, barbarie y fracaso de una civilización

«Europa se comporta —diría en sus ‘Memorias’ uno de los escasos sobrevivientes del heroico Levantamiento del Gueto de Varsovia en 1943, Marek Edelman— como ese paseante del domingo que se subía a un tiovivo junto al muro del gueto, mientras que en el otro lado, la gente moría entre las llamas: indiferencia y crimen es lo mismo ». Una advertencia primordial que dejaría escrita este personaje extraordinario no solo para recordar al mundo el genocidio proyectado, fría e industrialmente, de todo un pueblo, sino también para «protegernos del fracaso de una civilización y de la inhumanidad del progreso».DIARIO ‘Diario del gueto de Varsovia’ Autor Adam Czerniaków Editorial Confluencias Año 2024 Páginas 134 Precio 29,90 euros 5 Dos volúmenes de importancia se acaban de dar cita, coincidiendo con una fecha próxima, muy significativa: el Día Internacional de las Víctimas del Holocausto , celebrado cada año en la fecha de la liberación, el 27 de enero de 1945, del campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau.ENSAYO ‘Llegué a casa y no había nadie’ Autora Hanka Grupinska Editorial Confluencias Año 2024 Páginas 532 Precio 29,90 euros 4 Estos dos libros son el ‘Diario del Gueto de Varsovia’, hasta ahora nunca traducido, de Adam Czerniaków, y la recopilación realmente singular e inestimable, con una gran cantidad de datos, precisiones históricas y conversaciones con sobrevivientes, así como decenas de emocionantes historias individuales y relatos acerca de aquel épico acontecimiento dentro de la historia judía. Este volumen, titulado ‘Llegué a casa y no había nadie’ , lo ha llevado a cabo la periodista e investigadora Hanka Grupinska, que continúa así, de forma sumamente exhaustiva y minuciosa, la labor de importantes escritoras y especialistas en el tema del Holocausto como la polaca Hanna Krall (Varsovia, 1935), o de no menos grandes historiadores judíos como Raul Hilberg , autor del prólogo al ‘Diario’ de Czerniaków y, sobre todo autor de ‘La destrucción de los judíos europeos’ (Akal), al que se une Saul Friedländer (Praga, 1932) autor de ‘El Tercer Reich y los judíos. 1939-1945’ (Galaxia Gutenberg). Para ofrecer datos precisos, dentro de aquella monstruosidad que fue el Holocausto, hay que decir que alrededor de seis millones de polacos, de una población en aquellos años aproximadamente de unos 32 millones de habitantes, murieron entre 1939 y 1945 como resultado de la criminal ocupación nazi de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial . Pero la cifra espeluznante, añadida a todas aquellas no menos sobrecogedoras, imposibles de asimilar por cualquier ser humano civilizado, es la que hace referencia a la población judía de Polonia: la mitad de todos aquellos ciudadanos muertos, unos tres millones, eran judíos polacos.   El exterminio de la población judía de Europa, es decir lo que hoy se conoce por Holocausto o ‘Shoah’, aunque deseado, pensado y proyectado sin un plan preciso, desde un principio, desde la llegada de Hitler al poder en 1933, en que ‘tan sólo’ se trataba de un antisemitismo feroz, atávico y creciente día tras día, se concretó y comenzó a organizar en una fatídica fecha, hoy recordada con horror auténtico, dada la frialdad escalofriante con que debió transcurrir aquella siniestra reunión del 20 de enero de 1942, en que altos jerarcas nazis se citaron, en una conferencia convocada por el SS y jefe de la Oficina Central de Seguridad del Reich, Reinhard Heydrich, junto al lago Wannsee, cerca de Berlín. Czerniaków se negó a seguir facilitando nombres de personas para las órdenes incesantes de deportaciónEl motivo era coordinar y organizar la deportación de los judíos europeos a campos de exterminio en la Polonia ocupada. En pleno frenesí homicida los participantes de la conferencia calcularon que la que sería conocida como ‘Solución Final’ implicaría la deportación y el asesinato de 11 millones de judíos. Entre julio y septiembre de 1942, las unidades de las SS y de la policía alemana, deportaron a aproximadamente 265.000 judíos del gueto que había sido construido en Varsovia, en una pequeña y aglomerada superficie, al campo de exterminio de Treblinka . Los alemanes, como era su costumbre en todos los países de la Europa ocupada, exigían que los responsables de la comunidad judía de cada lugar (el ‘Judenrat’) colaboraran en la organización de las deportaciones. Este es el punto dramático en el que hoy tenemos que leer «un documento cuyo contenido es único», en palabras de Hilberg, como el ‘Diario’ de Adam Czerniaków, presidente y máximo responsable aquellos días de la, muy numerosa, comunidad judía de Varsovia. Czerniaków se negó a cooperar. A seguir ayudando a matar a su propio pueblo. Muy bien descrito en el prólogo por Raul Hilberg, así como en el excelente epílogo de Elzbieta Bortkiewicz (traductora además de los dos volúmenes ahora editados), Czerniaków no era un hombre de acción , era un honesto e incansable funcionario, angustiado por mejorar las condiciones de vida de sus hermanos perseguidos. Grupinska recopila precisiones históricas, conversaciones con sobrevivientes, y decenas de emocionantes historias individualesNo era como aquellos héroes legendarios del Levantamiento del Gueto que lucharían a brazo partido contra las tropas del Ejército entonces más poderoso y mortífero del continente. Por tanto, no animó a la resistencia contra los alemanes. Pero sí se negó a seguir facilitando nombres de personas para las órdenes incesantes de deportación. La última entrada de su ‘Diario’, el 23 de julio de 1942, apuntaría lacónicamente: «Son las 3. De momento, hay 4.000 personas que deportar. Según la orden, a las 4, deben ser 9.000». Poco después, se suicidó ingiriendo una cápsula de cianuro.  Un año más tarde de aquel suicidio desesperad o , por amor a su pueblo, ese pueblo protagonista del impresionante ‘Canto del pueblo judío asesinado’ («¡Canta, canta! Toma tu arpa, vacía, hueca y ligera/ Canta a los últimos judíos de Europa en esta tierra») escrito en yiddish por Itsjok Katzenelson, y escondido bajo un árbol, antes de ser asesinado en Auschwitz en mayo de 1944, y tras haber visto matar a su mujer y a dos de sus hijos, apenas un año después del suicidio de Czerniaków, del 19 de abril al 16 de mayo de 1943, tendría lugar el heroico Levantamiento del Gueto de Varsovia.

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