José Manuel Valenzuela: «Esta ha sido una hermandad de capataces de la casa. Yo lo soy»
No todos los capataces se estrenan con una coronación. José Manuel Valenzuela sí. El pasado miércoles Santo no pudo sacar el paso debido a la lluvia y su primera experiencia al frente de la Piedad ha sido la de estos días. «Yo comencé de capataz -indica Valenzuela- en 2001 en el Cristo del Museo . Antes lo había sacado de costalero como también al Cristo de las Tres Caídas. En 1989 estando en Huelva me estreno en el martillo». Su vinculación con el Baratillo viene por sus padres que nacieron en el Arenal. Salió de nazareno con 2 años. En su día, estuvo de contraguía en la Caridad con los Díaz Palacios hasta que le nombran capataz en 2023. «Siempre – dice- he estado en las quinielas, y además esta es una hermandad de capataces de la casa como Julián Huertas o Rafael Díaz Palacios. Yo también lo soy». José Manuel define el paso de la Piedad como singular . «Es tremendamente ancho y corto que es. Se descuadra fácilmente y hay que hacer los movimientos muy suaves. Los pateros se tienen que llamarse muy poco. Su andar es siempre de frente, sencillo… pero es muy complicado por la dimensiones, corto y ancho». En la salida o en la entrada, tiene que estar más pendiente de los costeros que de la altura porque, entre el paso y las jambas, sólo cabe un dedo.Por decisión de la junta, no van a entrar veteranos el día de la coronación, sólo las cuadrillas actuales de los dos pasos. «Hemos ensayado -asegura – dos veces más la mudá. Ya desde la cuaresma íbamos con marchas de palio, así que será fácil coger el son». La banda del Carmen de Salteras les acompañará hasta el Altozano. «Me gustaría escuchar un repertorio clásico pero se me van a abrir los cielos cuando lleve a la Piedad por la calle Pureza porque se unirán las dos devociones de mi vida . En el Altozano me gustaría oír una marcha de la Esperanza». Como capataz de Virgen que fue lo tiene claro: «Un palio está para que se mueva. Aquel tiempo en los que no se cimbreaba ni un varal fue un gran fracaso. Por fortuna eso ya pasó. También se han abandonado las vueltas interminables y las chicotá de media hora. Estamos en Sevilla y la medida nunca se debe perder».