Revuelta en El Hormiguero show

Resulta curioso que cuando menos televisión se consume en este país —los datos están ahí para comprobarlo—, las cadenas anden buscando audiencia en los contenedores de reciclaje, como si las familias españolas siguieran sentadas en el sofá de escay, hipnotizadas por el hechizo de las trescientas sesenta y cinco líneas. Hablan de prime time, de nuevos fichajes y de fórmulas magistrales cuando todo está inventado, y lo que es peor, todo está amortizado. Casi un setenta por ciento de los hogares españoles están abonados a plataformas de streaming, lo que pone en evidencia que, nosotros, los de entonces, ya nos somos los mismos, y que el espectador de ahora quiere elegir cuándo, dónde y qué contenido quiere ver. Que salvo para ver los informativos, muy poca gente se sienta delante del televisor. Que ya no estamos por la labor de aguantar lo que nos echen, es lo que evidencia el batacazo —nuevo batacazo— de Telecinco con el programa de Carlos Latre —parece que hubiesen hecho casting buscando los peores guionistas y los hubiesen encontrado— que apenas ha resistido dos semanas antes de que acorten los días de emisión, tras varios esfuerzos por salvar los muebles del naufragio, que se prevé pronto. Y no es que ‘El Hormiguero’ —la competencia hasta el pasado lunes—, sea muy bueno, sino que ‘Babylon Show’ es muy malo. La guerra por las audiencias se ha intensificado esta semana con la esperada —¿esperada? — aparición de ‘La revuelta’, el programa de David Broncano con el que La Moncloa pretende hacer frente a Pablo Motos y su antisanchismo, sin mucho éxito. Ya lo sabe, el día del estreno del humorista oficial, los de las hormigas pusieron en práctica aquello de a grandes males, Victoria Federica. A la gente como usted y como yo nos importa muy poco que las tres cadenas se desangren por la misma herida, pero sí nos importa que el dinero público —porque no hay que olvidar que Televisión Española es pública— se emplee en hacer la cama al resto de las cadenas. Porque por mucho que Broncano diga que el dinero de su programa «no se saca de los hospitales ni de la Guardia Civil», sí que se saca de nuestros impuestos, y es demasiado esfuerzo, demasiado ruido, demasiado exceso para una cosa tan incierta como es la respuesta de la audiencia, para una cosa tan efímera como un programa de televisión.’La Revuelta’ tiene vocación de divertir, o al menos así lo ha dicho su director «vamos a intentar que sea el programa más divertido que haya a esa hora», pero me da la impresión de que nace con la vocación ya endeble, porque no aporta nada distinto a sus dos competidores más directos. Actualidad, entrevistas y un humor no apto, ni comprensible para el espectador medio —la media de edad de los consumidores televisivos es la que es— en un formato televisivamente agotado. Vamos a ver en qué queda la cosa y quién se lleva la palma, pero mucho me temo que no vienen buenos tiempos para Broncano, porque dos es compañía y tres son multitud.

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