La ley y la trampa
Nació para desarrollar y garantizar los derechos de las personas lesbianas, gais, bisexuales, trans e intersexuales erradicando las situaciones de discriminación, para asegurar que en España se pueda vivir la orientación sexual, la identidad sexual, la expresión de género, las características sexuales y la diversidad familiar con plena libertad. Éste era el espíritu de la llamada Ley Trans, aunque parece que el Gobierno lo invocó a través de una güija. Mejor no intentar adivinar las personas que se sentaron en torno a ese tablero, porque más de un año después nos hemos dado de bruces con la realidad de un texto normativo que vuelve a poner en entredicho el nivel de los escribas que dibujan las leyes para Pedro Sánchez. Balón de Oro para quienes con la Ley del Sí es Sí redujeron penas a cientos de violadores, cuando no los dejó en la calle; o para quienes permitieron despedir empleados con adaptación de jornada en la nueva Ley de Paridad. Con la Ley Trans también le han colado goles por la escuadra al gobierno más feminista, más, más y más. Sólo en Sevilla se ha conocido dos casos de condenados por malos tratos a su parejas que han usado el trampolín en alfombra roja que permite el texto legislativo para cambiar de sexo en un visto y no visto con el único propósito de no dormir entre rejas ni una noche. Siguiendo la máxima de Pedro Sánchez, éstos no mienten ante la sociedad, es un cambio de opinión. De Milan a Candi, sólo han pasado días en el que los acólitos del sanchismo se empachan de defender las bondades de la ley. Irene Montero recalcaba en 2023 que con su Ley Trans no iba a haber «ningún hombre» que buscase ir al registro a decir que «es una persona que no es» para disfrutar de unas supuestas ventajas. Hace unos días, su sucesora, Ana Redondo, minimizaba a poco más de un uno por ciento el fraude de ley y lo hacía con un tono complaciente ante la oposición. Invitaría a la señora ministra a sentarse junto a las víctimas de Candi o Milan para decirles que el fraude de ley es mínimo, pero que les ha tocado a ellas… cuestión de mala suerte. Con un solo caso en el que un maltratador, como un violador en con la del Sí es Sí, sacara tajada de la Ley Trans sería suficiente para poner todas las herramientas para revolcar este marco legal.Hasta tal punto llega este despropósito que genera que un juez de Sevilla ha tenido que preguntar a la Fiscalía qué órgano judicial es competente para investigar a la persona que ahora se llama Candi y antes Cándido por hechos denunciados por su exmujer que se enmarcan en el ámbito de la violencia machista, después de que un juzgado de Violencia sobre la Mujer se inhibiera porque el investigado ya no se siente hombre. Hecha la ley por genios, hecha la trampa.