El PNV, el huevo y la serpiente
Esta semana, el PNV, un partido católico y de derechas , ha tenido que explicar por qué apoya –de momento– al Frente Popular, formado por Pedro I, El Mentiroso. Tiene experiencia. Y fórmulas. Y un espíritu fenicio que le permitirá, el día de mañana, negociar con otros partidos tan de derechas como él, con el aplomo de quien ya está acostumbrado a cambiar de opinión, tanto como su socio, que hoy ocupa la Moncloa.En la guerra civil traicionó a la República, retiró los 900 soldados que tenía en el frente de Santander, y cumplió rendirse ante las fuerzas de Mussolini, aliadas de Franco, cumpliendo el Pacto de Santoña. Sin despeinarse. Y, gracias a eso, al término de la guerra, con el triunfo de Franco, el militar permitió que se exiliaran los peneuvistas que quisieran, de una manera discreta.El problema futuro del PNV no es volver a negociar con la derecha o con la izquierda, sino que la serpiente que movía el nogal para que ellos recogieran las nueces –como explicó en su día Arzallus, con eficaz pedagogía– se ha vuelto huevo y le disputa el poder. El PNV, a puro de colaborar tanto para blanquear a los terroristas de ETA, se encuentra con que va a tener, dentro de nada, a los asesinos en excedencia, y salidos de la cárcel, de consejeros o de lendakaris. Es decir, que los mismos que extorsionaban a los empresarios del PNV, pidiéndoles aportación para la lucha, van a ser ahora los que manejen el dinero del cupo.Al principio, a los asesinos les llamaban ‘los chicos’, como si fueran unos gamberros que ponen bombas fétidas en un local cerrado. Pero ponían bombas que destripaban a policías y guardias civiles. Luego, a periodistas y funcionarios civiles, incluso al vecino de enfrente. Y, para acallar su conciencia, se extendió la consigna «algo habrá hecho»: si lo han reventado será porque es malo, que nosotros somos los buenos. Hasta que ya no se pudo disimular, porque empezaron a llegar cartas pidiendo dinero, para que los buenos –que tanto miraban hacia otro lado– tuvieran que mirar el hacha y la serpiente, que firmaba la carta donde se les amenazaba con recibir el mismo trato que un ‘txakurra’ si no pagaban.El problema del PNV no estriba en que mañana negocie con Feijóo, o con cualquier líder de la derecha, sino en que el huevo, gracias a su colaboración, se puede convertir en una serpiente aparentemente pacífica, que se haga con el poder y a ellos les reserve el papel de monaguillos.Ese tipo de justicia poética de la que le tendrá que sacar la derecha, la misma que esta semana ha despreciado, como si ellos –que proceden del carlismo– vinieran de Lenin. Y, el problema, ni siquiera es la serpiente: es el hacha.