Alguien bailará sobre tus recuerdos
Al mismo tiempo que un tipo intentaba suicidarse en Atocha y provocaba un retraso de más de dos horas en todos los trenes de la estación , unos alegres muchachos, muy jóvenes y apuestos, bailaban la conga cantando la canción del elefante que se columpiaba y alegraban a todos con sus cánticos y sonrisas y alegría de vivir. Salieron los de seguridad a pedir que se calmaran y gritaron todavía más con el cántico de «bote bote, bote, segurata el que no bote». La tragedia y el jolgorio mezclados en una sola escena junto a la angustia de una madre muy joven con un bebé en los brazos y el cansancio de tantos y tantos que veíamos cómo se retrasaba hasta la madrugada la llegada a nuestros hogares.A veces alguien hace algo e interrumpe el mundo y no sé si es consciente de la cantidad de sentimientos e inconvenientes que provoca. Supongo que si te quieres matar no estás en tus cabales, pero por muy importante que creas tu drama, has de saber que la respuesta más probable es la indiferencia y que alguien baile sobre tus recuerdos. La estación de Atocha fue absurdamente insensible con los pasajeros que aguardaban y cerró los bares de la primera planta, donde miles de personas se amontonaban, dejando a todos sin la posibilidad de comprar ni un triste botellín de agua. Es verdad que todo el mundo tiene horarios, y más un sábado por la noche en Madrid, pero no hay que ser muy inteligente para hacerse cargo de situaciones tan obvias. Basta algo de humanidad, y de buena voluntad, pero en la noche de los incidentes brillaron por su ausencia .La información que se dio fue igualmente pésima. Nadie era capaz de explicar nada con solvencia. Nadie se tomó en serio la angustia de los pasajeros y lo que los empleados de cada compañía ferroviaria respondía a quien preguntaba era, además de insuficiente, una falta de respeto a su condición de clientes.Hubo un momento en que no se garantizaba ni que los trenes fueran a salir y al viajar con mi hija pensé que era prudente llamar a Only You Atocha y hacer una reserva para pasar la noche. Con tan poca antelación había que pagar al momento y no quedaba margen para la devolución en caso de no necesitarla. Asumí el riesgo. Cuando se supo que nuestro tren a Barcelona finalmente partiría, llamé al hotel y enseguida se ofrecieron a cancelar sin coste alguno. Este establecimiento que nada tenía que ver con la situación fue mucho más compensivo que los implicados en ella. Tratar como ganado a personas acorraladas e indefensas es de una especial y censurable bajeza.Ni Renfe ni Adif tienen la culpa de que alguien intente quitarse la vida, pero tomamos nota una vez más de su modo de tratarnos. Nadie da tanto ni tan a menudo la razón a los enemigos de España.Los jóvenes muchachos continuaron cantando hasta que con dos horas y pico de retraso los trenes empezaron a salir y olvidamos al que no quería vivir y retomamos nuestras vidas de regreso a casa.